Dichoso el que teme al Señor (salmo 127)
Rafael Prieto
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Dichoso el que confía en el Señor,
como el niño en su padre.
Dichoso el que se pone en las manos del Señor,
como el niño se estrecha en el regazo de su madre.
Dichoso el que ama apasionadamente al Señor
como el único Absoluto de su vida.
Comerás del fruto de tu trabajo:
frutos sazonados por la gracia del Espíritu,
frutos sabrosísimos de amor y alegría.
Sentirás que tu vida no es inútil,
algo puedes aportar a la mesa de la creación.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa.
tu mujer será tu casa,
tu sementera y tu cosecha,
tu canción y tu silencio.
tu mujer, bellísima, sacramento de Dios,
presencia entrañable de Cristo para ti, y tú lo
mismo que ella.
Tus hijos, como renuevos de olivo alrededor de tu
mesa.
Son las flores de tu pascua y los frutos de tu
tierra,
tu regalo y tu conquista,
tu gracia y tu tarea,
y, sobre todo, tu esperanza.
no son para ti, pero no dejan de ser tuyos.
Ésta es la bendición del Señor
para aquel que lo busca y lo desea.
Que Dios bendiga a todos los hombres
con los frutos del Espíritu.
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