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20 de febrero de 2021

Evangelio 1er. Domingo de Cuaresma

 Evangelio 1er. Domingo de Cuaresma (Mc. 1, 12-15)

Papa Francisco

En este primer domingo de Cuaresma, el Evangelio menciona los temas de la tentación, la conversión y la Buena Noticia.


1 Escribe el evangelista Marcos: <<El espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás>> ( Marcos 1, 12-13 ). Jesús va al desierto a prepararse para su misión en el mundo. Él no necesita conversión, pero, en cuanto hombre, debe pasar a través de esta prueba, ya sea por sí mismo, para obedecer a la voluntad del Padre, como por nosotros, para darnos la gracia de vencer las tentaciones. Esta preparación consiste en la lucha contra el espíritu del mal, es decir, contra el diablo.

 También para nosotros la Cuaresma es un tiempo de lucha espiritual: estamos llamados a afrontar al maligno mediante la oración para ser capaces, con la ayuda de Dios, de vencerlo en nuestra vida cotidiana.

 


2 Inmediatamente después de las tentaciones en el desierto, Jesús empieza a predicar el Evangelio, la Buena Noticia, la segunda palabra. Y esa buena noticia exige del hombre conversión y fe. Él anuncia: <<El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca >>; después dirige la exhortación: <<Convertíos y creed en la Buena Nueva>>, es decir creed en esta Buena Noticia: el Reino de Dios está cerca.

3. En nuestra vida siempre necesitamos conversión – ¡todos los días!, y la Iglesia nos hace rezar por esto. De hecho no estamos nunca suficientemente orientados hacia Dios y debemos continuamente dirigir nuestra mente y nuestro corazón a él. Para esto es necesario tener la valentía de rechazar todo lo que nos lleva fuera del camino, los falsos valores que nos engañan atrayendo nuestro egoísmo de forma sutil. Sin embargo, debemos fiarnos del Señor, de su bondad y de su proyecto de amor para cada uno de nosotros. La Cuaresma es un tiempo de penitencia, pero no es un tiempo triste, de luto. Es un compromiso alegre y serio para despojarnos de nuestro egoísmo, de nuestro hombre viejo, y renovarnos según la gracia de nuestro bautismo.

Solamente Dios puede darnos la verdadera felicidad: es inútil que perdamos nuestro tiempo buscándola en otro lugar, en las riquezas, en los placeres, en el poder, en la carrera…

El reino de Dios es la realización de todas nuestras aspiraciones, porque es, al mismo tiempo, salvación del hombre y gloria de Dios.

Papa Francisco