Ven, Señor, a salvarnos (salmo 145)
Rafael Prieto
Por cada palabra del salmo yo pregunto,
como Job pregunta a su Señor:
Si haces justicia a los oprimidos,
¿por qué triunfan los opresores?
Si das pan a los hambrientos,
¿por qué hay millones que mueren de
hambre?
Si das libertad a los cautivos,
¿por qué tantos inocentes se pudren en las cárceles?
Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor abre los ojos al ciego.
Pues ¿dónde está su consulta?
¡Hay tantos en lista de espera!
El Señor endereza a los que se doblan.
¿Habéis oído, hermanos míos,
los que estáis doblados y aplastados en la vida?
-¿Cuántos sois?
El Señor os va a quitar definitivamente
los pesos y cargas que os asfixian.
¡Ven Señor, a salvarnos!
Peregrinos, transeúntes, emigrantes,
refugiados, desterrados, chabolistas,
alberguistas:
el Señor os guarda a todos:
os dará refugio, una tierra, una casa y un
trabajo.
Y vosotros, huérfanos y viudas,
madres solteras, hijos de divorciados,
viejos solitarios, sidosos y drogadictos:
ya tenéis un protector, manos fuertes
que os sustenten y os libren de abusos y soledades.
Ven, Señor a salvarnos.
El Señor ama a los justos
y trastorna el camino de los malvados.
Pero la opinión popular
es contraria a esta sentencia.
Las respuestas a Job ya no valen.
Si hay alguno que cree
las palabras de este salmo,
que haga bueno a Dios,
por favor, que no lo deje en mal lugar.
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