COMUNICADO DEL VICARIATO APOSTÓLICO DE PETÉN
“El que recibe a un niño en mi nombre, a
mí me recibe.
Pero al que le hace daño a un niño, más le vale que le cuelguen al cuello
una piedra de molino, y lo hundan en lo más profundo del mar”
(del Evangelio de San Mateo: 18,5-6)
A los Fieles
Católicos del Vicariato Apostólico de Petén
A
las
Autoridades
Nacionales y
Departamentales
A los Hombres
y Mujeres
de
buena voluntad
Con mucha tristeza y con mucho dolor, nuevamente -como
Iglesia Católica
de Petén- no
podemos quedarnos ni indiferentes ni callados, ante la violencia que golpea y enluta a
nuestro querido Petén.
La Declaración Universal de Derechos Humanos dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida y a la seguridad de su persona”.
La otra cara o el 'revés' de esta afirmación y de este primer “derecho humano” es la violencia, que mata a la persona humana
y mata todos sus “derechos”.
Por eso, el escritor español José Luís Martín Descalzo -con razón- ha escrito: “Sí, no exagero al llamar “hija del diablo” a la violencia. Es su hija primogénita, su predilecta, la más directamente salida de su corazón, el único
amargo fruto de esa esterilidad que le es congénita al diablo”.
Lamentablemente la inseguridad, la violencia y la muerte -en Petén- se han vuelto como
'nuestro pan de cada día', como un problema permanente y preocupante; y -tal
vez-
como el primer problema
de Petén.
¡Qué triste contradicción: somos 'pobres'
(entre los más pobres) en desarrollo humano
integral; pero, 'ricos' en violencia
y muerte!
Como el 'botón de muestra'
más
tierno y más trágico de esta grave situación de violencia,
señalamos el secuestro y la horrible muerte de la niña Sharon Jasmine Figueroa Arriaza, de apenas 8 años de edad -entre el 9 y el
10 de
febrero- en el barrio La Ceibita, de Melchor de Mencos.
Porque, como dice un refrán judío: “Un niño es el mundo entero”. Con la muerte de Sharon Jasmine se muere el mundo entero, se muere Guatemala, se muere Petén, nos morimos todos.
Frente
a este
hecho, criminal y tan doloroso:
1.— Compartimos el sufrimiento y las lágrimas de la familia, a la cual acompañamos con
nuestra participación y cercanía, y con nuestra oración fraterna.
2.— Manifestamos nuestra indignación, nuestro profundo horror y rechazo por esta muerte
inhumana
y
absurda, de una niña inocente y feliz,
porque sobre todo los niños
tienen
derecho a
la vida y a
una
vida plena
y bella.
3.— Expresamos que esta muerte violenta -sobre todo por ser la muerte de una niña- es el
síntoma de que el
cáncer de la violencia está destruyendo nuestra sociedad guatemalteca, porque
está destruyendo hasta los valores más sagrados y más queridos, como es la niñez.
4.— Pedimos que las autoridades investiguen y aclaren exhaustivamente los hechos para
llegar a la aplicación correcta de la justicia.
5.— Proponemos que ante esta violencia desatada, tan compleja y con tantos actores y
causas, no se busquen
soluciones
inmediatistas
o populistas
(por
ejemplo: la
pena
de muerte, que
va en contra de la
enseñanza de la
Iglesia
Católica),
sino
que se toquen las
raíces estructurales y profundas que
tienen a Petén en esta
situación tan difícil.
6.— Reafirmamos nuestra elección decidida y absoluta a favor de la vida, sobre todo de los niños y de los más indefensos; a
favor de la
dignidad
de cada
persona
(hecha a imagen
y semejanza de Dios) y a
favor del bien común del Pueblo
Petenero.
7.— Invitamos en especial a los fieles católicos a tener fe que -en Cristo Resucitado- el bien
triunfará sobre el mal, a
orar en
familia,
y
a
llevar nuestra
vida
según los valores
del evangelio,
con
honestidad
y solidaridad, para construir juntos una nueva sociedad.
Fraternalmente:
Mario Fiandri,
Obispo
Vicariato Apostólico
de Petén
Flores, Petén, 11 de febrero de 2021.