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26 de noviembre de 2021

EVANGELIO DOMINGO 28-NOVIEMBRE-2021(Lucas 21,25-28). Reflexiones de Pagola


VIVIR DESPIERTOS


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del hombre (Lucas 21, 25-28.34-36).

 


ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS

Los discursos apocalípticos recogidos en los evangelios reflejan los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, frágiles y vulnerables, que vivían en medio del vasto Imperio romano entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto, sin saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor.

Después de veinte siglos, la Iglesia actual marcha como una anciana, <<encorvada>> por el peso de los siglos. <<Con la cabeza baja>> consciente de sus errores y pecados. Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos.

<<Levantaos>>, animaos unos a otros. <<Alzad la cabeza>> con confianza. <<Se acerca vuestra liberación>>. Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.

No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando llenar vuestra vida de bienestar y dinero, de espaldas al Padre del cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os hará cada vez menos humanos.

Estad más atentos a mi Evangelio. No seáis comunidades dormidas.

 

¿QUÉ ES VIVIR DESPIERTOS?

Jesús no se dedicó a explicar una doctrina religiosa para que sus discípulos la aprendieran correctamente y la difundieran luego por todas partes. Él les hablaba de un <<acontecimiento>> que estaba ya sucediendo: <<Dios se está introduciendo en el mundo. Quiere que las cosas cambien. Solo busca que la vida sea más digna y feliz para todos>>.

Jesús llamaba a esto el <<reino de Dios>>. Hemos de estar muy atentos a su venida. Desear ardientemente que el mundo cambie, vivir buscando y acogiendo el <<reino de Dios>>.

<<Vigilad>>, <<estar atentos a su venida>>, <<vivir despiertos>>. >>, significa no caer en el escepticismo.

<<Vivir despiertos>>. No dejar que se apague en nosotros el deseo de buscar el bien para todos.

<<Vivir despiertos> significa vivir con pasión la pequeña aventura de cada día. No desentendernos de quien nos necesita.

Seguir haciendo esos <<pequeños gestos>> que aparentemente no sirven para nada, pero que sostienen la esperanza de las personas y hacen la vida un poco más amable.

<<Vivir despiertos>> significa despertar nuestra fe. Buscar a Dios en la vida y desde la vida. Vivir no solo de nuestros proyectos, sino atentos al proyecto de Dios.

 

CUIDAR LA ESPERANZA

Todos vivimos con la mirada puesta en el futuro. Siempre pensando en lo que nos espera. Queremos que todo nos salga bien y, si es posible, que nos vaya mejor.

Por eso, cuando la esperanza se apaga, se apaga también la vida. Por eso lo primero que hay que cuidar en el seno de la sociedad o en la relación con Dios es la esperanza.

La esperanza no consiste en la reacción optimista de un momento. Es más bien un estilo de vida, una manera de afrontar el futuro de forma positiva y confiada, sin dejarnos atrapar por el derrotismo.

Lo primero es mirar hacia adelante. No quedarnos en lo que ya pasó. La esperanza no es una actitud pasiva, es un estímulo que impulsa a la acción. Quien vive animado por la esperanza no cae en la inercia. Al contrario, se esfuerza por cambiar la realidad y hacerla mejor. Quien vive con esperanza es realista.

Hemos de valorar y cuidar esas pequeñas esperanzas, pero el ser humano necesita una esperanza más radical e indestructible, que se pueda sostener cuando toda esperanza se hunde.

Así es la esperanza en Dios, último salvador del ser humano. Cuando caminamos cabizbajos y con el corazón desalentado, hemos de escuchar esas inolvidables palabras de Jesús: <<Alzad vuestra cabeza, pues se acerca vuestra liberación>>.

 

SIN MATAR LA ESPERANZA

Hoy escuchamos su grito de alerta: <<Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Pero tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero>>.

Cuando en una sociedad se tiene como objetivo casi único de la vida la satisfacción ciega de las apetencias y se encierra cada uno en su propio disfrute, allí muere la esperanza.

Los satisfechos no buscan nada realmente bueno. No trabajan por cambiar el mundo. No les interesa un futuro mejor. No se rebelan frente a las injusticias, sufrimientos y absurdos del mundo presente. En realidad este mundo es para ellos <<el cielo>> al que se apuntarían para siempre. Pueden permitirse el lujo de no esperar nada mejor.

Quien ama de verdad la vida y se siente solidario de todos los seres humanos sufre al ver que todavía una inmensa mayoría no puede vivir de manera digna. Este sufrimiento es signo de que aún seguimos vivos y somos conscientes de que algo va mal. Hemos de seguir buscando el reino de Dios y su justicia.

 

¡POR FAVOR, QUE HAYA DIOS!

No es lo mismo escuchar este discurso apocalíptico desde el bienestar de Europa o desde la miseria y el sufrimiento de África.

A pesar de todas las crisis y problemas en Europa se sigue pensando que el mundo irá siempre a mejor. Nadie espera ni quiere el fin de la historia. Nadie desea que cambien muchos las cosas. En el fondo nos van bastante bien. Desde esta perspectiva, oír hablar de que un día todo puede desaparecer <<suena>> a <<visiones apocalípticas>> nacidas del desvarío de mentes tenebrosas.

Todo cambia cuando el mismo Evangelio es leído desde el sufrimiento del Tercer Mundo. Cuando la miseria es ya insoportable y el momento presente es vivido solo como sufrimiento destructor, es fácil sentir exactamente lo contrario. << Gracias a Dios esto no durará para siempre>>.

Los últimos de la Tierra son quienes mejor pueden comprender el mensaje de Jesús: <<Dichosos los que lloran, porque de ellos es el reino de Dios>>. Estos hombres y mujeres, cuya existencia es hambre y miseria, están esperando algo nuevo y diferente que responda a sus anhelos más hondos de vida y de paz.

Un día <<el sol, la luna y las estrellas temblarán>>, es decir, todo aquello en que creíamos poder confiar para siempre se hundirá.

Nuestras ideas de poder, seguridad y progreso se tambalearán. Todo aquello que no conduce al ser humano a la verdad, la justicia y la fraternidad, se derrumbará, y <<en la tierra habrá angustia de las gentes>>.

Pero el mensaje de Jesús no es de desesperanza para nadie: Aun entonces, en el momento de la verdad última, no desesperéis, estad despiertos, <<manteneos en pie>>, poned vuestra confianza en Dios.

Viendo de cerca el sufrimiento cruel de aquellas gentes de África me sorprendí a mí mismo sintiendo algo que puede parecer extraño en un cristiano. No es propiamente una oración a Dios. Es un dese ardiente y una invocación ante el misterio del dolor humano. Es esto lo que me salía de dentro: <<!Por favor, que haya Dios!.

José Antonio Pagola