Comunidad
de amor
Dijo Jesús a los que le seguían:
En
esto conocerán que ustedes son mis discípulos, en que se aman los unos a los
otros(Jn 13,25). Puesto que Dios es Amor (1 Jn4,8)
¿Podrían
tener otro rasgo distintivo diferente los que se esfuerzan por seguir a Cristo?
Los
primeros cristianos comprendieron bien esto y por ello….
Vivían
unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían
el precio entre todos, según la necesidad de cada uno (He 2, 44-45), de modo
que la multitud de creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma (He
4,32).
Cuando
la comunidad cristiana tiene de veras a Cristo Resucitado en el centro de su
vida, Cristo irradia un amor que mantiene a los creyentes íntimamente unidos
entre sí.
Pero
no es un amor vacío o en el aire, sino abierto, vivo y manifestado en acciones
concretas. Basta recordar: He 2, 42-47 y 4, 32-35. Los cristianos compartían lo
que eran, lo que vivían y lo que tenían.
Amar
es vivir como Jesús: morir a sí mismo a favor del otro, engendrando así vida y
felicidad en los dos. Por eso decían de los primeros cristianos: Miren cómo se
aman.
Pero
los primeros cristianos también tuvieron problemas internos (He 5, 1-11 y 15,
1-29), como hoy puede tenerlos cualquier comunidad cristiana. ¡ No somos
ángeles !
Esto
nos recuerda que aún estamos en camino y no hay que resignarse ni desanimarse o
desesperarse; esto ha de ser más bien un estímulo para mejorar nuestra carrera
hacia la meta, impulsados por la luz y la fuerza del Espíritu de Pentecostés.
Por esto nos preguntamos:
1- ¿Cómo es la comunidad cristiana a la que
pertenezco? Intenta ser objetivo.
2- ¿Cómo me integro y participo en la vida de
mi comunidad?
3- ¿Qué límites encuentro en nuestra vida de
comunidad cristiana?
4- ¿Qué soy en mi comunidad: estímulo,
obstáculo o un peso muerto?
5- ¿Qué soluciones y actitudes positivas
aporto, o puedo aportar, para que mi comunidad avance?.
Palabras para el silencio