LOS 3 BICHOS
AMIGOS. CAPITULO 3
Martín Valmaseda
Ya están los tres amigos en su nueva vivienda, la isla de los delfines. Esa isla pequeñita solo tenía una casa de seres humanos, lo demás era vegetación de arbolitos pequeños, y algunos grandes como el del centro donde la gabardin… perdón, la golondrina había puesto su nido. El perro encontró al pie del árbol unas piedras y unas tejas. Con los dientes colocó las tejas encima de los pedruscos y se fabricó una casita, que para él solo estaba muy bien. Luego fue amontonando ramas al pie del árbol, No podía llegar hasta el nido de la golondrina pero poco a poco se iba acercando.
El delfín no podía salir hasta tierra, claro, pero daba saltos por las olas de la orilla. La golondrina entonces bajaba sobre el mar y daba vueltas alrededor del pez amigo. El perro en la playa corría por la arena ladrando y marcando el ritmo de los saltos y vuelos de los amigos. Era todo un espectáculo. Pronto fue atrayendo más espectadores. Las primeras fueron las gaviotas que vieron desde lejos aquellos vuelos de la gaviota, saltos del delfín, carreras del perrillo y se acercaron volando en círculo alrededor de los tres animales. Aquella actuación gimnástica de los tres bichos tan distintos la llamaban las gaviotas <el vuelo de la gabardina>. A ellas lo que les admiraba más que los grandes saltos del delfín, las carreras del perro era las evoluciones de ese pajarillo negro de pecho blanco al que llamaban la gabardina, en vez de golondrina.
En
aquella isla también
había otros bichos: zorros, monos, tortugas… que se asomaban todos los
días a las 12
del mediodía, cuando los tres
bichos se habían
puesto de acuerdo para su
gimnasia artística del mediodía. Se veía
brillar entre las
hierbas, arbustos y arboles de la isla
cientos de ojos mirando asombrados.
Estaban admirados por ver que tres
animales tan distintos tenían
esa unión y amistad. Incluso los
loros, que eran los cultos de los bichos
de allí, empleaban una
palabra que habían oído a
los hombres. Decían que esos tres amigos eran ecuménicos, porque aunque
eran tan distintos estaban unidos como
si fueran los tres
iguales.
Pero sucedió que un día, a la mitad de su exhibición se escuchó en la isla un fuerte grito: “¡cuidado un hombre!”. Al sonar ese grito todos los animales desaparecieron. La golondrina a su rama, el perro a su chocita, el delfín al mar y todos los demás a sus cubiles, madrigueras, cavernas, nidos…
En el próximo capítulo les contaremos, qué pasó con ese ser humano que apareció y qué sucedió después con los tres amigos y todos los bichejos de la isla de los delfines.
Hasta pronto.