Glorifica al Señor, Jerusalén (salmo 147)
Glorifica al Señor, Jerusalén,
porque has visto su gloria,
revestida de carne.
Alaba a tu Dios, Sión,
repitiendo incansablemente
el nombre de Jesús.
Ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
te ha dado una seguridad invulnerable.
por el nombre de Cristo.
Y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
colmándolos de vida y de bienes,
en Cristo Jesús,
verdadera y entera bendición.
Ha puesto paz en tus fronteras,
una paz viva, que llena el corazón
y que tiene el nombre de Cristo.
Te sacia con flor de harina,
recogida en los campos celestiales
y amasada en el vientre de María.
Él envía su mensaje a la tierra
y no cesa de resonar, sembrándose
en el corazón de los creyentes: la Palabra.
Y su palabra corre veloz,
llenándolo todo de música y verdad,
la Palabra y el Espíritu.
Anuncia su palabra a Jacob,
el pueblo de todos los creyentes.
Con ninguna nación obró así,
pero obró siempre con amor;
ni les dio a conocer sus mandatos,
pero grabó en todas las conciencias
mandamientos suficientes salvadores,
semillas del Verbo.
La Palabra se hizo carne;
¡Oh amor definitivo,
Emmanuel!
Los Otros Salmos
Colaboración de Juan de la Cruz