Palabras a voleo
Martín Vamaseda
Esta vez echamos
a voleo no una palabra sino muchas mezcladas y relacionadas con el tema del
artículo porque queremos pensar junto con ustedes sobre las palabras:
VOLEO, VUELO, VOLAR...
sin querer nos saldrán también:
levantarse, aterrizar y ... estrellarse.
Empezamos
diciendo que uno de los grandes sueños del ser humano ha sido, mirando a los
pájaros, como ellos poder elevarse sobre el suelo lo más alto posible.
En la isla de
Creta durante el mandato del rey Minos vivía un inventor llamado Dédalo. El
rey, para asegurarse la propiedad de sus inventos, lo encerró junto con su hijo
Ícaro en una cueva que asomaba al mar desde un alto acantilado. Después de
algún tiempo, cuando Ícaro llegó a la adolescencia y sintió el deseo de ser
libre, Dédalo decidió imitar a los pájaros y construyó dos pares de alas y dos
arneses. Recolectó plumas de los pájaros que anidaban en el acantilado y las
pegó con cera. Cuando estuvieron listos
salieron volando desde el acantilado y Dédalo aterrizó en la playa de una isla
cercana, pero Ícaro, entusiasmado con el vuelo competía con las aves y se
acercaba al sol; el calor derritió la cera y se
desprendieron las plumas. El desdichado Ícaro, cayó al mar, solo
quedaron unas cuantas plumas flotando en las aguas.
O sea que la primera palabra con la que empezamos es precisamente lo contrario de volar: estrellarse.
Y así siguió la historia.
Con inventores que inventaban pero no funcionaba el invento. Eso nos lo cuenta Bertold Bretch:
¿Tenía razón el
Obispo?
Y los pueblos
indígenas de México, siguieron encontrando otros modos de volar.