Oración de alabanza (Is 12,2-3,5-6)
Martín Irure
El Señor es mi Dios y
Salvador.
no me salvarán los señores
de la tierra,
ningún hombre,
ni instituciones benéficas,
ni la Seguridad del Estado,
ni la ciencia ni la
revolución
tecnológica,
no nos salvará Cáritas,
ni la Cruz Roja.
Me salvará mi Dios,
cuando sea levantado en alto.
Confiaré y no temeré.
No me importan
las dificultades y los
peligros,
las amenazas y los sufrimientos,
las persecuciones y las
cárceles.
No temo la noche ni lo desconocido.
Porque mi fuerza
y mi poder es el Señor.
Tampoco confío en mis propias
fuerzas o talentos,
en mi gracia,
mi atractivo o mi energía.
No confío en el poder del
dinero
o de las recomendaciones.
Él fue mi salvación.
En el fragor de la lucha
se puso a mi lado
En la fatiga del camino
me cogió en sus brazos.
En la oscuridad de la noche
me encendió su lámpara.
En el frío del invierno
me preparó una hoguera.
En la aridez del desierto
me descubrió una fuente.
de las fuentes de la
salvación.
Sedientos, vengan por agua,
gratis, porque brota de la
roca
en forma de corazón,
que está levantada en alto.
Ya no se necesitan varas
ni lanza alguna;
basta el toque delicado de la
fe.
Sedientos todos,
no vengan ya por agua.
El agua viene a ti.
Siete canales corren
por las calles de la ciudad
más hermosa.
Puedes sacar sin
restricciones
las aguas de la salvación.
Puedes bañarte en ellos.
da gracias al Señor,
que está en medio de ti.
Palabras para el silencio