Palabras a voleo
Martín Valmaseda
Estamos en un tiempo oportuno
para el tema del que intento hablar, de dos palabras que
parecen diferentes pero que se
pueden interpretar de diversas
maneras.
Una de las palabras que voleamos hoy es la de MARTIRES la otra… ¿diferente? es la de SANTOS INOCENTES.
Me dirán ustedes: pues claro que son distintas… Más despacio. Pensemos. La palabra “mártir”, traducción del griego, significa TESTIGO. Aunque en nuestra historia cristiana la usemos para indicar quien muere por defender su fe, no es ese su único sentido. Toda persona que con su acción con su testimonio, con su amor al prójimo es testigo (mártir) pero no se le llama así. En Guatemala, cuando por la persecución estaban matando a muchos sacerdotes y catequistas, se cerró la diócesis del Quiché, se marcharon los misioneros. Pero hubo uno que no se marchó y aguantó aquellos duros días. No lo mataron; tuvo suerte, pero ¿fue menos mártir por eso?
Veamos ahora la otra
cara de la moneda. Cuando
según cuenta San Mateo, irritado Herodes por
que se le escaparon los magos de
oriente por otro camino y no pudo matar
a Jesús, mandó matar a los niños menores de dos años. Ellos, pobrecitos, no murieron por su fe.
No tenían fe, sino por la mala suerte de
haber nacido en Belén en los
tiempos de Jesús. No fueron testigos de
su fe que aun no tenían, fueron
… eso; “santos inocentes”. En
España y otros países ese día en su
recuerdo (¿) se hacen bromas,
también inocentes: inocentadas.
Cuando hay persecución religiosa
en un
país gente ignorante y
enemiga de la fe,
sale a las calles a “matar curas”
y quemar iglesias. Cuentan que
algunos entraban en un templo, hacían la señal de la cruz como habían mecánicamente aprendido de
pequeños, y luego se ponían a disparar a las imágenes y a todo lo que por allí se movía. Entraban en un convento y mataban a todos los religiosos
sin preguntarles cuál era su fe, si creían de verdad o si
abjuraban de Jesús,
como solía suceder con los mártires de los primeros tiempos.
Acaso a algunos que murieron
así, casi sin enterarse, sin
tener tiempo ni de perdonar a sus
asesinos, más que a santos canonizarlos habría que llamares
El Santo
inocente Roberto, Luis, María,
Juana… como se llamase.
Bueno, tal
vez eso es matizar demasiado, se les puede llamar beatos o santos, víctimas de una sociedad brutal
que mata casi sin
motivo. Por eso
la visita del papa Francisco a otros
países, como Iraq…
son visitas de paz.
Todos tenemos que ser
santos inocentes, tenemos que
ser testigos, mártires del amor que tenemos a los demás.
Por ellos nos sacrificamos pero
sin martirizar a nadie.
Tenemos que ir
haciendo un mundo de mártires sin
que nadie muera o mate
sino que todos vivamos
el amor de Dios,
que es eso: AMOR, en cualquier
religión y cultura, testigos del amor.
Mártires inocentes, sin que nadie mate a nadie.