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22 de enero de 2021

Palabras a Voleo

  Palabras a voleo

Martín Valmaseda


En  esta  ocasión  no  vamos a hacer  jugadas raras,  vamos  a limitarnos  a  un  vocablo     frecuente en lenguaje  filosófico, político, religioso  y  popular.


Y pedirá también que empecemos con su  etimología… vamos  a  hablar sobre la palabra:


 OMNIPOTENTE


¡Ah  claro,  nos va a hablar de Donal Trump, seguramente.

Por favor  no  corran.  Vamos con  la  etimología de  esa  palabrita o  palabrota  del latín omnipŏtens, y el sufijo -entis  Que todo lo puede, que tiene un poder sin límites.  Sinónimo: todopoderoso.

Ya ven como  el  señor  Trump, a  pesar de su  rostro, mas  que de  potente, de  matón, parece ser  que  no  todo  lo  pudo (escribo   cuando  aun  lo  intenta)   muchos  mandamases  a   lo largo  de  la historia se  lo  han   creído  con gestos y palabras pero ninguno  ha llegado  a  demostrarlo.

Es  algo  que  las  religiones  nos  lo  dicen  de Dios,  aunque  claro,  muchas  personas, si  no  llegaron  a  creer  en  Dios, no  han   encontrado  ningún  omnipotente  paseando  por  las  calles.  Ni siquiera  en  aspectos  particulares,  como el fútbol.  El  mismo Maradona,  para  meter  un gol  tuvo  que  recurrir  a  la “mano  de  Dios” como él dijo, que debió  de  ser  quien tapó  los  ojos  del  árbitro  para  no  ver la del  argentino  golpeando la  pelota.

Pero  queremos  ahora  pensar en  lo  antipática  que nos resulta  esta  palabra cuando en  la misa que  presidimos o  participamos,  se  repite  tantas  veces: Señor  Dios  omnipotente…  Se ve que  al  papa Francisco, tampoco  le  acaba  de  gustar y en su comentario  en  misa,   al  libro  del profeta Jonás  dijo : “El mensaje en el corazón del Libro profético se encuentra en el diálogo entre profecía, penitencia, misericordia y pusilanimidad o  terquedad. Y  es en el hecho de que la misericordia de Dios siempre prevalece, porque su omnipotencia se manifiesta en su misericordia.

Fíjense

Pero una de las reacciones  de muchos clérigos  es que, a  la sombra del  Dios  procuran ellos  ponerse signos de poder, potencia o  prepotencia. Hemos  leído   y visto  muchas veces  los signos de  grandes palacios,  templos  suntuosos, mitras y capas  de  varios  metros,  sombreros altos, recuerdo  de antiguas  religiones “paganas” (las  famosas  mitras  que no  acaban  de desaparecer… qué  contraste con  el estilo  del  campesino  nazareno… pues también  al artesano nazareno  le está  echando  encima  coronas,  túnicas  de colores, tronos, rayos luminosos como  fuegos  artificiales…todos los  adornos que  aparentan, aunque  no son, señales de  omnipotencia,  pero desde luego  no  son  señal  de   bondad y  misericordia y  los  curas  y obispos siguen  cayendo en  brazos del  casi omnipotente  u  omnipresente  coronavirus.



¡Cuándo  llegaremos  los seguidores  de  Jesús  a  busca  signos y  palabras  más  familiares, sencillos, misericordiosos, alegres bondadosos.  Ni siquiera las canciones litúrgicas: desaparecieron  aquellas misas de  pueblos  pobres,  la  misa  campesina  nicaragüense y la salvadoreña…  en  algún  sitio  las  prohibió  la  jerarquía: “ vos sos  el Dios  de  los pobres, el  Dios  humano  y  sencillo, el Dios que  suda  en  la  calle,  el Dios de rostro curtido,…” a nuestro Francisco, cuando  se  asomó al  balcón  en  Nicaragua, se  la  cantaron.



Piénsenlo  y algún  día,  si se  atreven , vuelvan  a  resucitarlas  en su  parroquia, el Dios  omnipotente  no  se  va  a enfadar,  se  los prometo.

Y díganle al párroco, que en vez de Dios omnipotente, en misa diga: “Dios misericordioso” o “Dios  de los pobres”;  verán  qué  bien  suena.

Martín Valmaseda