PALABRAS A VOLEO
Martín
Valmaseda
En esta ocasión les echamos a voleo una palabra que resulta un tanto contradictoria, depende de quien la sufre o la goza. En estos tiempos leemos en los informativos que personas de la política y la religión no opinan igual sobre esa palabra. Sin darle más vueltas les digo que se trata del vocablo:
CONQUISTA
Es bueno en este
caso acudir al diccionario etimológico
que nos dice:
La palabra conquista es el nombre
de acción del verbo conquistar y este procede del latín conquisitare (adquirir
de manera reiterada o permanente) algo o
alguien que pide cierto
esfuerzo.
Naturalmente ya se explicarán porqué les dije que era una expresión contradictoria; depende de qué se intenta conquistar y cómo.
Les
pongo ejemplos: el
montañero que conquista
la cima del
Everest, lo hace
“porque está ahí” como
decía un famoso escalador. Lo
hace y el monte no
se queja de la
subida y menos aún los habitantes
de los alrededores que
incluso, gracias a los sherpas encuentran una fuerte
de ingresos turísticos.
Otro ejemplo:
el joven que
dice a la muchacha de sus sueños:
tú me has conquistado el corazón…
ahí ya depende de la
respuesta de la interpelada que puede ser: “muchas
gracias pero ya estoy
comprometida con otro”… Eso puede dar
pie a distintas
reacciones tanto del conquistador que se siente conquistado, como
de la que no tiene ningún interés en
dicha conquista.
Pero la expresión conquista,
conquistador, tiene unas
connotaciones distintas cuando
se trata de tierras no tan solitarias como el
Everest, porque son territorios ya habitados
por seres de cultura distinta a la de los conquistadores y estos no van
allí porque les han
conquistado el corazón una
belleza, sino porque ha conquistado su codicia
el oro, la tierra, los
cultivos que en ella han descubierto, el poder
que pueden sacar…
Los habitantes de ese país conquistado no suelen decir “qué bueno que viniste” y suelen pedir, a los conquistadores que mejor se marchen; pero estos se sacan del bolsillo un montón de motivos convincentes para ellos(?): Les vienen a traer su cultura, sus inventos, su religión… porque la de los conquistados dicen que no sirve.
Detrás de los conquistadores iban los misioneros, muchos convencidos de que la única fe era la propia, pero otros más sensatos se atrevieron a decir a los conquistadores:
“¿Estos no son hombres? ¿Con éstos no se deben guardar y cumplir los preceptos de caridad y de la justicia? ¿Estos no tenían sus tierras propias y sus señores y señoríos? ¿Estos hannos ofendido en algo? ¿La ley de Cristo, no somos obligados a predicársela y trabajar con toda diligencia de convertirlos?... Todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes.”
(
En
un sólo título resumió todo eso el también dominico Gustavo Gutiérrez
en su libro: <Dios o el oro en
las indias> pero los
descendientes de los
conquistadores siguen enfrentándose a un papa
italo-argentino cuando
siglos después pide perdón a los “hijos
de la Nueva España” por la conquista
que se hizo a la sombra de la cruz.
Ya
ven cómo las cosas
más sagradas y las palabras más
solemnes tienen un
doble sentido o un uso contradictorio.
Que cualquiera de nosotros seamos capaces de conquistar
corazones pero no poner o
imponer nuestras creencias y menos como pretexto para conquistar poder o cheques.