Palabras a voleo
Martín Valmaseda
En esta ocasión no vamos a hacer jugadas raras, vamos a limitarnos a un vocablo frecuente en lenguaje filosófico, político, religioso y popular.
Y pedirá también que empecemos con su etimología… vamos a hablar sobre la palabra:
OMNIPOTENTE
¡Ah
claro, nos va a hablar de Donal Trump, seguramente.
Por favor no corran. Vamos con la etimología de esa palabrita o palabrota del latín omnipŏtens, y el sufijo -entis Que todo lo puede, que tiene un poder sin límites. Sinónimo: todopoderoso.
Ya ven como el señor Trump, a pesar de su rostro, mas que de potente, de matón, parece ser que no todo lo pudo (escribo cuando aun lo intenta) muchos mandamases a lo largo de la historia se lo han creído con gestos y palabras pero ninguno ha llegado a demostrarlo.
Es
algo que las
religiones nos lo
dicen de Dios, aunque
claro, muchas personas, si
no llegaron a
creer en Dios, no
han encontrado ningún
omnipotente paseando por
las calles. Ni siquiera
en aspectos particulares,
como el fútbol. El mismo Maradona, para
meter un gol tuvo
que recurrir a la
“mano de
Dios” como él dijo, que debió
de ser quien tapó
los ojos del
árbitro para no ver
la del argentino golpeando la
pelota.
Pero
queremos ahora pensar en
lo antipática que nos resulta esta
palabra cuando en la misa que presidimos o
participamos, se repite
tantas veces: Señor Dios
omnipotente… Se ve que al
papa Francisco, tampoco le acaba
de gustar y en su comentario en
misa, al libro
del profeta Jonás dijo : “El
mensaje en el corazón del Libro profético se encuentra en el diálogo entre
profecía, penitencia, misericordia y pusilanimidad o terquedad. Y
es en el hecho de que la misericordia de Dios siempre prevalece, porque
su omnipotencia se manifiesta en su misericordia.
Fíjense
Pero una de las reacciones de muchos clérigos es que, a
la sombra del Dios procuran ellos ponerse signos de poder, potencia o prepotencia. Hemos leído
y visto muchas veces los signos de
grandes palacios, templos suntuosos, mitras y capas de varios metros,
sombreros altos, recuerdo de
antiguas religiones “paganas” (las famosas
mitras que no acaban
de desaparecer… qué contraste
con el estilo del
campesino nazareno… pues
también al artesano nazareno le está
echando encima coronas,
túnicas de colores, tronos,
rayos luminosos como fuegos
artificiales…todos los
adornos que aparentan, aunque no son, señales de
omnipotencia, pero desde
luego no
son señal de
bondad y misericordia y los
curas y obispos siguen cayendo en
brazos del casi omnipotente u
omnipresente coronavirus.
¡Cuándo llegaremos
los seguidores de Jesús
a busca signos y
palabras más familiares, sencillos, misericordiosos,
alegres bondadosos. Ni siquiera las canciones litúrgicas: desaparecieron aquellas misas de pueblos
pobres, la misa
campesina nicaragüense y la
salvadoreña… en algún
sitio las prohibió
la jerarquía: “ vos sos el Dios
de los pobres, el Dios
humano y sencillo, el Dios que suda
en la calle,
el Dios de rostro curtido,…” a
nuestro Francisco, cuando se asomó al
balcón en Nicaragua, se
la cantaron.
Piénsenlo y algún
día, si se atreven , vuelvan a
resucitarlas en su parroquia, el Dios omnipotente
no se va a
enfadar, se los prometo.
Y díganle al párroco, que en vez de Dios omnipotente, en misa diga: “Dios misericordioso” o “Dios de los pobres”; verán qué bien suena.
Martín Valmaseda