Señor, Dios nuestro, restáuranos (salmo 79)
Rafael Prieto
Señor, Pastor, Señor,
Señor, Dios nuestro, Rey.
Pastor de Israel, el pueblo escogido,
pastor de la Iglesia redimida,
pastor de los pobres y pequeños,
pastor de las ovejas despreciadas.
Pastor, buen pastor, escucha.
Hay todo un clamor que nadie atiende:
el clamor de los que pierden en la guerra,
de todos los que pierden,
el de los pueblos hambrientos,
el de los extranjeros y refugiados,
el de los campesinos y todos los marginados.
Tú, que te sientas sobre querubines.
Tú, que no te sientas sobre nadie.
Tú, que nos sientas a todos
sobre tus rodillas fuertes y seguras.
Tú, que caminas siempre,
acompañando, protegiendo, conduciendo.
Resplandece.
Resplandezca tu rostro de hermosura;
manifiesta tu rostro iluminado
por el brillo de la misericordia.
Despierta el poder maravilloso
de tu corazón invencible.
Y ven a salvarnos.
No tienes que hacer un largo viaje,
porque tienes aquí tu cielo entre nosotros,
tus hijos más queridos.
Ven a visitar esta familia,
enteramente tuya,
Ven y quédate con nosotros,
como uno más de la familia.
Ven y sálvanos de tantos enemigos,
demonios familiares
que todo lo pervierten y destruyen.
Ven, Señor, y danos vida,
enséñanos los caminos de la dicha.
Ven a hacernos libres
y enséñanos a amar.
Ven, amor.
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