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20 de mayo de 2021

El Evangelio y la reflexión de Pagola

 

ALIENTO DE VIDA

 


Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

Paz a vosotros.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos (Juan 20, 19-23).

 

ALIENTO DE VIDA

Al final de su evangelio, Juan ha descrito una escena grandiosa. Es el momento culminante de Jesús resucitado. Según su relato, el nacimiento de la Iglesia es una <<nueva creación>>. Al enviar a sus discípulos, Jesús <<sopla su aliento sobre ellos y les dice: “Recibid el Espíritu Santo”>>

Sin el Espíritu de Jesús, la Iglesia es barro sin vida: una comunidad incapaz de introducir esperanza, consuelo y vida en el mundo.

Sin el Espíritu creador de Jesús podemos terminar viviendo en una Iglesia que se cierra a toda renovación: no está permitido soñar en grandes novedades; lo más seguro es una religión estática y controlada, que cambie lo menos posible.

¿Cómo no gritar con fuerza: << ¡Ven, Espíritu Santo ! Ven a tu Iglesia. Ven a liberarnos del miedo, la mediocridad y la falta de fe en tu fuerza creadora>>?. No hemos de mirar a otros. Hemos de abrir cada uno nuestro propio corazón.

NUEVO INICIO

Nadie los puede consolar de su tristeza. Poco a poco, el miedo se va apoderando de todos, pero no tienen a Jesús para que fortalezca su ánimo. Lo único que les da cierta seguridad es <<cerrar las puertas>>. Ya nadie piensa en salir por los caminos a anunciar el Reino de Dios y curar la vida. Sin Jesús, ¿Cómo van a contagiar su Buena Noticia?.

El Resucitado está de nuevo en el centro de su comunidad. Así ha de ser para siempre. Con él todo es posible: liberarnos del miedo, abrir las puertas y poner en marcha la evangelización.

Lo primero que infunde Jesús a su comunidad es su paz. Ningún reproche por haberlo abandonado, ninguna queja ni reprobación. Solo paz y alegría.

Lo que necesita hoy la Iglesia no es solo reformas religiosas y llamadas a la comunión. Necesitamos experimentar en nuestras comunidades un <<nuevo inicio >> a partir de la presencia viva de Jesús en medio de nosotros. Solo él ha de ocupar el centro de la Iglesia. Solo él puede impulsar la comunión. Solo él puede renovar nuestros corazones.

BARRO ANIMADO POR EL ESPÍRITU

Pero a los discípulos les espera una misión. Jesús no los ha convocado solo para disfrutar de él, sino para hacerlo presente en el mundo.

Jesús los <<envía>>. Su tarea es la misma de Jesús. No tienen otra: la que Jesús ha recibido del Padre. Tienen que ser en el mundo lo que ha sido él.

Pero sabe que sus discípulos son frágiles. Necesitan su propio Espíritu para cumplir su misión. Por eso se dispone a hacer con ellos un gesto muy especial. No les impone sus manos ni los bendice, como hacía con los enfermos y los pequeños: <<Exhala su aliento sobre ellos y les dice: “Recibid el Espíritu Santo”>>

Dios modeló a Adán con <<barro>>; luego sopló sobre él su <<aliento de vida>>; y aquel barro se convirtió en un <<viviente>>. Eso es el ser humano: un poco de barro alentado por el Espíritu de Dios. Y eso será siempre la Iglesia: barro alentado por el Espíritu de Jesús.

ACOGER LA VIDA

Hablar del <<Espíritu Santo>> es hablar de lo que podemos experimentar de Dios en nosotros. El <<Espíritu>> es Dios actuando en nuestra vida: la fuerza, la luz, el aliento, la paz, el consuelo, el fuego que podemos experimentar en nosotros y cuyo origen último está en Dios, fuente de toda vida.

El signo más claro de la acción del Espíritu es la vida. El Espíritu Santo siempre es <<dador de vida>>. De Dios siempre estamos recibiendo <<nueva energía para la vida>> (Jürgen Moltmann).

Para bastantes, la experiencia fundamental es el amor de Dios, y lo dicen con una frase sencilla: <<Dios me ama>>. Les da fuerza para levantarse de la humillación o el desaliento, les ayuda a encontrarse con lo mejor de sí mismos.

Nadie vive privado del Espíritu de Dios. En todos está él atrayendo nuestro ser hacia la vida.

Acogemos al <<Espíritu Santo>> cuando acogemos la vida. Este es uno de los mensajes más básicos de la fiesta cristiana de Pentecostés.

ABIERTOS AL ESPÍRITU

No hablan mucho. No se hacen notar. Su presencia es modesta y callada, pero son <<sal de la tierra>>. Mientras haya en el mundo mujeres y hombres atentos al Espíritu de Dios será posible seguir esperando. Ellos son el mejor regalo para una Iglesia amenazada por la mediocridad espiritual.

No viven de apariencias. Su vida nace de lo más hondo de su ser. Viven en armonía consigo mismos, atentos a hacer coincidir su existencia con la llamada del Espíritu que los habita. Sin que ellos mismos se den cuenta son sobre la tierra reflejo del Misterio de Dios.

Tienen defectos y limitaciones. No están inmunizados contra el pecado. Pero no se dejan absorber por los problemas y conflictos de la vida. Se esfuerzan por vivir en presencia de Dios.

Estos hombres y mujeres abiertos al Espíritu son fuente de luz y de vida. Aman con ternura y compasión a gentes que no conocen. Dios les hace vivir en unión profunda con la creación entera.

En medio de una sociedad materialista y superficial, que tanto descalifica y maltrata los valores del espíritu, quiero hacer memoria de estos hombres y mujeres <<espirituales>>. Ellos nos recuerdan el anhelo más grande del corazón humano y la fuente última donde se apaga toda sed.

 

José Antonio Pagola