El padrenuestro: la correcta
articulación
Leonardo
Boff
dic
08 2019
Leonardo
Boff. En la oración del Señor encontramos prácticamente la correcta relación
entre Dios y el hombre, el cielo y la tierra, lo religioso y lo político,
manteniendo la unidad del único proceso.
La
primera parte dice respecto a la causa de Dios: el Padre, la santificación de
su nombre, su reinado, su voluntad santa.
La
segunda parte concierne a la causa del hombre: el pan necesario, el perdón
indispensable, la tentación siempre presente y el mal continuamente amenazador.
Entrambas partes constituyen la misma y única oración de Jesús.
Dios no se interesa sólo de lo que es suyo – el nombre, el reinado, la voluntad divina- , sino que se preocupa también por lo que es del hombre- el pan, el perdón, la tentación, el mal-.
Igualmente, el hombre no solo se apega a lo que le importa – el pan, el perdón, la
tentación, el mal -, sino que se abre también a lo concerniente al Padre: la
santificación de su nombre, la llegada de su reinado, la realización de su
voluntad.
En
la oración de Jesús, la causa de Dios no es ajena a la causa del hombre, y la
causa del hombre no es extraña a la causa de Dios. El impulso con que el hombre
se levanta hacia el cielo y suplica a Dios, se curva también hacia la tierra y
atañe a las urgencias terrestres. Se trata del mismo movimiento profundamente
unitario, y esta mutua implicación es justo lo que produce la transparencia en
la oración del Señor.
Lo
que Dios unió – la preocupación por Dios y la preocupación por nuestras
necesidades- nadie podrá ni deberá separarlo.
Nunca se deberá traicionar a Dios por los apremios de la tierra; pero tampoco será nunca legítimo maldecir las limitaciones de la existencia en el mundo por causa de la grandeza de la realidad de Dios. Una y otra constituyen materia de oración, de súplica y de alabanza. Por eso consideramos el padrenuestro como la oración de la liberación integral.
Si
nos fijamos bien, el padrenuestro tiene que ver con todas las grandes
cuestiones de la existencia personal y social de todos los hombres en todos los
tiempos.
En
él no hay ninguna referencia a la Iglesia, y ni siquiera se habla de
Jesucristo, de su muerte o de su resurrección. El centro lo ocupa Dios
juntamente con el otro centro que es el hombre necesitado. Ahí radica lo
esencial.
Es
una hermosa lección: hay que ensanchar la mente allende nuestro pequeño
horizonte y el corazón allende nuestros límites.
Entonces
encontraremos lo esencial, tan bien expresado por Jesús en la oración que nos
enseñó, el padrenuestro.
Tomado de Redes Cristianas