El cuento de WILLY
Historia de un niño algo especial que de mayor lo siguió siendo… a su manera
Martín Valmaseda
CAPITULO 20
CONTRASTES
Verán que ese fue un día de muchos contrastes, reflejo de lo que es Guatemala. No me refiero sólo al contraste entre campesinos indígenas y alumnos ladinos unos mestizos, otros indígenas de distintas etnias , con idiomas que no todos entendían, costumbres diferentes y también distintas religiones. Muchos católicos, otros de la iglesia del Nazareno, algunos testigos de Jehová, y alguna otra confesión evangélica.
Precisamente aquel día llegaba el P. Eulogio a la capilla de esa aldea: un barraconcito de madera con suelo de tierra y asientos de tablas sobre bloques de cemento. Todas las aldeas de esa zona pertenecían a la parroquia del Calvario. Un templo grande que tenía a su cargo 125 aldeitas por los montes de Alta Verapaz. Podían pasar los sacerdotes a celebrar sacramentos 3 ó 4 veces al año. Entonces se celebraban en esa aldea, además de misas, primeras comuniones, bautizos, confesiones… y se comentaba el evangelio de ese domingo. Los catequistas durante el año celebraban “la palabra” como decían: Eran especie de misas sin consagrar la eucaristía, donde se daba la comunión guardada en el sagrario que se había dejado lleno de hostias consagradas la última vez que pasó el “padre” del Calvario. Esta vez, poco después que llegasen los muchachos del instituto apareció el padre Eulogio, uno que había llegado a Guatemala hacía pocos días, acompañado de dos catequistas que fueron sus guías para llegar allí. Fueron sus guías y también sus traductores. Muchos de los feligreses no sabían o hablaban poco el “castilla” y necesitaban intérprete en la misa .
A todo esto hay que decir que también los estudiantes se repartieron. Los que eran de iglesias “evangélicas” subieron, media hora de camino, a una aldea cercana donde había una iglesia del Nazareno .
La misa, acompañada por la música de marimba duró dos horas y media, sin que nadie hiciera gesto de impaciencia… bueno alguien sí, los estudiantes que estaban acostumbrados a misas de hora y cuarto… (si hubieran sido de ciudades europeas, a la media hora ya estarían mirando al reloj y de reojo a la puerta) .
Al terminar la celebración el P. Eulogio se quedó hablando un rato con la gente y desayunado un tazón de caldo de arroz con pollo, hasta que los catequistas, jalaron de él : Padre perdone, dentro de una hora tenemos la misa en la aldea de San Pedro… que está ¡a tres cuartos de hora y cuesta arriba!… el P. Eulogio dejó la pata de pollo sin terminar agarro el bastón (la mochila, la llevaba ya una catequista que le acompañaba) y salieron a buen paso por el camino empinado. Ese día todavía le quedaban dos aldeas más donde celebrar sacramentos.
Pero antes de salir pasó algo inesperado. Willy se acercó al P. Eulogio. “Perdone Padre ¿me deja que le acompañe?”. El sacerdote se asombró “Ya vas a aguantar?”. - “Sí Yo he caminado bastante con mis papás. Les gustaba bastante las excursiones…” - miró a Telma – “ Tú ya les acompañas a los compañeros?” – “sí no te preocupes…”
El sacerdote, Willy, la
catequista y tres
acompañantes más se perdieron
por el camino del bosque. Nosotros nos
quedamos sorprendidos por el
atrevimiento de Willy y nos sentamos, esperando al capítulo 21.
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