PALABRAS A VOLEO
Martín Valmaseda
Hoy echamos a voleo una triste palabra que hace poco ha salido volando por el mundo y que no tenemos más remedio que aplicarnosla a nosotros mismos los que decimos que creemos en Jesús, la palabra es
APOROFOBIA
Del gr. ἄπορος áporos 'carente de recursos' y -fobia, término acuñado por la filósofa española A. Cortina.
1. Fobia a las personas pobres o
desfavorecidas.
"La
Iglesia es rica, muy rica, aunque seguramente mal administrada"
La
Iglesia no es pobre
(Y en
ella existe una
contradicción entre la compasión
y un miedo oculto a
la gente pobre que
se acerca a sus instituciones...
También en muchos organismos de la iglesia existe junto a palabras de
lástima una huida
de los ambientes pobres).
Dejamos
a Antonio Aradillas que nos lo comente.
Corona
de diamantes de Santa María la Real de Pamplona
"Con
los báculos, anillos, mitras de los obispos de cualquier provincia
eclesiástica, se les podría facilitar vivienda a cualquier necesitado de
ellas"
"Con
una corona de las que les sobran a las Vírgenes en sus santuarios y
procesionando en el día de su fiesta, podrían construirse hasta alguna
barriada"
"Presentarse ante el pueblo de Dios, oficiando o sin oficiar, pero “ornamenteados” al uso episcopal, constituye, y es, para muchos algo así como una provocación aún de carácter social, carente de contenido y significación religiosa"
"La
impresión litúrgica y para-litúrgica que ofrecen los miembros de su jerarquía
no limita en absoluto la imagen de “dignidad” ostentosa y pontifica"
14.06.2021 Antonio Aradillas
La Iglesia no es pobre. Así como suena y, con el Evangelio en las manos, dejándonos de enrevesadas interpretaciones escolásticas de feudalismos religiosos. La honestidad teológica obliga a los cristianos, por serlo, a la profesión y practica de la pobreza, tanto individual como colectivamente, es decir, en las “Comunidades” que en los cánones sagrados se intitulan “Religiosas”.
La
Iglesia es rica. Muy rica, aunque seguramente mal administrada. ¿Hay clérigos
“santos” expertos en estas materias, al igual que los hay en Ciencias Bíblicas,
en Sagrada Liturgia y sobre todo, en Derecho Canónico? En España, después del
Estado, la Iglesia es la institución que más bienes posee, inmatriculados o sin
matricular, aún después de haber padecido “terribles, perversas, desoladoras y
anti-clericales desamortizaciones”.
Tiempos
hubo los que la “Corte” de los Arzobispos Cardenales Primados de Toledo contaba
con un número de servidores-serviciarios, laboralmente ligados a su catedral,
que rondaba los 700. El apelativo de
“Dives toletana –“rica toledana”,- aplicado a su sede y a su templo, no tenía en cuenta las riquezas
ornamentales y artísticas de tan suntuoso y monumental
edificio , sino las rentas, ganancias y “dignidades” de su clero, en la variopinta pluralidad de
versiones ”sagradas”.
Con denodada y lacrimógena reiteración se ofrecen los datos oficiales que reflejan la situación económica que padece hoy la Iglesia , de modo especial a consecuencia de la proliferación coronavírica, con titulares de prensa tales como “Más de un tercio de las diócesis españolas tuvieron déficit”; “Algunas de sus obras e instituciones están al borde de la bancarrota” y “Los gastos de “Cáritas” y otros organismos y obras, crecen con desolación y sin posibilidad de ser debidamente atendidas“.
El riesgo de la desaparición de obras culturales o benéficas por las que la Iglesia y sus responsables lucharon con generosidad religiosa, durante siglos largos y con medios precarios, en sus niveles nacionales, diocesanos y parroquiales, está al acecho, y a la espera de ayudas, al menos para hacer desaparecer de pueblos y ciudades las bochornosas “colas” peticionarias para subsistir y no perecer de hambre.
Y
en este contexto, la Iglesia sigue siendo, y apareciendo, como rica. La
impresión litúrgica y para-litúrgica que ofrecen los miembros de su jerarquía
no limita en absoluto la imagen de “dignidad” ostentosa y pontifical que exhibe
ante el pueblo aún en sus letanías y procesiones, tal vez alentados todavía por
la idea y creencia de que la adoración a Dios no tiene otro camino que
recorrer, que el que macan las mitras, los báculos, el incienso y los
ornamentos que se dicen sagrados …
Presentarse
ante el pueblo de Dios, oficiando o sin oficiar, pero “ornamenteados” al uso
episcopal, constituye, y es, para muchos algo así como una provocación aún de
carácter social, carente de contenido y significación religiosa. De esta impresión eminentemente popular
podrían -deberían- tomar nota y difundir sus comentarios, los informadores religiosos, describiendo,
por ejemplo, y a modo de anécdota que el orden jerárquico que se cumple a la
perfección en las reuniones oficiales de
la CEE, en cuya presidencia tienen
habitualmente su sede los eminentísimos Cardenales , en el “patio de los
leones” la tienen los reverendísimos arzobispos y en el resto del aula se
asientan los obispos titulares, ocupando los últimos puestos quienes todavía , por la misericordia de
Dios y el favor de otros, solo pueden
hacer uso sumiso y humilde de
“auxiliares”, es decir, de “prestadores de ayuda, amparo, socorro o
asistencia”.
La
Iglesia es rica. Con los báculos, anillos, mitras de los obispos de cualquier
provincia eclesiástica, se les podría facilitar vivienda a cualquier necesitado
de ellas. Con una corona de las que les sobran a las Vírgenes en sus santuarios
y procesionando en el día de su fiesta, podrían construirse hasta alguna
barriada. A no pocos eméritos jubilados les bastaría nutrir sus escuálidas
“mochilas austriacas”, sólo con que la generosidad -caridad- inherente al
ejercicio de la fe, hubiera suplantado ya la contumaz y falsa idea de que Dios,
la Virgen y los santos y santas reclaman como verdaderos gestos y signos de
piedad y devoción, además de los sacrificios, la donación de joyas y piedras
preciosas…
La enajenación del rosario de palacios episcopales podría con largueza llenar las “mochilas“ de jubilados de España, antes y después de que los políticos hubieran ajustado sus sueldos y pingües gastos de representación , no siempre controlado y justificables , a tenor de lo que rezan, con, o sin, arrepentimiento los correspondientes Tribunales de Cuentas.
La
Iglesia es rica. Pero pobre-pobre y de
los pobres, es como únicamente llegaría a ser rica de verdad. Insisto en que,
en ocasiones, como la presente, las riquezas de la Iglesia están mal
administradas. Al igual de otros, tantos jerarcas, o aspirantes a serlo, se
doctoran en Ciencias Sagradas,-Teología , Liturgia y Cánones- , también
especializarse en Ciencias Empresariales, “para mayor gloria de Dios y al
servicio del pueblo” llegará a ser ya
tarea-ministerio específicamente pastorales para otros…
Tomado
de Religión Digital