Palabras a voleo
Martín Valmaseda
En esta ocasión tendríamos que
poner un montón de palabras que salieran volando como bandadas de gorriones
sobre sus cabezas. De todas ellas podemos indicar preferentemente una. Enseguida verán por qué… hablaremos de … LADRAR
¿O sea que nos vas a hablar de perros?.
No, les voy a hablar de personas humanas, pero para eso empiezo hablando de LADRAR, como podría hablarles de maullar, piar, rugir, mugir… todo sonido que emiten los llamados animales . Entonces también diga HABLAR.
No, no me vale. Fíjense: Las palabras que les digo son los modos para intentar comunicarse de los animales irracionales. Cuando un perro ladra, a su amo lo hace porque quiere comunicarle algo, a veces es claro: quiere comer, ladra de alegría o lanza aullidos de dolor porque recibió un golpe… Quien tiene un perro al que le tiene cariño le suele entender muy bien, por lo general. A veces siente que le pasa algo pero no llega a entenderlo; lo lleva al veterinario.
Los animales humanos hemos desarrollado un lenguaje que nos sirve para comunicar no solo sentimientos, sino reflexiones, meditaciones, expresiones abstractas que vamos aprendiendo al crecer y que algunos filósofos, científicos van adquiriendo en su lenguaje de modo que sus conferencias y libros mucha gente, poco leída y “escribida”, no entiende. A veces es necesario usar esas palabras aunque sean difíciles. Otras veces son lenguajes especiales que se sacan de la manga los sabios filósofos, teólogos… Afortunadamente hay gente que sabe traducir a palabras vulgares lo dicho de modo abstracto de manera que todos lo entiendan.
Se les llama vulgarizadores. Se me ha escapado la palabra teólogos y esto nos hace dar un paso más porque hay clérigos que en sermones de parroquias… a veces sale la gente diciendo: “ este sermón no lo ha entendido ni Dios”
¿Y nosotros entendemos lo que nos dicen en sermones, en misas… aunque al final lo firmen como “¡palabra de Dios!”? O nuestro padre Dios se queda callado pensando: “¿Qué yo he dicho eso? Pues no recuerdo cuándo?”. Jugamos fácilmente con Dios y su palabra y creo que somos como perros ladrando que pensamos que hablamos de Dios o a Dios. Aquel que llamamos Dios, claro que nos entiende antes de que empecemos a rezar, pero no por lo que decimos sino porque “Dios está más dentro de nosotros que nosotros mismos, (ya salió San Agustín).
Pero tenemos que ir más al fondo, al evangelio a una frase que apueste que casi nunca ustedes han oído a los predicadores. Fíjense bien: La dice San Mateo (6;5-10); Cuando oréis, no habléis mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagáis como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que os hace falta, antes de que se lo pidáis. Vosotros orad de esta manera: Padre nuestro…Esta palabra de Jesús me hace descubrir cual es la palabra que refleja cómo LADRA el animal humano… El hombre y la mujer REZAN , ese es su ladrido.
Muchas veces rezamos sin darnos cuenta qué decimos.
Repetimos frases escritas en una época hace más de 20 siglos y con ellas pensamos hablar a un Dios que no conocemos, por ejemplo rezamos a un “Dios de los ejércitos” que mata o pone argollas de hierro a los príncipes enemigos. Decimos también rezando que “el Hijo de Dios murió por nuestros pecados” aunque es claro que lo mataron los sacerdotes de Jerusalén y las fuerzas de ocupación romanas… Esto en rezos no sólo de hace muchos siglos, sino también en las canciones de ahora recién compuestas; por ejemplo cantamos:” Jesús que bajaste del cielo a morir en la Cruz”. Eso es una herejía o una tontería. Sabemos que Jesús no bajó, nació de una mamá jovencita y no nació para morir…aunque lo que dijo e hizo en su vida le llevó al asesinato por quienes no les gustaban sus palabras ni sus obras. Por eso nuestros rezos son como los ladridos de los humanos. Nos cuesta más orar en silencio, meditar con conciencia que rezar y rezar y ladrar y rezar, cada vez con más rezos a pesar lo que dice el evangelio no habléis mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
Menos mal que ese Dios desconocido escucha nuestros ladridos como el buen amo humano oye ladrar a su perro que salta delante de él, pidiéndole el pan suyo de cada día; que detrás de cada salmo que reza cada perrito humano, de cada canto que ladra hoy un fondo de oración y de cariño que el amo, Padre Dios entiende.
