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19 de junio de 2021

APOROFOBIA: Palabras a Voleo

                               

PALABRAS A VOLEO

Martín Valmaseda

                             

Hoy  echamos a voleo una  triste palabra  que hace poco  ha salido  volando  por el mundo y  que  no  tenemos  más  remedio  que  aplicarnosla a nosotros  mismos  los que decimos que creemos en  Jesús,  la palabra es

APOROFOBIA

Del gr. ἄπορος áporos 'carente de recursos' y -fobia, término acuñado por la filósofa española A. Cortina.

1.   Fobia a las personas pobres o desfavorecidas.

"La Iglesia es rica, muy rica, aunque seguramente mal administrada"

La Iglesia no es pobre

(Y  en  ella  existe   una  contradicción entre  la  compasión  y  un miedo  oculto a  la gente  pobre  que  se  acerca a sus instituciones... También  en muchos organismos  de la iglesia existe junto a palabras de lástima  una  huida  de los ambientes  pobres).

Dejamos a Antonio Aradillas que  nos  lo  comente.

Corona de diamantes de Santa María la Real de Pamplona


"Con los báculos, anillos, mitras de los obispos de cualquier provincia eclesiástica, se les podría facilitar vivienda a cualquier necesitado de ellas"

"Con una corona de las que les sobran a las Vírgenes en sus santuarios y procesionando en el día de su fiesta, podrían construirse hasta alguna barriada"

"Presentarse ante el pueblo de Dios, oficiando o sin oficiar, pero “ornamenteados” al uso episcopal, constituye, y es, para muchos algo así como una provocación aún de carácter social, carente de contenido y significación religiosa"

"La impresión litúrgica y para-litúrgica que ofrecen los miembros de su jerarquía no limita en absoluto la imagen de “dignidad” ostentosa y pontifica"

14.06.2021 Antonio Aradillas

La Iglesia no es pobre. Así como suena y, con el Evangelio en las manos, dejándonos de enrevesadas interpretaciones escolásticas de feudalismos religiosos. La honestidad teológica obliga a los cristianos, por serlo, a la profesión y practica de la pobreza, tanto individual como colectivamente, es decir, en las “Comunidades” que en los cánones sagrados se intitulan “Religiosas”.

La Iglesia es rica. Muy rica, aunque seguramente mal administrada. ¿Hay clérigos “santos” expertos en estas materias, al igual que los hay en Ciencias Bíblicas, en Sagrada Liturgia y sobre todo, en Derecho Canónico? En España, después del Estado, la Iglesia es la institución que más bienes posee, inmatriculados o sin matricular, aún después de haber padecido “terribles, perversas, desoladoras y anti-clericales desamortizaciones”.

Tiempos hubo los que la “Corte” de los Arzobispos Cardenales Primados de Toledo contaba con un número de servidores-serviciarios, laboralmente ligados a su catedral, que rondaba los 700.  El apelativo de “Dives toletana –“rica toledana”,- aplicado a su sede y a su templo,  no tenía en cuenta  las riquezas  ornamentales  y  artísticas de tan suntuoso y monumental edificio , sino las rentas, ganancias y “dignidades”  de su clero, en la variopinta  pluralidad de  versiones ”sagradas”.

 


Con denodada y lacrimógena  reiteración se ofrecen  los datos oficiales que reflejan  la situación económica  que padece hoy la Iglesia , de modo especial a consecuencia  de la proliferación coronavírica, con titulares de prensa tales como  “Más de un tercio  de las diócesis españolas tuvieron déficit”; “Algunas de sus obras e instituciones  están al borde de la bancarrota” y “Los gastos de “Cáritas”  y otros organismos  y obras, crecen con desolación  y sin posibilidad de ser  debidamente  atendidas“.

El riesgo de la desaparición de obras culturales o benéficas por las que la Iglesia y sus responsables lucharon con generosidad religiosa, durante siglos largos y con medios precarios, en sus niveles nacionales, diocesanos y parroquiales, está al acecho, y a la espera de ayudas, al menos para hacer desaparecer de pueblos y ciudades las bochornosas “colas” peticionarias para subsistir y no perecer de hambre.

Y en este contexto, la Iglesia sigue siendo, y apareciendo, como rica. La impresión litúrgica y para-litúrgica que ofrecen los miembros de su jerarquía no limita en absoluto la imagen de “dignidad” ostentosa y pontifical que exhibe ante el pueblo aún en sus letanías y procesiones, tal vez alentados todavía por la idea y creencia de que la adoración a Dios no tiene otro camino que recorrer, que el que macan las mitras, los báculos, el incienso y los ornamentos que se dicen sagrados …

 


Presentarse ante el pueblo de Dios, oficiando o sin oficiar, pero “ornamenteados” al uso episcopal, constituye, y es, para muchos algo así como una provocación aún de carácter social, carente de contenido y significación religiosa.  De esta impresión eminentemente popular podrían -deberían- tomar nota y difundir sus comentarios,  los informadores religiosos, describiendo, por ejemplo, y a modo de anécdota que el orden jerárquico que se cumple a la perfección  en las reuniones oficiales de la CEE, en cuya presidencia  tienen habitualmente su sede los eminentísimos Cardenales , en el “patio de los leones” la tienen los reverendísimos arzobispos y en el resto del aula se asientan los obispos titulares, ocupando los últimos puestos  quienes todavía , por la misericordia de Dios  y el favor de otros, solo pueden hacer uso sumiso y humilde  de “auxiliares”, es decir, de “prestadores de ayuda, amparo, socorro o asistencia”.



La Iglesia es rica. Con los báculos, anillos, mitras de los obispos de cualquier provincia eclesiástica, se les podría facilitar vivienda a cualquier necesitado de ellas. Con una corona de las que les sobran a las Vírgenes en sus santuarios y procesionando en el día de su fiesta, podrían construirse hasta alguna barriada. A no pocos eméritos jubilados les bastaría nutrir sus escuálidas “mochilas austriacas”, sólo con que la generosidad -caridad- inherente al ejercicio de la fe, hubiera suplantado ya la contumaz y falsa idea de que Dios, la Virgen y los santos y santas reclaman como verdaderos gestos y signos de piedad y devoción, además de los sacrificios, la donación de joyas y piedras preciosas…

La enajenación del rosario de palacios episcopales podría con largueza llenar las “mochilas“ de jubilados de España, antes y después de que los políticos hubieran ajustado sus sueldos  y pingües gastos de representación , no siempre controlado y justificables , a tenor de lo que  rezan,  con, o sin,  arrepentimiento los correspondientes Tribunales de Cuentas.

La Iglesia es rica.  Pero pobre-pobre y de los pobres, es como únicamente llegaría a ser rica de verdad. Insisto en que, en ocasiones, como la presente, las riquezas de la Iglesia están mal administradas. Al igual de otros, tantos jerarcas, o aspirantes a serlo, se doctoran en Ciencias Sagradas,-Teología , Liturgia y Cánones- , también especializarse en Ciencias Empresariales, “para mayor gloria de Dios y al servicio del pueblo”  llegará a ser ya tarea-ministerio específicamente pastorales para otros…  


Tomado de Religión Digital