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10 de septiembre de 2021

Por una iglesia sinodal

 

“Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, documento preparatorio del Sínodo

"Debemos hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas"



Solo “caminando juntos, y juntos reflexionando sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender, a partir de lo que irá experimentando, cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión”

"No podemos escondernos: la misma Iglesia debe afrontar la falta de fe y la corrupción también dentro de ella"

“La Iglesia entera está llamada a confrontarse con el peso de una cultura impregnada de clericalismo, heredada de su historia, y de formas de ejercicio de la autoridad en las que se insertan los diversos tipos de abuso (de poder, económicos, de conciencia, sexuales)”

“Una Iglesia capaz de comunión y de fraternidad, de participación y de subsidiariedad, en la fidelidad a lo que anuncia, podrá situarse al lado de los pobres y de los últimos y prestarles la propia voz”

"¿Cómo promovemos dentro de la comunidad y de sus organismos un estilo de comunicación libre y auténtica, sin dobleces y oportunismos? ¿Y ante la sociedad de la cual formamos parte?"

"¿Qué experiencias de diálogo y de tarea compartida llevamos adelante con los creyentes de otras religiones y con los que no creen? ¿Cómo dialoga la Iglesia y cómo aprende de otras instancias de la sociedad: el mundo de la política, de la economía, de la cultura, de la sociedad civil, de los pobres…? "

El documento concluye reclamando la implicación de todos los fieles en los procesos de consulta y opinión, sin olvidar a nadie, fundamentalmente a “la voz de los pobres y de los excluidos, no solamente de quien tiene algún rol o responsabilidad dentro de las Iglesias particulares”

07.09.2021 Jesús Bastante                                                  

“En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”?”.  Esta es la pregunta fundamental planteada en el documento preparatorio del Sínodo, que esta mañana se presenta en Roma. Un texto ilusionante pero que dependerá, y mucho, de cómo sea leído, y trabajado, en todo el mundo, y por todo el mundo, o sólo por la jerarquía.

“Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. La Santa Sede acaba de hacer público el documento preparatorio del próximo Sínodo, que arrancará, de manera formal, el 9 de octubre, y se prolongará durante al menos dos años. Un desafío lanzado por el Papa para “consultar al pueblo de Dios” cómo articular una sinodalidad real en la Iglesia, en la que todos (laicos y consagrados, obispos y fieles de a pie, hombres y mujeres) puedan participar en la construcción del futuro. Un “caminar juntos” que se antoja decisivo para el futuro.

El documento se articula en torno a cuatro puntos (La llamada a caminar juntos;Una Iglesia constitutivamente sinodal; En la escucha de las Escrituras ; y La sinodalidad en acción: pistas para la consulta al Pueblo de Dios) y arranca con una premisa fundamental: “La Iglesia de Dios es convocada en Sínodo”. No sólo los obispos.

Sinodalidad, el camino que Dios espera

“El Papa Francisco invita a toda la Iglesia a interrogarse sobre un tema decisivo para su vida y su misión: «Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio»”, explica el documento, que sostiene, con el Concilio, que solo “caminando juntos, y juntos reflexionando sobre el camino recorrido, la Iglesia podrá aprender, a partir de lo que irá experimentando, cuáles son los procesos que pueden ayudarla a vivir la comunión, a realizar la participación y a abrirse a la misión”.

 Y una pregunta fundamental: “¿cómo se realiza hoy, a diversos niveles (desde el local al universal) ese “caminar juntos” que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio?”. A partir de ahí, el documento señala los principales objetivos:

∙ hacer memoria sobre cómo el Espíritu ha guiado el camino de la Iglesia en la historia y nos llama hoy a ser juntos testigos del amor de Dios;

∙ vivir un proceso eclesial participado e inclusivo, que ofrezca a cada uno – en particular a cuantos por diversas razones se encuentran en situaciones marginales – la oportunidad de expresarse y de ser escuchados para contribuir en la construcción del Pueblo de Dios;

∙ reconocer y apreciar la riqueza y la variedad de los dones y de los carismas que el Espíritu distribuye libremente, para el bien de la comunidad y en favor de toda la familia humana;

∙ experimentar modos participados de ejercitar la responsabilidad en el anuncio del Evangelio y en el compromiso por construir un mundo más hermoso y más habitable;

∙ examinar cómo se viven en la Iglesia la responsabilidad y el poder, y las estructuras con las que se gestionan, haciendo emerger y tratando de convertir los prejuicios y las prácticas desordenadas que no están radicadas en el Evangelio;

∙ sostener la comunidad cristiana come sujeto creíble y socio fiable en caminos de diálogo social, sanación, reconciliación, inclusión y participación, reconstrucción de la democracia, promoción de la fraternidad y de la amistad social;

∙ regenerar las relaciones entre los miembros de las comunidades cristianas, así como también entre las comunidades y los otros grupos sociales, por ejemplo, comunidades de creyentes de otras confesiones y religiones, organizaciones de la sociedad civil, movimientos populares, etc.;

∙ favorecer la valoración y la apropiación de los frutos de las recientes experiencias sinodales a nivel universal, regional, nacional y local. 

“El presente Documento Preparatorio – se lee- se ofrece como servicio al camino sinodal, en particular como instrumento para favorecer la primera fase de escucha y consultación de Pueblo de Dios en las Iglesias particulares, con la esperanza de contribuir a poner en movimiento las ideas, las energías y la creatividad de todos aquellos que participarán en el itinerario, y facilitar la coparticipación de los frutos de sus compromisos”.

La "tragedia global" del coronavirus

El primer bloque, “llamada a caminar juntos”, admite los “cambios epocales de la sociedad y la Iglesia” que “no es posible ignorar”. La “tragedia global” de la pandemia del coronavirus “ha hecho detonar las desigualdades y las injusticias ya existentes: la humanidad aparece cada vez más sacudida por procesos de masificación y de fragmentación; la trágica condición que viven los migrantes en todas las regiones del mundo atestiguan cuán altas y fuertes son aún las barreras que dividen la única familia humana”, como ya se encargó de señalar Francisco en Laudato Si y Fratelli Tutti.

Esta situación, añade el texto, “pone a prueba la capacidad de la Iglesia para acompañar a las personas y a las comunidades para que puedan releer experiencias de luto y de sufrimiento”. Sin embargo, añade, “no podemos escondernos: la misma Iglesia debe afrontar la falta de fe y la corrupción también dentro de ella”. El documento hace especial hincapié en “los abusos sexuales, de poder y de consciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas”. Porque, “por mucho tiempo el de las víctimas ha sido un clamor que la Iglesia no ha sabido escuchar suficientemente”.

Por mucho tiempo el de las víctimas ha sido un clamor que la Iglesia no ha sabido escuchar suficientemente

“La Iglesia entera está llamada a confrontarse con el peso de una cultura impregnada de clericalismo, heredada de su historia, y de formas de ejercicio de la autoridad en las que se insertan los diversos tipos de abuso (de poder, económicos, de conciencia, sexuales)”, subraya el documento preparatorio del Sínodo, que sostiene cómo “es impensable «una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios”.

Tomado de Religión Digital