PALABRAS
A VOLEO
Hoy "volea", vuela sobre nosotros una palabra de doble sentido uno negativo y otro positivo. Uno significa algo que asusta, que se nos aparece y nos da miedo y otro que es signo de esperanza, algo que viene a anunciar un cambio en este mundo anquilosado. Así la empleó Carlos Marx y así la emplea ahora en este artículo de Religión Digital.
Juan José Tamayo seguramente que también entre los que lean esto les parecerá una “locura” de estos jóvenes de hoy y otros sentirán lo que decía al papa a los jóvenes “armen lío” aquí tiene la palabra
FANTASMA
Lo demás se lo explica Juanjo Tamayo.
"Las
razones por las que nos movilizamos hace diez años siguen siendo hoy
válidas".
Un fantasma recorre el mundo: los indignados, diez años después.
No era un fantasma, sino una realidad que recorrió las plazas y las calles de todo el planeta: de Tahrir a la Puerta del Sol, de Alaska a Hong Kong, de Santiago de Chile a Wall Street, de Israel al Vaticano, de Taksim y Gezi, de Estambul, a las ciudades brasileñas de Sâo Paulo, Río de Janeiro y Porto Alegre.
El
movimiento de los Indignados fue democrático precisamente por ser
anticapitalista, desde la convicción de que no es posible la democracia si
gobiernan los mercados. Donde hay tiranía de los mercados, no puede haber
democracia.
23.05.2021
Juan José Tamayo
Seguro que recuerdan cómo comienza el Manifiesto Comunista: “Un fantasma recorre Europa: el comunismo. Contra este fantasma se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizones alemanes”. Lo redactaron en 1848, en pleno periodo revolucionario, Marx y Engels, quienes de ese hecho sacaron dos consecuencias: la primera, “que el comunismo se halla ya reconocido como una potencia por todas las potencias europeas”; la segunda, “que ya es hora de que los comunistas expresen a la luz del día y ante el mundo entero sus ideas, sus tendencias, sus aspiraciones”.
Hace
diez años el fantasma que surgió fueron l@s Indignad@s, un movimiento que
comenzó en la madrileña Puerta del Sol, tomó la antorcha de la utopía
alter-globalizadora de “Otro Mundo Posible”, recorrió con ella el planeta
entero y lo llenó de luz. Fue el movimiento de una nueva Ilustración decolonial
y más global que la eurocéntrica del siglo XVIII y que apunta a un cambio
civilizatorio como condición necesaria para la supervivencia de la humanidad y
del planeta.
Pero
no, no era un fantasma, sino una realidad que recorrió las plazas y las calles
de todo el planeta: de Tahrir a la Puerta del Sol, de Alaska a Hong Kong, de
Santiago de Chile a Wall Street, de Israel al Vaticano, de Taksim y Gezi, de
Estambul, a las ciudades brasileñas de Sâo Paulo, Río de Janeiro y Porto
Alegre.
15-M
Contra
l@s Indignad@s se confabularon en laica alianza los globalizadores
neoliberales, los economistas del sistema, las organizaciones internacionales
que velaban por la ortodoxia económica, la mayoría de los Estados y de los
Gobiernos, quienes, a decir verdad, al principio, reaccionaron con desdén,
luego con cautela, esperando hasta dónde podían llegar, y después con miedo a
la posible desestabilización. Y siempre con las Fuerzas de Orden Público, e
incluso los aparatos militares, prestos a intervenir y reprimir violentamente a
quienes osaren cuestionar las órdenes sagradas del neoliberalismo y a quienes
desafiaran la razón de Estado y denunciaran la irracionalidad de sus políticas
económicas.
La
población los acogió con simpatía y apoyó sus movilizaciones y
reivindicaciones. Dos ejemplos. La mayoría de la ciudadanía estadounidense se
sintió mejor representada por los Okupa de Wall Street que por los
congresistas. Según una encuesta de The New York Times, el 25% de la ciudadanía
estaba a favor de los Okupa WS y el 46% creía que sus reivindicaciones se
correspondían con las de la mayoría de la población. En España, el 73% de la
ciudadanía, ubicada en las diferentes opciones políticas, reconocía que l@s
Indignad@s no eran rebeldes sin causa, sino que tenían razón y razones.
Movimiento
global, revolucionario y anticapitalista
El
mundo de los Indignados se caracterizó por la pluralidad a todos los
niveles: de edades: niños y niñas,
jóvenes, personas adultas, personas mayores; de colectivos participantes:
feministas, ecologistas, pacifistas, sindicalistas, movimientos vecinales; de
acciones: contra los desahucios, contra los recortes en la enseñanza, en
sanidad, en los servicios sociales, etc.
Fue
un movimiento global, como demostraron las manifestaciones del 15-O (octubre de
2011) en más de novecientas cincuenta ciudades del mundo: Madrid, Barcelona,
Tokio, Sidney, Auckland, Kuala Lumpur. Atenas, Buenos Aires, Santiago, Los
Ángeles, Sâo Paulo, Berlín, París, Roma, Oslo, Jerusalén, Tel Aviv, Lisboa,
Bruselas, etc., con varios millones de ciudadanos y ciudadanas ocupando los parques,
las calles y las plazas, convertidas en parlamentos y asambleas populares.
La
globalización neoliberal había dado lugar al malestar global, a una alter-
globalización, la de la Indignación. Eduardo Galeano, Noam Chomsky, Naomi Klein
y otr@s intelectuales firmaron una declaración de apoyo al 15-O (15 de Octubre
2011), en la que pedían un cambio global, una democracia global, un gobierno
global del pueblo y para el pueblo, y un cambio de régimen global, que
consiste, según Vandana Shiva, en reemplazar el G-8 por el G-7.000.000.000 de
los habitantes del planeta.
Asambleas
y espíritu del 15M
Reclamaban
un cambio igualmente en las instituciones internacionales no democráticas para
que actuaran con el consentimiento del pueblo y, en caso de incumplimiento,
sean derrocadas. Exigían el derecho a dirigir sus vidas: salud, vivienda,
trabajo, ocio, educación, que estaban controladas por el mercado. El documento
terminaba con una llamada a “globalizar la plaza de Tahrir y la Puerta del Sol”.
El
video que invitaba a participar en las manifestaciones del 15-O comenzaba de
esta guisa: “Disculpen las molestias. Esto es una revolución”. Una de las
expresiones más repetidas en las marchas fue “no somos mercancías en manos de
políticos y banqueros”.
Efectivamente,
ya no era solo que los gobiernos estuvieran postrados de hinojos ante los
mercados y los poderes financieros y económicos, sino que, como afirmaba
lúcidamente José Luis Sampedro, vivimos en una sociedad de mercado donde todo
tiene su precio sin considerar su valor. Y ahí radica precisamente la necedad:
en confundir valor y precio, como recordara Antonio Machado.
El
sistema capitalista convierte todo en mercancía, dijo Marx y dijo bien, incluso
a las personas. Un ejemplo de mercantilización es la corrupción, generalizada
en la vida política y económica. Porque, ¿qué es la corrupción sino un acto de
compraventa en el que unas personas aceptan ser vendidas a otras, prestas a
comprarlas por unos favores económicos?
El
carácter anticapitalista de l@s Indignad@s quedó patente en los propios gestos
cargadas de profundo significado desestabilizador del sistema. Tres ejemplos.
Los manifestantes del 15-O de Madrid, cerca de medio millón, prorrumpieron en
una sonada pitada polifónica a su paso por la sede del Banco de España y
pidieron la dimisión del Gobernador. Más de cinco mil Indignados se
concentraron ese mismo día y a la misma hora frente al edificio del Banco
Central Europeo en Frankfurt. En tono a mil
personas fueron en dirección a la Bolsa de Londres.
El
movimiento de los Indignados fue democrático precisamente por ser
anticapitalista, desde la convicción de que no es posible la democracia si
gobiernan los mercados. Donde hay tiranía de los mercados, no puede haber
democracia. Ambos sistemas son incompatibles. Los mercados destruyen el tejido
social y los cauces democráticos.
Las
razones por las que nos movilizamos hace diez años siguen siendo hoy válidas, y
las revueltas de entonces las considero necesarias para la supervivencia de dos
terceras partes de la humanidad sometidas a la tiranía necrófila del
neoliberalismo y para la supervivencia del planeta, sometido a la mayor
depredación de la historia por mor del modelo de desarrollo científico técnico
de la modernidad, depredador de la naturaleza, nuestra casa común.
Por
eso la indignación debe llevarnos a reaccionar y a traducirla en rebeldía
contra el desorden mundial que ha creado el capitalismo en alianza con el
patriarcado, el colonialismo, el racismo, los fundamentalismos, el imperialismo
y el supremacismo. Rebeldía y resistencia que hoy debemos practicar
especialmente contra los discursos de odio que desembocan con frecuencia en
prácticas violentas contra las personas y los colectivos migrantes y
refugiados, el movimiento LGTBI, el feminismo, la educación afectivo-sexual, el
matrimonio igualitario, la eutanasia, la interrupción voluntaria del embarazo,
etc.
Puerta
del Sol durante las acampadas del 15M
Tomado
de Religión Digital