Etty Hillesum
Una
mística en el horror nazi'
Publica: José Luis
Vázquez Borau
Religión Digital
"Dios estaba en Auschwitz en 'los actos de
caridad de Etty' y de otros testigos como el padre Kolbe"
Sin tradición religiosa, la mística judía llevó a
Dios a los campos de concentración nazis, subraya José Luis Vázquez Borau,
autor de Etty Hillesum: una mística en el horror nazi
"Para Etty los nazis son despiadados, pero no
está dispuesta a odiarlos"
"Frente a las amenazas del terror, Etty se
refugia en la oración. Descubre la presencia de Dios en lo más profundo de su
corazón"
"Etty descubre que la existencia del mal está en nosotros. No es algo externo que se nos imponga. Está en cada uno de nosotros. Lo importante no es estar vivo a costa de lo que sea, sino cómo se vive"
Afirma que la escritura de Etty constituye un canto a la vida como creación de Dios: no puede aceptar que el ser humano solo sea "un barril hueco arrastrado por la historia del mundo" o que la existencia carezca de sentido.
-Recientemente ha publicado en la editorial Digital Reasons Etty Hillesum: una mística en el horror nazi, ¿qué ha encontrado en esta mujer que le llevó a hacerlo?
En primer lugar, se trata
de una mujer joven. Murió a los veintinueve años. En segundo lugar, desde que
se han dado a conocer sus Diarios-Cuadernos han tenido un impacto igual o mayor
que el Diario de Ana Frank. En tercer lugar, se ha hablado mucho sobre ¿Dónde
estaba Dios en Auschwitz? Pues bien, gracias al testimonio explícito de Etty
Hilesum podemos decir que Dios estaba en Auschwitz en "los actos de
caridad de Etty" y de otros testigos como el padre Maximiliano Kolbe.
Una judía neerlandesa,
que nació el 15 de enero de 1914 en Middelgurg, ciudad de los Paises Bajos,
donde su padre daba clases. Tuvo dos hermanos: Jaap (1916) y Mischa (1920).
Jaap fue médico y durante la guerra trabajó en el hospital judío de Ámsterdam,
pero no sobrevivió a la guerra. Micha fue un excelente pianista, pero fue
internado en un centro psiquiátrico en 1939. Las diferencias de carácteres
entre los padres provocaron tensiones y desencuentros, creando una atmósfera
familiar confictiva. No había sido educada en la fe judía y carecía de
prejuicios con el sexo. Se siente profundamente insatisfecha y decide ir a un
psicólogo. Un amigo le recomienda a Julius Spier, de cincuenta y cuatro años,
casado y con dos hijos. Spier le anima a leer los Salmos y los Evangelios, no
para convertirse sino para tener una comprensión del mundo más exacta. Además,
le dice de anotar sus vivencias en un Diario que comenzará en 1941, tres años
antes de su muerte.
- ¿Cómo fue su proceso?
La escritura de Etty constituye
un canto a la vida como creación de Dios. Toma la costumbre de hacer un largo
tiempo de silencio por las mañanas y no puede aceptar que el ser humano solo
sea "un barril hueco arrastrado por la historia del mundo" o que la
existencia carezca de sentido. Atribuir todo al azar significa condenar el
cosmos a la insignificancia y el caos. Etty no reniega de la vida, pese a que
la ocupación crece sin cesar, imponiendo el toque de queda a los judíos y
privándoles de cualquier derecho. El nazismo no propone nada. Su visión del
futuro rinde culto a la muerte y la destrucción. Pese a todo, la vitalidad de
Etty prosigue su curso ascendente.
- ¿Y su compromiso?
El 15 de julio de 1942
Etty encuentra trabajo como mecanógrafa en una de las secciones del Consejo
Hebraico, que actuaba de puente entre los nazis y la población judía. Allí
trabaja como ayudante social de las personas que están en tránsito y siente un
enorme deseo de acompañarlas a todas. Para Etty los nazis son despiadados, pero
no está dispuesta a odiarlos: "No creo que podamos mejorar en algo el
mundo exterior, mientras no hayamos mejorado primero nuestro mundo
interior". Se ofrece voluntaria para trabajar como asistente y enfermera
en el campo de concentración de Westerbork, como enviada del Consejo. Gracias a
esto pudo realizar una docena de viajes a Ámsterdam actuando como miembro de la
resistencia, llevando cartas y mensajes de los prisioneros, además de recoger
medicinas para llevar al campo. En uno de estos permisos tiene que ir al
hospital pues su salud es frágil. La inesperada muerte de Spier le produce un
hondo abatimiento, pero su espíritu soporta la noticia sin resquebrajarse.
-Ud. señala que Etty no
pertenecía a ninguna tradición religiosa, ¿cómo llegó a ello?
Profundizando en su
interior. Frente a las amenazas del terror, Etty se refugia en la oración.
Descubre la presencia de Dios en lo más profundo de su corazón. Cuando los
alemanes en 1942 ya tienen los planes para la deportación de los judíos
holandeses hacia su exterminio Etty escribe: "Y si Dios no me sigue
ayudando, entonces tendré que ayudar yo a Dios". Y añade: "Solo una
cosa es para mí evidente: que Tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti
y así nos ayudamos a nosotros mismos. es lo único que tiene importancia en
estos momentos, Dios: salvar un fragmento de ti en nosotros".
-Cómo fueron sus últimos
días?
Etty poco a poco llega a
la conclusión de que la prisión es inevitable y rechaza posibles escondites
para no ser encontrada por la Gestapo. Etty se entregó a las SS el 6 de junio
de 1943 junto a sus padres y hermano. Los padres de Etty fueron gaseados a su
llegada a Auschwitz el 10 de septiembre de 1943. La muerte de Etty está
registrada el 30 de noviembre de 1943. Su hermano Mischa sobrevivirá hasta el
31 de marzo de 1944. Su hermano Jaap murió el 17 de abril de 1945 en Luben
cuando regresaba a los Países Bajos.
-Uno de los epígrafes del
libro lo titula Ud. "¿Cómo creer en Dios en medio del horror nazi?",
una cuestión bastante extraña en esas terribles circunstancias...
Etty descubre a Dios de
una manera experiencial y no por una vía confesional o doctrinal. Etty no
frecuentó nunca ni la sinagoga ni la iglesia cristiana. Su despertar religioso
no se lo debe a un pastor, sacerdote o rabino, ni siquiera a un laico
confesional, sino a un amigo, judío como ella, Julius Spier psicólogo experto
en la lectura de las manos. Etty se siente libre, no depende de nada ni de
nadie; libre incluso del tiempo, no está sometida al futuro: "Merece la
pena vivir la vida, y si supiera que iba a morir mañana, diría: Es una gran
pena, pero tal como ha ido, está bien".
Subraya también el camino
interior de Etty que la lleva a decir que Dios es lo más profundo del ser
humano y que siempre es presencia entre nosotros.
Dios llega a ser una
presencia connatural a Etty. Su vida es un continuo diálogo con él. Dios es
todo en ella. Y, no es Dios quien tiene que ayudarnos a nosotros, somos
nosotros los que tenemos que ayudarle. Dios necesita de nosotros para emerger.
Solo viviendo y actuando desde la interioridad se aportará la solución y la
novedad que la situación demanda. Solo desde la interioridad se construye el
mundo y la sociedad nueva.
En los campos de
concentración, según relata Ud., Etty se afanó en la atención y dedicación con
sus hermanos judíos, que sufrieron el horror nazi. Fue una auténtica luz en
aquellas tinieblas.
Etty, ante su amigo
muerto, confirma como quiere que su vida sea en adelante: "sacarte a la
luz en los corazones de los otros, Dios mío”. Habiendo sido insensible a esta
realidad durante muchos años de su vida, ahora sabe por experiencia que es real
y que es profunda y que está siempre presente en todo, pese a las situaciones
inhumanas que contempla. Nadie le podrá arrebatar este tesoro que quiere que
otros descubran.
En el capítulo final,
desarrolla "La experiencia mística, un modo de vivir lo humano",
¿cuáles son claves para recorrer este camino interior que llevan a ello?
Donde hay experiencia de
unidad y de plenitud, la experiencia mística, el mal ya no es una amenaza en la
interioridad del ser humano. Etty descubre que la existencia del mal está en
nosotros. No es algo externo que se nos imponga. Está en cada uno de nosotros.
Lo importante no es estar vivo a costa de lo que sea, sino cómo se vive.
"Yo he muerto mil veces en mil campos de concentración. Y aun así la vida
me parece hermosa y llena de sentido cada minuto de la vida".