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27 de marzo de 2021

Vía Crucis

 

VIA CRUCIS

Juan 18-19

Rony Enrique Ríos Guzmán

Allí estaba, frente a la jueza, custodiado por esos dos policías que lo habían acosado y perseguido todo el tiempo sin haberle podido probar ningún delito, hasta hoy que lo habían capturado por tratar que dos antiguos amigos enmendaran su conducta.

 


– Diga su nombre, edad, ocupación y cómo se declara– le preguntó

 

– Chuspueblo, 33 años, soy todólogo e inocente– respondió.

 

Solo decía la verdad pero sintió como que su respuesta no le agradó a la jueza. Los policías insistían en que era la tercera vez que lo habían sorprendido en algo ilícito: La primera, un año atrás, había sido sorprendido robando un pan. Lo recordaba bien porque llevaba 4 días sin comer, mendigando por todos lados sin que nadie le diera nada. Buscando algún trabajito: cuidar carros, arreglar un jardín, hacer algún mandado, lo que fuera, pero al final….. nada. El hambre se hizo insoportable y al ver a un panadero con su canasto sobre el hombro, no soportó la tentación y tomó un pan. Estos mismos policías lo habían agarrado y lo habían llevado ante el Comisario. En el camino había encontrado a su madre y a otras amigas, quienes lo acompañaron y lo defendieron ante el jefe de la policía. Debido a que no había parte pidiente, el Comisario se compadeció de él y lo dejó en libertad.




Tres meses antes había sucedido el segundo incidente. Se encontró a la Vero, una amiga a quien tenía años de no ver, quien le contó que trabajaba en una maquila. Le comentó lo mal que les pagaban, el poco tiempo que les daban para almorzar, la falta de permisos hasta para ir al baño y que les descontaban el día y el séptimo si llegaban más de 10 minutos tarde. Chus ofreció ayudarle a ella y a otras amigas que estuvieran interesadas. Le comentó que tiempo atrás él había estado trabajando en una fábrica durante 12 meses donde había logrado iniciar la organización rudimentaria de un sindicato pero el dueño lo había despedido al enterarse del asunto.

Tratando de buscar un lugar seguro para reunirse con la Vero y sus amigas tropezó con el problema que casi no habían salones en el vecindario. Los pocos disponibles tenían un costo muy alto por su alquiler. Al fin encontró una casa, que según le dijo un vecino del lugar, estaba abandonada pues sus dueños se encontraban en los Estados. Cuando Chus se había subido a la pared exterior para dar un vistazo general, este vecino que resultó ser el dueño de la casa en mención, llamó a la policía y le acusó de ladrón y de pandillero. La misma pareja de policías que lo aprehendieron ahora, habían acudido al llamado y en plena vía pública, lo desnudaron buscándole tatuajes que lo identificaran con alguna mara. Al no encontrárselos y debido a que el vecino rehusó presentarse como acusador, lo tuvieron que dejar libre nuevamente.

Y luego esta tercera vez. Se encontró accidentalmente con 2 antiguos conocidos de su infancia que lamentablemente habían desviado su camino. Estaban en una esquina fumando mariguana y lo invitaron a que probara. El se rehusó y trató de convencerlos de que dejaran esa vida y se dedicaran a algo útil y productivo. Ellos le insistieron y le dieron un paquete de la hierba para que la conociera y viera su calidad. Él se los devolvió y les dijo que no le interesaba. Que lo que quería era ayudarlos para que cambiaran su vida. Justo en ese momento salieron corriendo en diferentes direcciones y él, sorprendido por tal acción, volvió la vista. Al divisar a los mismos 2 policías que se abalanzaban sobre él para atraparlo, supo que era su condenación.

Parecía que había venido al mundo para sufrir y perder. Desde el día de su nacimiento empezó su destino equivocado: doña Maruca, su madre, ya con dolores de parto, decidió ir a ver a una familiar, con tan mala suerte que dió a luz en el autobús. Al llevarlos al hospital no les atendieron por estar los trabajadores en un “paro laboral”.

Luego en su niñez no pudo estudiar ya que nunca lo lograron inscribir. Por más que madrugaba su madre y aunque consiguiera el formulario inicial, cuando en la entrevista llegaban a la sección de ocupación de los padres era cuando le decían que ya no había espacio:

 

– ¿Su nombre y ocupación señora? –

 

– María López, me estoy en la casa y a veces lavo y plancho ajeno –

 

– ¿Y el de su esposo? –

 

–José García. El trabaja algo de carpintería, pinta casas y los chapucitos que le salen de vez en cuando. Le hace a todo un poquito –

 

Chus aprendió a leer un poco con su papá mientras le ayudaba algo en los pocos trabajos que lograba conseguir, y después tuvo que trabajar fuera de su casa: estuvo de ayudante de albañil, de peón, cargó bultos en el mercado, ayudante de cocina en un restaurante. Allí fue donde conoció al dueño de una fábrica, a donde después fue a trabajar. Estuvo laborando un año en ese lugar pero lo despidieron y ahora se ganaba la vida con los trabajitos que lograba obtener.

 

– ¿Dónde tenía escondida la droga el joven?—

 

La pregunta que la jueza hacía a los policías lo volvió a la realidad. Ellos dijeron que la habían encontrado tirada como a 3 metros del acusado. La magistrada les explicó que en ese caso no podía ordenar la detención y que tenía que dejarlo en libertad. Ellos se opusieron pues les costaba mucho atrapar ladrones y malhechores para que los dejaran libres solo por capricho de algunos abogados. La jurista se molestó mucho y le dijo a Chuspueblo que podía retirarse mientras se quedó discutiendo con los policías.

Al ver que Chuspueblo salía del juzgado, los policías volvieron con sus argumentos para ver si podían revocar la decisión, pero la jueza les rebatió que nada podía hacer ella sin pruebas fehacientes de la culpabilidad de alguien.


—A mí me tienen atada las leyes y reglamentos, el Ministerio Público y el Consejo de la Carrera Judicial porque si dictamino algo ilícito, sería sancionada arriesgando incluso hasta mi empleo. Yo estoy conciente que esta gentuza no debería de estar molestando a la población pero legalmente no puedo hacer nada. Pero ustedes tienen la ventaja de trabajar libres en las calles, tienen armas y en casos severos incluso pueden argumentar que cualquier cosa ocurrió en defensa propia. Incluso, si llegaran a necesitarlo, cuentan con mi apoyo aduciendo que este marero salió insultándolos de aquí. Así que si ustedes están muy preocupados por el futuro de ese maleante, hagan lo que tengan que hacer—concluyó la jueza.

Ni lerdos ni perezosos los dos policías salieron corriendo en busca de Chuspueblo. A las cinco cuadras vieron que caminaba en forma despreocupada. Con sumo cuidado empezaron a seguirlo, hasta que llegaron a un callejón estrecho. Se oyeron 4 disparos y luego se vió a los policías cuando huyeron corriendo, so pretexto de perseguir al autor de los disparos.

………..…Al despedir el féretro en el cementerio varios asistentes tomaron la palabra para expresar sus sentimientos. El último orador mencionó la lucha constante que siempre había mantenido el ahora fallecido por defender a los menesterosos, a las trabajadoras de maquila, a los niños de la calle, en general, a la gente como él. Dijo que alguien muere solo cuando lo olvidan y Chuspueblo nunca moriría realmente porque siempre lo recordarían. Con lágrimas en los ojos empezó a cantar:

“Vos estarás resucitando, en cada brazo que se alza, para defender al pueblo del dominio explotador, porque estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección, vos estás vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela, creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección” .

 

Tomado de Servicios Koinonia