Un
maestro de espíritu ha dicho:
“Si
yo falto al amor o si falto a la justicia,
me
separo infaliblemente de ti, Dios mío,
y
mi culto no es más que idolatría.
Para
creer en ti, necesito creer en el amor
y
en la justicia,
y
vale mucho más creer en estas cosas
que
pronunciar tu nombre.
Fuera
del amor y de la justicia
es
imposible que yo pueda encontrarte alguna vez.
Al
contrario, quienes toman por guía
el
amor y la justicia
están
en el verdadero camino
que
conduce a ti”.
El
padrenuestro: la correcta articulación
En la oración del Señor encontramos prácticamente la correcta relación entre Dios y el hombre, el cielo y la tierra, lo religioso y lo político, manteniendo la unidad del único proceso.
La
primera parte dice respecto a la causa de Dios: el Padre, la santificación de
su nombre, su reinado, su voluntad santa.
La
segunda parte concierne a la causa del hombre: el pan necesario, el perdón
indispensable, la tentación siempre presente y el mal continuamente amenazador.
Entrambas partes constituyen la misma y única oración de Jesús.
Dios
no se interesa sólo de lo que es suyo <<el nombre, el reinado, la
voluntad divina >> sino que se preocupa también por lo que es del hombre
<<el pan, el perdón, la tentación, el mal>>.
Igualmente,
el hombre no sólo se apega a lo que le importa <<el pan, el perdón, la
tentación, el mal>>, sino que se abre también a lo concerniente al Padre:
<<la santificación de su nombre, la llegada de su reinado, la realización
de su voluntad.>>
En la oración de Jesús<< la causa de Dios no es ajena a la causa del hombre, y la causa del hombre no es extraña a la causa de Dios>>. El impulso con que el que hombre se levanta hacia el cielo y suplica a Dios, se curva también hacia la tierra y atañe a las urgencias terrestres. Se trata del mismo movimiento profundamente unitario, y esta mutua implicación es justo lo que produce la transparencia en la oración del Señor.
Lo
que Dios unió <<la preocupación por Dios y la preocupación por nuestras
necesidades>> nadie podrá ni deberá separarlo. Nunca se deberá traicionar
a Dios por los apremios de la tierra; pero tampoco será nunca legítimo maldecir
las limitaciones de la existencia en el mundo por causa de la grandeza de la
realidad de Dios. Una y otra constituyen materia de oración, de súplica y de
alabanza. <<Por eso consideramos el padrenuestro como la oración de la
liberación integral>>.
Si
nos fijamos bien, el padrenuestro tiene que ver con todas las grandes cuestiones
de la existencia personal y social de todos los hombres en todos los tiempos.
En él no hay ninguna referencia a la Iglesia, y ni siquiera se habla de
Jesucristo, de su muerte o de su resurrección.
<<El
centro lo ocupa Dios juntamente con el otro centro que es el hombre necesitado.
Ahí radica lo esencial>>. Todo lo demás es una consecuencia o comentario,
concedido al lado de lo esencial. “Pedid cosas grandes, y Dios os dará las
pequeñas”: esta es una frase de Jesús transmitida fuera del Evangelio por
Clemente de Alejandría(140-211)3. Es una hermosa lección: hay que ensanchar la
mente atiende nuestros límites. Entonces encontraremos lo esencial, tan bien
expresado por Jesús en la oración que nos enseñó, el padrenuestro.
Toda
verdadera liberación, en perspectiva cristiana, arranca de un profundo
encuentro con Dios que nos lanza a la acción comprometida.
Cuándo
tiene sentido rezar el padrenuestro
“Nuestro
barrio es un conglomerado de emigrantes.
Viven
aquí quienes salieron de su tierra en busca de mejor vida, o de algo de vida al
menos.
Y
trabajan, trabajan mucho, mientras no están desempleados. Trabajan, pero siguen
con las manos vacías. La diferencia es que aquí dan más ganancias a sus amos.
¿Cómo
sacar los pies de las alforjas? Ante todo, se gasta menos, lo menos posible. Se
comen fréjoles y, cuando lo hay, arroz, fariña y huevos; alguna vez, pollo;
otra carne casi nunca. Ropa y calzado se compran en raras ocasiones. Otras
compras importantes, muy pocas y de fiado.
Así
y todo, no hay salida. Y venga a trabajar más, ¡toda la familia a trabajar:
padre, madre, niños, niñas!. Los críos se quedan a la buena de Dios y sin
cariño.
Vivir
aquí es difícil. Casa, lo que se dice casa, muy pocos la tienen. La gente se
recoge como puede en chamizos y barracas. En una habitación viven cinco
personas y en una barraca dos familias. Estando así, todo el mundo amontonado,
no hay ni donde echar la basura de casa. Pozo y letrina están juntos. Las
aguas, contaminadas.
¿Cómo
tener salud, viviendo así?. Trabajar mucho, comer poco, vivir como animales,
soportar tanta suciedad…¿quién lo aguanta?. Estamos todos llenos de
enfermedades de pobres: helmintiasis, desnutrición, deshidratación,
tuberculosis, bronconeumonía, meningitis. Una enfermedad empalma con otra, y se
llega al final de la vida muy pronto. Somos una porción de vivientes dispersos,
no un pueblo.
No
tenemos asociación de ningún género: ni para ayudarnos en nuestras necesidades
económicas, ni para defender nuestros salarios, ni para regular los precios
excesivos o controlar los productos estropeados. Esta es nuestra realidad,
dura, fea, triste”.
(Relación
de la Comunidad eclesial de Base de santa Margarita, en la periferia de Sao
Paulo: ver SEDOC 11 (1978)
Leonardo
Boff