Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

16 de julio de 2021

El Evangelio del domingo 18 de julio y la reflexión de J. A. Pagola


 

          OVEJAS SIN PASTOR

 


En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.

Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.

Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces, de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vió una multitud y les dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma 

( Marcos 6, 30-34 ).

 

COMO OVEJAS SIN PASTOR

Jesús lo vivía todo desde la compasión. Era su manera de ser, su primera reacción ante las personas. No sabía mirar a nadie con indiferencia. No soportaba ver a las personas sufriendo.

Siente compasión por la multitud de gente que vive desorientada y no tiene quien la guíe y alimente. <<Sintió compasión porque andaban como ovejas sin pastor>>.

Mientras nosotros analizamos las causas del deterioro social y de la crisis eclesial; mientras discutimos sobre la posición que ha de tomar la Iglesia en una sociedad secularizada; mientras nos descalificamos unos a otros, hay entre nosotros muchas, muchísimas <<ovejas sin pastor>>.

Personas que sufren secretamente su incapacidad para salir de una vida indigna.

¿Quién despertará entre nosotros la compasión? ¿Quién dará a la Iglesia un rostro más parecido al de Jesús? ¿Quién nos enseñará a mirar como él?.

 

MIRAR A LA GENTE COMO JESÚS

El evangelista describe con detalle su actitud. A Jesús nunca le estorba la gente. Fija su mirada en la multitud. No lo puede evitar. <<Le dio lástima de ellos>>. Los lleva a todos muy dentro de su corazón.

Nunca los abandonará. Los <<ve como ovejas sin pastor>>: gentes sin guías para descubrir el camino. Por eso <<se puso a enseñarles con calma>>.

Un día tendremos que revisar ante Jesús, nuestro único Señor, como miramos y tratamos a esas muchedumbres que se nos están marchando silenciosamente de la Iglesia.

Personas sencillas y buenas a las que estamos decepcionando porque no ven en nosotros la compasión de Jesús.

Un día, el rostro de esta Iglesia cambiará. Aprenderá a actuar con más compasión; se olvidará de sus propios discursos y se pondrá a escuchar el sufrimiento de la gente.

 

REZAR JUNTOS Y REIR EN COMÚN

Los cristianos olvidamos con demasiada frecuencia que un grupo de seguidores de Jesús no es solo una comunidad de oración, reflexión y trabajo, sino también una comunidad de descanso y disfrute.

El texto que sigue no es de ningún teólogo progresista. Está redactado allá por el siglo IV, obispo poco sospechoso de frivolidades que fue Agustín de Hipona.

<< Un grupo de cristianos es un grupo de personas que rezan juntas, pero también conversan juntas. Ríen en común y se intercambian favores. Están bromeando juntas y juntas están en serio.

Aprenden algo unos de otros o lo enseñan unos a otros. Echan de menos, con pena, a los ausentes. Acogen con alegría a los que llegan.

La Iglesia actual aparece casi siempre grave y solemne. Parece como que los cristianos le tenemos miedo a la risa, como si la risa fuera signo de frivolidad o de irresponsabilidad.

Es una risa que nace de la confianza última en ese Dios que nos mira a todos con piedad y ternura. Libera y da fuerzas para seguir caminando. Esta risa une.

 

DESCANSO RENOVADOR

Es gozoso para un creyente encontrarse con un Jesús que sabe comprender las necesidades más hondas del ser humano.

Los hombres necesitamos <<hacer fiesta>>. El hombre contemporáneo ha terminado con frecuencia por ser un esclavo de la productividad. Tanto en los países socialistas como en los capitalistas, el valor de la vida se ha reducido en la práctica a producción, eficacia y rendimiento laboral.

Lo cierto es que todos corremos el riesgo de olvidar el valor último de la vida para ahogarnos en el activismo, el trabajo y la producción.

El descanso nos tendría que ayudar a regenerar todo nuestro ser descubriéndonos dimensiones nuevas de nuestra existencia. La fiesta nos ha de recordar que la vida no es solo esfuerzo y trabajo agotador.

No hemos de olvidar que, por encima de luchas y rivalidades, todos estamos llamados ya desde ahora a disfrutar como hermanos de una fiesta que un día será definitiva.

 

UN DESCANSO DIFERENTE

Para descansar es necesario situar de nuevo las cosas en su verdadera dimensión y perspectiva. Aprender a <<relativizar>>, lo cual no quiere decir quitar importancia a los hechos, sino ponerlos en relación con lo que es importante y esencial en la vida. El creyente sabe hacerlo desde la fe. Cómo cambian los agobios, tensiones y conflictos, cuando la persona los sitúa en el horizonte total de la vida y los vive desde la grandeza y el perdón de Dios.

Hay otro cansancio que nace de la dispersión. Cuando alguien vive dividido interiormente, arrastrado por toda clase de contradicciones y sin coherencia personal, pronto experimenta el desasosiego, la inseguridad y el agotamiento. La vida se hace difícil, las relaciones se crispan, la salud se quiebra.

Para el creyente, Dios es ese Misterio último de la vida que le invita a unificarlo todo desde el amor.

Otra fuente de cansancio es el aburrimiento y la rutina. La vida es una gran parte repetición, y si la persona no vive desde dentro, corre el riesgo de caer en la rutina: las cosas pierden novedad, todo es igual, nada merece la pena, la pareja que un día vivió enamorada hoy se aburre hasta en los momentos de mayor intimidad.

Para el creyente, la vida es un regalo de Dios que hay que agradecer, disfrutar y compartir intensamente cada día.

El evangelio nos recuerda la invitación de Jesús: <<Venid a un sitio tranquilo a descansar un poco>>. Tal vez la Iglesia de hoy ha de repetir la misma invitación al hombre contemporáneo, a veces tan agobiado, disperso, aburrido o estresado, y enseñarle a encontrar descanso interior en el encuentro con ese Dios amigo de la vida, revelado en Jesús.

 

José Antonio Pagola