PALABRAS A VOLEO
Martín Valmaseda
Acaso sea la primera
vez que echamos a
volar sobre ustedes, no un
nombre sino un adverbio
de los que matizan y centran nuestro
diálogo. Pero rápidamente
vamos a traducir ese adverbio
por un nombre... o, mejor al revés, vamos a cambiar el nombre
por el adverbio.
Bueno, mejor nos dejamos de gramática y vamos a lo concreto, el adverbio que lanzamos sobre sus cabezas es... AQUÍ
Seguimos con el
acertijo.
Somos creyentes
y empezamos a rezar: "Padre nuestro... que estás... aquí"
- no,
aquí no, en
el cielo
- pues entonces eso que llamamos cielo, es aquí, y señalamos arriba a las nubes, y abajo en el suelo que pisamos, y a derecha e izquierda... y nos señalamos a nosotros mismos, porque Dios está... ¡aquí!.
Quien mejor lo
dijo fue Agustín
de Hipona: Dios está
más dentro de mi que yo mismo.
Pero nosotros-ustedes catequistas padres, madres en general siguen diciendo a los niños: Cuando vayamos
al cielo... y
cuando explican a los pequeños
el Padre nuestro no les dan más explicaciones, porque ya saben, sabemos lo que es el cielo.
¿O no lo
sabemos ? . Claro es que hemos
hablado tanto de que
los ángeles están en el
cielo, de que
Jesús subió al cielo y
a la Virgen los angelitos
empujando con sus alitas la
subieron al cielo... que
ahora no sabemos cómo arreglarlo.
No hace
falta... ¿o sí hace
falta?
A nosotros seminaristas un buen profesor de Biblia, nos decía que nunca enseñásemos a los niños en la primera catequesis, cosas que había que corregirlas cuando fueran mayores..."como los "mitos" de Adán y Eva y descendencia, el diluvio universal, los reyes magos, y la ballena que se tragó al profeta y lo escupió en Nínive...
Los mayores, si siguen yendo a misa después de la primera comunión, siguen creyendo en esos mitos a no ser que estudien teología, o astronomía... o cuando tengan 12 añitos y por curiosidad busque en YouTube reportajes sobre el cielo y allí no aparezcan ángeles ni nadie ascendiendo salvo los astronautas.
Pero ahí
siguen los catequistas
contando mitos a los pequeños, sin
explicarles que no son mentira, sino caminos a la verdad.
Aquí no tengo más remedio que copiar el cuento de Ana G.
Castellanos para explicar que el mito, la leyenda, la fábula, la
parábola no son mentiras. Lean esto:
LA MENTIRA, LA VERDAD Y…LOS MITOS
(La fabula, parábolas, símbolos, leyendas…)
La mentira era muy atractiva, se vestía con lujosos trajes, collares, pendientes…
La verdad andaba desnuda por la vida y todos la rechazaban, la insultaban, la echaban fuera de sus ciudades.
Cuando la mentira encontró a la verdad triste, tirada al borde del camino, sintió piedad por ella (hay mentiras piadosas) y le dijo: “Si
que eres pobre verdad, te doy un consejo para que no te rechacen. Tienes que arreglarte un poco mejor, ponerte elegante, no andar así por el mundo… Te voy a ayudar”.La mentira buscó
alguno de sus vestidos bonitos, sombreros, pendientes, collares y fue
vistiendo a la verdad.
La verdad se miró al espejo y sonrió. Así estoy mejor.
Dio las gracias a la mentira y se dirigió
a la ciudad con esperanza de que
la aceptarían…
Pero
cuando se alejaba escucho la voz de la mentira:
·“
¡Eh verdad! Un último consejo. Cuando te pregunten quién eres no les digas que eres la verdad”
·“Entonces
qué les digo?”
·Diles
que eres… el mito.
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(Autora Ana G. Castellano—cuentacuentos)
Comentario: esta
narración es para los
que dicen que
la biblia y otros libros “no cuentan la
verdad”.. porque tienen mitos,
parábolas, cuentos…, fábulas (pero
sí, son verdades contadas
para que la gente de buena
voluntad las entienda)
+++
O sea
amigos(as) catequistas, maestros,
padres y madres de familia, presbíteros...
Que
volviendo al cielo de donde bajamos hace un rato, vean
la manera de decir a los
jóvenes que el cielo está AQUÍ.
Que
es todo
el universo con las galaxias cuyo límite no conocen aun los
astrofísicos, pero que esta
pelotita que llamamos tierra también es parte del
cielo, una parte
pequeñísima pero es cielo y entonces
podemos tranquilamente seguir rezando.
Padrenuestro que estas en el CIELO pero sabiendo lo que decimos, sin tener que mirar arriba, ¡mirando a nuestro vecinos! que también son parte del susodicho CIELO.