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23 de julio de 2021

El cuento de Willy, Capítulo 35, último capítulo

  El cuento de WILLY 

Historia de un niño algo especial que de mayor lo siguió siendo… a su manera

Martín Valmaseda

Dibujos: Karla y Andrea Aguilar


CAPÍTULO 35




Como dijimos  en  el capítulo  anterior  se formó  una red guatemalteca tejida  por  gente indígena, ladina  y hasta extranjera   porque el P. Eulogio era belga.  Entre  todos  había estudiantes, y  trabajadores del campo  o de la industria,  su religión era de muchos  católica, algunos   cristianos  evangélicos  otros de la costumbre  maya. No había  personas    ricas, pero con más seguridad económica  en los estudiantes  y pobres sobre todo en las aldeas,    algunos  muy  apurados… Pero todos  con un fuerte sentimiento  solidario  atentos a cuando  alguien  necesitaba  ayuda. Por  eso  se empezaron  a llamar  los  TODOS-UNO, pero no era  un grupo  que  se  quedaban mirándose  unos a otros,  sino  atentos al mundo en que vivían  en la capital,  en las colonias humildes, en las tierras  de Verapaz   y en los  problemas que les angustiaban.

Llegó  la noticia  de  que la empresa minera del zinc iba a empezar a socavar el terreno y  aquel  lunes  al  comienzo  de la cuesta  de  la aldea  un grupo de unas 200 personas formado por  campesinos de esa  comunidad  y  pueblos cercanos,  con  ellos estudiantes  de la San Carlos, con algunos profesores solidarios, informadores  de radio Gerardi, Tezulutlan  y radio “libros a la calle”, religiosos compañeros de  los padres   Juan el de Santa Marta  y Eulogio el de Cobán (a los  que allí  nadie  llamaba  padres) : también  religiosas  de la asociación  que las unía (Confregua) … Todos estaban  así como un bloque,  bloqueando  el   camino  por donde aparecieron  los  camiones, algunos  cargados  como  bulldozers, otros con  obreros y… lo  que seguramente  estarán esperando ustedes, tres  carros  de policías  con   escudos y armamento antidisturbios.   Naturalmente los orejas  de la  empresa  que  se movieron  como gusanos       ya habían  informado   al  gobierno  de lo que  se estaba organizando  en  las colinas verapacenses.

El capitán  de policía se acercó  al grupo:  “¡Disuélvanse!”  Gritó.

La gente  se mantuvo  en  silencio,  sólo levantaron  unos afiches y mantas: //ESTA  TIERRA ES NUESTRA,//  NO  COMEMOS METAL,// USTEDES COMEN MAÍZ

El oficial  volvió a preguntar: “¿Quién  ha  organizado esto?”.

Se  rompió  un poco  el  silencio  cuando sonaron unas voces de gente  no  visible  en las filas delanteras. Sólo  decían: ¡¡Todos!!  ¡¡somos  nosotros los que vivimos  aquí!!.

En  ese momento salió  de entre  la  gente  un hombre  que no tenía  aspecto de   campesino ,  con  unos  documentos en la mano.

“Perdone  agente,  soy el licenciado  Ruiz    y  actúo  por parte de los vecinos.  Usted  sabe  que las leyes de Guatemala  dicen que en situaciones  como  esta se pide la consulta  al pueblo y  esa no sea hecho  aquí  de ningún  modo. Les ruego que  se  retiren  y  sigan los  trámites  para un caso como estos en  que  se  juega  el porvenir, la  vivienda y el alimento  de todas estas personas.”

Esa fue  la ventaja de  que  se uniera  con  los  campesinos la universidad  con  sus expertos en  leyes  y otras  personas de la capital.  El  jefe de policía, que parecía  dialogante,  llamó  a  alguien que debía de  ser responsable de  aquella invasión.

Poco  después los  obreros se retiraron  dejando  las excavadoras como signo de que aquello  no terminaba  ahí.  Se fueron policía y trabajadores,  dejando  un  retén de vigilancia.

También  los  defensores de su tierra   subieron a sus casas,  pero   quedaron  algunos  responsables  de  que  nadie ,  hombres ni máquinas  subieran  por  aquella  cuesta  arriba, a  donde  estaba su  vida.

Los  estudiantes, algunos  se fueron  a  sus casas  y otros  quedaron platicando  con  campesinos  que  les habían invitado  a  comer  su  típico caldo con pata de pollo.

Al  final  solo quedaron  en  aquel sitio conflictivo dos personas  llamadas Telma  y Willy .

En el  silencio  del  bosque  se oyó  la voz  de Telma  decir: “¿recuerdas Willy que   cerca  de aquí, un poco más abajo fue donde me dijiste  que…”

“Si,-  respondió Willy,-  y tú  me dijiste que  sólo  seríamos amigos  fuertes…

-        Pues en este momento no sé por  que se me ocurre  que con lo  que hemos vivido y luchado  podríamos  ser  amigos  un poco o mucho  más fuertes “

-        Willy  se quedó  pálido, luego colorado  luego pálido otra vez y al  fin  dijo:” bueno , si te empeñas…”

-        Telma  se echó a reír,  porque  sabía  cómo reaccionaba  el muchacho  en estos  casos  y  se puso  a  cantar  mientras le  abrazaba… y  también  Willy la seguía en la  canción y el  abrazo: ¡¡¡cambia todo cambiaaaa!!!