Oración nocturna (salmo 4)
Rafael Prieto
Un
poco de luz, Señor,
un
poco de esa luz maravillosa,
de
ese resplandor de tu rostro,
porque
estoy enteramente a oscuras.
Han
puesto mi cuerpo en la caverna,
mi
cama entre los muertos.
He
bajado a los infiernos, lugares profundos,
donde no hay más que noche y silencio.
Un
poco de luz, Señor.
Muchos
se burlaban y decían
que
me habías abandonado,
que
me echabas a las tinieblas,
que
ya no había luz ni alegría para mí.
Un
poco de luz, Señor.
Escúchame,
defensor mío.
Tú
fuiste siempre mi Abbá.
Tú
me alimentabas con tu cariño.
Tú
me ensanchabas el alma con tu dicha
en
el momento del aprieto.
Tú
eras mi encanto y mi victoria.
Ahora
te necesito más que nunca.
Un
poco de luz, Señor, Padre mío.
Que
no quede en esta sombra para siempre.
Dime
que esto sólo es un sueño,
que
puedo dormir en paz, que solo serán tres días.
¡Ah!,
sí estoy seguro, solo serán tres días.
Así
estaba escrito.
Después
será la vida,
contemplar
el resplandor de tu rostro
y
bañarse eternamente
en
el océano de tu luz.
Los
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