Ven,
Señor, a salvarnos (salmo 145)
Por
cada palabra del salmo yo pregunto,
como
Job pregunta a su Señor:
Si
haces justicia a los oprimidos,
¿por
qué triunfan los opresores?
Si
das pan a los hambrientos,
¿por
qué hay millones que mueren de hambre?
Si
das libertad a los cautivos,
¿por
qué tantos inocentes se pudren en las cárceles?
Ven,
Señor, a salvarnos.
El
Señor abre los ojos al ciego.
Pues
¿dónde está su consulta?
¡Hay
tantos en lista de espera!
El
Señor endereza a los que se doblan.
¿Habéis
oído, hermanos míos,
los
que estáis doblados y aplastados en la vida?
-¿Cuántos
sois?-
El
Señor os va a quitar definitivamente
los pesos y cargas que os asfixian.
¡Ven
Señor, a salvarnos!
Peregrinos,
transeúntes, emigrantes,
refugiados,
desterrados, chabolistas, alberguistas:
el
Señor os guarda a todos:
os
dará refugio, una tierra, una casa y un trabajo.
Y
vosotros, huérfanos y viudas,
madres
solteras, hijos de divorciados,
viejos
solitarios, sidosos y drogadictos:
ya
tenéis un protector, manos fuertes
que
os sustenten y os libren de abusos y soledades.
Ven,
Señor a salvarnos.
El
Señor ama a los justos
y
trastorna el camino de los malvados.
Pero
la opinión popular
es
contraria a esta sentencia.
Las
respuestas a Job ya no valen.
Si
hay alguno que cree
las
palabras de este salmo,
que
haga bueno a Dios,
por
favor, que no lo deje en mal lugar.
Los
otros salmos