PALABRAS A VOLEO
Martín Valmaseda
SALIR
¿HACIA DÓNDE TIENE QUE SALIR
LA IGLESIA?
Manlio Fabio
Altamirano
En el 2015 el teólogo brasileño Leonardo Boff publica un artículo denominado “Papa Francisco: Iglesia en salida, ¿de dónde y hacia dónde?” (Boff, 2015) en el que hace un análisis de los muchos significados de los que se puede entender la idea de una Iglesia en salida. En el mencionado artículo plantea una serie de “salidas” que considero de gran importancia no solo mencionar, si no revivir.
El conocido teólogo inicia diciendo que la Iglesia de salida busca señalar una ruptura con la Iglesia “rehén de tradiciones fosilizadas y con un mensaje que no mordía los problemas de los cristianos y del mundo actual”, lo cierto es que es, la realidad del mundo ha sufrido cambios significativos, de forma muy particular América Latina ha buscado desde hace décadas hacerse ver como un pueblo que enriquece el pensamiento y el análisis de la realidad del mundo en el que vive.
Ya en los setentas los teólogos latinoamericanos propusieron otra visión de la realidad con la Teología de la Liberación. Por otra parte, a la par, se generaron perspectivas filosóficas, psicológicas, pedagógicas que pretendían voltearnos a ver como un subcontinente que tiene mucho que decir, a últimas fechas Boaventura de Sousa propone una Epistemología del sur, que, entre otras cosas busca una ruptura con las posturas clásicas de la filosofía.
Hablando en términos generales ninguna ruptura es fácil, todas y cada una representa un cambio al y de lo establecido, pero, sin duda, también es muestra de una evolución hacia la madurez de quien lo facilita.
Siguiendo el texto de Leonardo Boff, ya citado, este autor hace una lista donde cita de dónde y hacia dónde es la salida que requiere la Iglesia actual.
En primer lugar, dice:
“Salida de una Iglesia-fortaleza que protegía a los fieles de las libertades modernas
hacia una Iglesia-hospital de campaña que atiende a toda persona que la busca…”
El mundo actual ha cambiado de tal forma que la época de Dios como centro, que
se tenía todavía a mediados del Siglo XX, se ha perdido. Vivimos en un mundo al
borde de la idolatría, teniendo como dios al dinero y al poder. Esto ha dejado
a muchas personas sin un asidero espiritual que se requiere de forma acorde con
la propia naturaleza humana.
Luego entonces la propuesta de una Iglesia-hospital de campaña se hace indispensable para que la Madre-Iglesia no deje en el desamparo a los pobres, y con este calificativo no me refiero solo a los económicamente limitados, sino a todos los necesitados de un faro espiritual.
Otro punto es: “Salida de una Iglesia-institución absolutista, centrada en sí misma hacia una Iglesia-movimiento, abierta al diálogo universal, con otras Iglesias, religiones e ideologías”, la Iglesia siempre se ha autonombrado Universal, sin embargo, la cerrazón y el distanciamiento con el resto de las ideologías y religiones a lo largo de la historia ha sido evidente. La apertura al diálogo y a un diálogo con intención de generar entendimiento y correspondencia con los líderes ideológicos se hace importante, no que esto signifique acuerdo con perspectivas antihumanas, sino, por el contrario, que se pueda señalar las decisiones o acciones que van en contra del pueblo. Hace falta una Iglesia de denuncia.
Otro punto que considero importante es: “Salida de una Iglesia-autoridad eclesiástica, distanciada de los fieles o incluso de espaldas a ellos, hacia una Iglesia-pastor que anda en medio del pueblo, con olor a oveja y misericordiosa”.
En la década de los setentas, la Compañía de Jesús bajo la dirección del P. Arrupe, formuló el documento denominado “Decreto Cuarto” en donde ya se cuestionaba “¿Dónde vivimos?, ¿dónde trabajamos?, ¿cómo?, ¿con quiénes? ¿cuáles son eventualmente nuestras convivencias, dependencias o compromisos respecto a las ideologías y poderes? ¿Sabemos hablar de Jesucristo a hombre aún no convertidos?, etc. Todo esto, a la vez en el plano personal, comunitario e institucional” (Decreto cuarto n 74). Lo anterior significa la necesidad de un acercamiento al prójimo que me permita conocerlo. Es claro que como dice el mismo documento esto implica que no se puede trabajar por la justicia “sin que paguemos un precio. Pero este trabajo hará más significativo nuestro anuncio del Evangelio y más fácil su acogida (Decreto cuarto n.46). Pero, ¿ese precio no lo paga el pueblo diariamente?
Para terminar con esta
breve referencia al trabajo de Boff quiero citar otra de sus afirmaciones sobre
la Iglesia de salida: “Salida de una Iglesia-obediencia y de la reverencia
hacia una Iglesia-alegría del evangelio y de esperanza todavía para este
mundo”. Considero que la Iglesia ha estado elevada desde hace mucho a un sitial
donde la alegría se ha dejado de lado, el Evangelio es, sin duda, un mensaje de
alegría y esperanza en sí mismo. Existen algunas corrientes que buscan volver a
acercar la Iglesia a Cristo-Jesús, del que se suele tener una imagen de
sufrimiento o de lejanía humana. Con seguridad Jesús vivió con alegría y
esperanza.
Cuando hablamos del
Papa Francisco y su intención de una Iglesia de salida, seguramente él tenía en
mente estos elementos y muchos otros que señala Boff y, quizá algunos otros que
no menciona. Lo cierto es que la idea de una Iglesia abierta, cercana, situada
y alegre Francisco la ha hecho vida a lo largo de todo su trabajo apostólico
desde su trabajo en Buenos Aires hasta su último viaje a Irak.