PALABRAS A VOLEO
Martín Valmaseda
Hoy vamos a repetir en este voleo un tema que creo importante ponerlo varias veces para que se convenzan y nos convenzamos nosotros mismos, porque dicen algunos educadores que el mejor educador es don repite. La clave de esta palabra a voleo es
EL OTRO
Hablamos la vez pasada "del otro" para decir dos atrevidas afirmaciones que "el otro" soy "yo mismo", cada uno de los que nos decimos YO. Resulta que también somos EL OTRO… y también resulta que todos LOS OTROS son JESÚS DE NAZARET o al menos eso dijo él.
Porque
no solo dijo del pan “esto es mi cuerpo”
sino también dijo “Lo
que hagan a los hambrientos, enfermos, emigrantes… me lo hacen a
mí. Hacemos caso a una
frase y menos a la otra.
Pero esto nos lo dice mejor el teólogo Vicente Martínez y a él le dejamos la palabra (subrayamos algunas frases que hablan de quienes o quien son los otros)
COMPARTIR EL PAN
Vicente
Martínez
Yo no sueño en la noche, yo sueño todos los días. Yo sueño para vivir.
(Steven
Spielberg)
Festividad
del Corpus Christi
Mc 14, 12-26
Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos
En los inicios del cristianismo, hombres y
mujeres podían presidir indistintamente, la celebración eucarística. Solo a partir del cuarto concilio de Letrán
(1215) se estableció que no podía celebrar la eucaristía -decir misa- nadie que
no fuera un sacerdote válida y lícitamente ordenado. Y desde siglo V presidirla
fue un oficio exclusivo de los presbíteros, convertidos ya en “profesionales de
lo sagrado”.
En Otro Dios es posible. Parte II, María y José Ignacio López Vigil escriben que durante la Edad Media se exageró la devoción por el “milagro eucarístico” despojando a la eucaristía de su carácter simbólico y comunitario -compartir la comida y las palabras de Jesús-, y revistiendo de poderes “mágicos” a los sacerdotes que hacían ese “milagro”.
Ya en el apócrifo Evangelio de Tomás se expone esta sentencia atribuida a Jesús: “Levanta una piedra: ahí está Dios. Parte un trozo de madera: ahí lo encontrarás”. Lo que nos induce a concluir que para el propio Jesús, a Dios le podemos encontrar en cualquiera parte, y no únicamente en la iglesia: en el hermano necesitado que nos demanda una ayuda, en el enfermo, entre los árboles del bosque, en las flores cuando son amadas, como decía el poeta indio Rabindranath Tagore.
Ya
San Pablo insistía en su primera Carta a los Corintios, que los templos de Dios
eran los propios cristianos. Y en el siglo III los cristianos sirios afirmaban
en la Didascalia Apostolorum que “las viudas, los huérfanos, los pobres y los
ancianos son el único altar de Dios”.
La escultora alemana Eva Hesse (1936-1970)
dijo en una ocasión: “En mi arte, alma interior y vida son inseparables”. Otra
doble dimensión en la que es posible compartir y comulgar el pan de la
existencia.
En
este sentido el versículo 24 de Marcos 14:“Esta es mi sangre, sangre de la
alianza, que se derrama por todos”, adquiere su más profundo sentido de
alimento universal para el hombre -y ¿cómo no?, pues sería una gran injusticia
con ellas- para el resto de las criaturas que pueblan este Planeta.
En
el libro anteriormente citado, repiten los autores: “Al final de la entrevista,
Jesús le habla a Raquel del viento, para que entienda que hay realidades que no
se comprenden racionalmente, que sólo las capta el espíritu, un espíritu
abierto. En el evangelio de Juan, Jesús utiliza la metáfora del viento (Juan 3,
8). En un relato de un jesuita hindú aparece también “el viento” como elemento
“explicativo” del camino que nos lleva al misterio de Dios”.
Un sugerente viento que eleva nuestro espíritu
a soñar, como soñó el cineasta americano Steven Spielberg (1946):“Yo no sueño
en la noche, yo sueño todos los días. Yo sueño para vivir”. Para vivir y
alimentar el cuerpo y alma, como tan bellamente cantó en este soneto el
sacerdote español José Luis Martín Descalzo (1930-1991).
CORPUS
CHRISTI
Todo
fue así: tu voz, tu dulce aliento
sobre
un trozo de pan que bendijiste,
que
en humildad partiste y repartiste
haciendo
despedida y testamento.
“Así
mi cuerpo os doy por alimento...”
¡Qué
prodigio de amor! Porque quisiste
diste
tu carne al pan y te nos diste
Dios,
en el trigo para sacramento.
Y
te quedaste aquí, patena viva;
virgen
alondra que le nace al alba
de
vuelo siempre y sin cesar cautiva.
Hostia
de nieve, nube, nardo, fuente;
gota
de luna que ilumina y salva.
Y
todo ocurrió así sencillamente.
Tomado de
feadulta.com