Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

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10 de septiembre de 2021

Guerra sin armas

 

Una reflexión extraordinaria

 

Por: Amílcar Álvarez, El Periódico

07-09-21


Pocos ven lo que somos, todos ven lo que aparentamos…

El presidente de Uganda, KAGUTA MUSEVENI, dio un discurso a las personas que no están dispuestas a cuidarse durante el periodo de cuarentena por el COVID-19, considerado muy valioso. Veamos. “Dios tiene mucho trabajo, tiene que cuidar a todo el mundo. No puede estar aquí en Uganda, cuidando idiotas. 


En una situación de guerra, nadie le pide a nadie que se quede en casa, usted se queda en casa por elección. De hecho, si tienes un sótano, te escondes allí mientras persisten las hostilidades. Durante una guerra, no te quejas del hambre. Si tienes hambre rezas para sobrevivir, para volver a comer algún día. Durante una guerra no discutes sobre tu derecho de abrir tu negocio. Cierras tu tienda, sin pensarlo, corres por tu vida y rezas para sobrevivir a la guerra. Esperando volver a tu negocio, rogando que no haya sido saqueado, destruido por el fuego de morteros. Durante una guerra, estás agradecido con Dios, por ver otro día en la tierra de los vivos. Durante una guerra no te preocupas si tus hijos van a la escuela. Ruegas para que el gobierno no se los lleve a la fuerza para entrenarlos como soldados en las instalaciones de aquella escuela convertida en depósitos militares.

El mundo entero se encuentra actualmente en esta guerra. Hay gente que aún no lo entiende. Una guerra sin armas ni balas. Una guerra sin soldados humanos. Una guerra sin fronteras. Una guerra sin acuerdos de alto al fuego. Una guerra sin una sala de guerra. Una guerra sin zonas sagradas. El ejército en esta guerra no tiene piedad ni bondad humana. Es indiscriminado: no respeta a los niños, a las mujeres ni lugares de culto. Este ejército no está interesado en botines de guerra. No tiene intención de cambio de régimen. No le preocupan los recursos minerales valiosos debajo la tierra. Ni siquiera le interesa la hegemonía religiosa, étnica o ideológica. Su ambición no tiene nada que ver con la superioridad racial. Es un ejército invisible, despiadado y despiadadamente efectivo. Su única agenda es una cosecha de la muerte. Solo se sacia después de convertir el mundo en un gran campo de muerte. Su capacidad para lograr su objetivo no está en duda. Sin máquinas terrestres, anfibias y aéreas, tiene bases en casi todos los países del mundo. Su movimiento no se rige por ninguna convención o protocolo de guerra. En resumen, es una ley en sí misma. Es el coronavirus.

Afortunadamente, este ejército tiene una debilidad y puede ser derrotado. Solo requiere nuestra acción colectiva, disciplina y paciencia. El COVID-19 no puede sobrevivir al distanciamiento social y físico. Solo prospera cuando lo enfrentas. Le encanta ser confrontado. Capitula frente al distanciamiento social y físico colectivo. Se inclina ante una buena higiene personal. Es impotente cuando tomas tu destino en tus propias manos, manteniéndolas desinfectadas tan a menudo como sea posible. Este no es un momento para llorar por el pan y la mantequilla como niños mimados. Obedezcamos y sigamos las instrucciones de las autoridades. Aplanemos la curva COVID-19. Ejercitemos la paciencia. Seamos guardianes de nuestros hermanos. En poco tiempo recuperaremos nuestra libertad, nuestras empresas y nuestra socialización. En medio de la EMERGENCIA, practiquemos la urgencia del servicio y la urgencia del amor por los demás”. Estas palabras se consideran el mejor y más inteligente discurso público, jamás realizado durante el COVID-19. Washington D. C. Cortesía de un cristiano renovado.

Jacques Attali escribió el libro Breve historia del futuro, publicado en Francia el año 2006. En un fragmento dice… “Encontraremos algo o lo causaremos, una pandemia que apunte a ciertas personas, una crisis económica real o no, un virus que afectará a los viejos o los mayores, no importa, los débiles y miedosos sucumbirán”… Joya. Pocos ven lo que somos, todos ven lo que aparentamos…


Amilcar Álvarez

Tomado de ElPeriódico