Y
llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los
espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un
bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con
sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa,
quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os
escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies,
en testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se
convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban. (
ESTILO
DE VIDA DEL EVANGELIZADOR
Jesús
no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto
del reino de Dios y prolongar su misión deberán cuidar su estilo de vida.
En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿Cuál es su autoridad?. Jesús <<les da autoridad sobre los espíritus inmundos>>. No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Les da autoridad para liberarlas del mal.
Se
abrirán paso en la sociedad no utilizando un poder dominador, sino humanizando
la vida, aliviando el sufrimiento y haciendo crecer la libertad y la
fraternidad.
Solo
llevarán <<bastón>> y <<sandalias>>. Jesús los imagina
como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a
nadie. No llevarán <<ni pan, ni alforja, ni dinero>>. Jesús no está
pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de
llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su
propio bienestar.
Vestirán
con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas, como los
sacerdotes del templo.
¿Nos
atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para
dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando de su espíritu
casi sin darnos cuenta?
LO
QUE NO HEMOS DE LLEVAR
Cuando
Jesús envía a sus discípulos a prolongar su misión, no piensa en lo que han de
llevar consigo, sino precisamente en lo contrario: lo que no han de llevar.
Jesús
pide a sus discípulos que no tomen consigo dinero ni provisiones. El
<<mundo nuevo>> que él busca no se construye con dinero. Su
proyecto no lo sacarán adelante los ricos, sino gente sencilla que sepa vivir
con pocas cosas, porque ha descubierto lo esencial: el reino de Dios y su
justicia.
Sus seguidores irán descalzos, como las clases más oprimidas de Galilea. La gente los han de ver identificados con los últimos. Si se alejan de los pobres, no podrán anunciar la Buena Noticia de Dios, el Padre de los olvidados.
SIN
PODER
No
le va a ser fácil a la Iglesia aprender a <<vivir en minoría>> en
medio de una sociedad secularizada y pluralista. Después de haber sido la
religión oficial del Imperio romano y haber ejercido durante siglos un poder
hegemónico, no acierta a caminar sin el apoyo de algún <<poder>>
que le permita actuar desde un nivel de superioridad o privilegio.
Sin
embargo, es bueno para la Iglesia ir perdiendo poder económico y político, pues
ese despojamiento la va acercando de nuevo hacia el espíritu del movimiento que
puso en marcha Jesús.
Jesús
no quiso dejar el evangelio en manos del dinero. Sus seguidores no han de
<<acumular tesoros en la tierra>>Tarde o temprano, el dinero se
convierte en signo de poder, de seguridad, de ambición y dominio sobre los
demás.
El
poder suele ir acompañado de autoritarismo impositivo y no es capaz de cambiar
los corazones. Jesús cree en el servicio humilde de los que buscan una sociedad
mejor para todos.
Por
eso no quiso dejar el evangelio en manos del poder. En su comunidad
<<quien quiera>> ser el mayor se ha de hacer servidor>>.
Jesús
no encumbra a sus discípulos dándoles poder sobre los demás. Desde el poder no
se puede impulsar la transformación evangélica que necesitamos en la Iglesia.
CON
POCAS COSAS
Pocos
relatos evangélicos nos descubren mejor la intención original de Jesús que este
que nos presenta a Jesús enviando a sus discípulos de dos en dos, sin alforjas,
dinero ni túnica de repuesto.
Aquí
hay algo que no podemos eludir. El evangelio es anunciado por aquellos que
saben vivir con sencillez. No son los poderosos, los financieros, los
tecnócratas, los grandes estrategas de la política los que van a construir un
mundo más humano.
Esta
sociedad necesita como nunca el impacto de hombres y mujeres que sepan vivir
con pocas cosas. Creyentes capaces de mostrar que la felicidad no está en
acumular bienes.
Quienes
viven una vida sencilla y una solidaridad generosa son los que mejor predican
hoy la conversión que más necesita nuestra sociedad.
¿SIN
APOYO SOCIAL?
¿Cómo
podría la Iglesia recuperar su prestigio social y ejercer de nuevo aquella
influencia que tuvo en nuestra sociedad hace solamente algunos años?
Lo
importante no es un equipamiento que nos dé seguridad, sino la fuerza del
evangelio vivido con sinceridad, pues el evangelio penetra en la sociedad no
tanto a través de medios eficaces de propaganda, sino por medio de testigos que
viven fielmente el seguimiento a Jesucristo.
Son
necesarias en la Iglesia la organización y las estructuras, pero solo para
sostener la vida evangélica de los creyentes. Una Iglesia cargada de excesivo
equipaje corre el riesgo de hacerse sedentaria y conservadora. A la larga se
preocupará más de abastecer a sí misma que de caminar libremente al servicio
del reino de Dios.
Una
Iglesia más desguarnecida, más desprovista de privilegios y más empobrecida de
poder socio-político será una Iglesia más libre y más capaz de ofrecer el
evangelio en su verdad más auténtica.
José
Antonio Pagola