COMUNICADO LXII CÍRCULO DE SILENCIO DE CADIZ
9 de junio de 2021
Vamos a dar lectura a un manifiesto escrito por D.
Santiago Agrelo, Arzobispo Emérito de Tánger.
¡Ellos son
nosotros!
Hoy nuestro silencio hace círculo en torno a
Ceuta.
Lamentamos la disputa de malos vecinos entre
Marruecos y España. Pero no hubiese merecido un solo minuto de nuestro silencio
si en ella Marruecos y España no hubiesen involucrado al pueblo de los pobres, a hombres y mujeres y niños que desde hace
ya demasiado tiempo se desplazan por los caminos de la emigración, y a hombres
mujeres y niños que consideraron se les ofrecía ahora una oportunidad para
echarse a un camino antes solo soñado. A esos miles de pobres, expuestos una
vez más a perder la vida en las fronteras de nuestros intereses y nuestras
disputas, es a ellos a quienes deseamos arropar en el silencio de nuestro
círculo.
Esta vez hemos
tenido imagen de lo que estaba aconteciendo, y la tuvimos mientras estaba
aconteciendo.
Esta vez se nos ha permitido ver lo que casi siempre acontece
fuera de nuestra mirada: hombres, mujeres y niños, braceando contra la muerte,
para atravesar una línea de frontera.
Hemos temblado
por ellos. Hemos suplicado por ellos. Hemos llorado por ellos, por los que
todavía braceaban en el mar, y por los que ya habían llegado a la playa.
Los hemos visto, y sabemos que, para todos ellos, ese bracear que a nosotros nos arrugó el corazón sólo con verlo, eso mismo es lo que ellos esperan vivir, es una etapa que persiguen desde que salen de sus casas, es la oportunidad soñada.
Para nuestra conciencia, para nuestro silencio,
ellos son lo que cuenta, ellos son la noticia, ellos son la humanidad que
merece nuestra mirada:
¡Ellos son nosotros!
Ellos, nosotros, denunciamos la hipocresía, la deslealtad, la
frivolidad de quienes, Jefes de Estado y de Gobierno y altos representantes,
reunidos en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York el 19 de septiembre de
2016, “expresaron su profunda solidaridad a los millones de personas que se ven
obligadas a desarraigarse y abandonar su hogares”, se mostraron “decididos a
salvar vidas”, prometieron “luchar con todos los medios a su alcance contra los
abusos y la explotación que sufre el incontable número de refugiados y migrantes
que se encuentran en situación vulnerable”, se reconocieron responsables de
“gestionar los grandes desplazamientos de refugiados y migrantes de manera
humana, respetuosa, compasiva y centrada en la personas”[1].
Palabras, palabras, palabras… Mentiras,
mentiras, mentiras. Hipocresía, deslealtad, frivolidad, cinismo.
Ellos, nosotros, salimos de la noche, braceamos contra la
muerte y, cuando llegamos, nos encontramos con que lo importante no somos
nosotros sino la suciedad de las relaciones Marruecos-España analizada por
todos los laboratorios; lo importante no somos nosotros sino la integridad del
territorio que pisamos amenazada por nuestros pies descalzos; lo importante no
es nuestro miedo sino el miedo de quienes tienen miedo de nosotros, de los pobres,
de los desaliñados, de los mojados.
Ellos, nosotros, los que no cuentan, los que damos miedo, los
que estorbamos, si llegamos –alguno no lo ha conseguido-, cuando llegamos,
somos rodeados, cercados, vigilados, como si de una amenaza peligrosa se tratase.
Ellos, nosotros, somos una amenaza, no por la posibilidad de
ser portadores de un virus, sino por la certeza de que somos nosotros.
Ellos, nosotros, nos emocionamos hasta las lágrimas cuando
vemos a un Guardia Civil que defiende el territorio salvando bebés; o a un
soldado que defiende el territorio salvando niños; o a una mujer de la Cruz
Roja que defiende el territorio abrazando mojados.
En esos defensores del territorio, precisamente
en ésos, reconocemos la humanidad que necesitamos ser.
Por los migrantes, por nosotros, por una
humanidad acogedora, hacemos hoy nuestro Círculo de Silencio.
Amigos, comienza nuestro tiempo de silencio.
MESA DIOCESANA DE ATENCION Y ACOGIDA
DE MIGRANTES Y REFUGIADOS
DE CÁDIZ Y CEUTA.
[1]Declaración
de Nueva York para los refugiados y los Migrantes.