EL PROGRAMA DE JESÚS
En aquel tiempo, Jesús
volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la
comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos los alababan.
Fue Jesús a Nazaret, donde
se había criado, entró en la sinagoga, como era costumbre los sábados, y se
puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y.
desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
<<El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena
Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos
la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del
Señor>>.
Y, enrollando el libro, lo
devolvió al que le ayudaba, y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos
en él. Y él se puso a decirles:
-Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír (Lucas 4, 14-21).
EL PROGRAMA DE JESÚS
Según Lucas, es el propio
Jesús quién selecciona un pasaje del profeta Isaías y lo lee a los vecinos de
su pueblo, para que puedan entender mejor al Espíritu que lo anima, las
preocupaciones que lleva dentro de su corazón y la tarea a la que se quiere
dedicar en cuerpo y alma.
<<El espíritu del
Señor está sobre mí. Él me ha ungido>>. Jesús se siente
<<ungido>> por el Espíritu de Dios impregnado por su fuerza. Por
eso sus seguidores lo llamarán <<Cristo>>, es decir,
<<Ungido>>, y por eso se llamarán ellos mismos
<<cristianos>>. Para Lucas, es una contradicción llamarse <<cristiano>>
y vivir sin ese Espíritu de Jesús.
<<Me ha enviado para
dar la Buena noticia a los pobres>>. A Dios le preocupa el sufrimiento de
la gente. Por eso su Espíritu empuja a Jesús a dejar su aldea para llevar la
Buena Noticia a los pobres.
Esta es su gran tarea:
poner esperanza en los que sufren.
Si lo que hacemos y decimos
los cristianos no es captado como <<Buena Noticia>> por los que
sufren, ¿qué Evangelio estamos predicando? , ¿a qué nos estamos dedicando?
Jesús se siente enviado a
cuatro grupos de personas: los <<pobres>>, los <<cautivos>>,
los <<ciegos>> y los <<oprimidos>>. Son los que más
dentro lleva en su corazón, los que más le preocupan.
La Iglesia, o es de los que
sufren o deja de ser la Iglesia de Jesús. Si no son ellos quienes nos
preocupan, ¿de qué nos estamos preocupando ?.
Jesús tiene claro su
programa: sembrar libertad, luz, y gracia. Esto es lo que desea introducir en
aquellas aldeas de Galilea y en el mundo entero.
Nosotros podemos dedicarnos
a juzgar a la sociedad actual y condenarla; podemos lamentarnos de la
indiferencia religiosa. Pero, si seguimos el programa de Jesús, nos sentiremos
llamados a poner en el mundo libertad, luz y gracia de Dios.
LA PRIMERA MIRADA
La primera mirada de Jesús
no se dirige al pecado de las personas, sino al sufrimiento que arruina sus
vidas. Lo primero que toca su corazón no es el pecado, sino el dolor, la
opresión y la humillación que padecen hombres y mujeres.
Nuestro mayor pecado consiste
precisamente en cerrarnos al sufrimiento de los demás para pensar solo en el
propio bienestar.
Jesús se siente
<<ungido por el Espíritu>> de un Dios que se preocupa de los que
sufren. Es ese Espíritu el que lo empuja a dedicar su vida entera a liberar,
aliviar, sanar, perdonar.
Este programa de Jesús no
ha sido siempre el de los cristianos. La teología cristiana ha dirigido más su
atención al pecado de las criaturas que a su sufrimiento.
<<La doctrina
cristiana de la salvación ha dramatizado demasiado el problema del pecado,
mientras a relativizado el problema del sufrimiento>>
Los cristianos no creemos
en cualquier Dios, sino en el Dios atento al sufrimiento humano.
Al cristiano verdaderamente
espiritual, se le encuentra, lo mismo que a Jesús, junto a los desvalidos y
humillados.
Como ha recordado el
cardenal Martini, en estos tiempos de globalización, el cristianismo ha de
globalizar la atención al sufrimiento de los pobres de la Tierra.
EN LA MISMA DIRECCIÓN
Lucas describe con todo
detalle lo que hace Jesús en la sinagoga de su pueblo: se pone de pie, recibe
el libro sagrado, busca el mismo pasaje de Isaías, lee el texto, enrolla el
volumen, lo devuelve y se sienta. Todos han de escuchar con atención las
palabras escogidas por Jesús, pues exponen la tarea a la que se siente enviado
por Dios
Sorprendentemente, el texto
no habla de organizar una religión más perfecta o de implantar un culto más
digno, sino de comunicar liberación, esperanza, luz y gracia a los más pobres y
desgraciados. Esto es lo que. << El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad
a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor>>. Al terminar
les dice: <<Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír>>.
El Espíritu de Dios está en
Jesús enviándolo a los pobres, orientando su vida hacia los más necesitados,
oprimidos y humillados.
En esta dirección hemos de
trabajar sus seguidores. Esta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús,
quiere imprimir a la historia humana. Los últimos han de ser los primeros en
conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora
para todos sus hijos e hijas.
No lo hemos de olvidar. La
<<opción por los pobres>> no es un invento de unos teólogos del
siglo xx ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la
opción del Espíritu de Dios, que anima la vida entera de Jesús y que sus
seguidores hemos de introducir en la historia humana.
No es posible vivir y
anunciar a Jesucristo si no es desde la defensa de los últimos y la solidaridad
con los excluidos.
BUENA NOTICIA PARA LOS
POBRES
Él ha sido enviado para dar
una buena noticia a los pobres: el futuro proyectado y querido por Dios les
pertenece a ellos.
Tienen suerte los pobres,
los marginados por la sociedad, los privados de toda defensa, los que no
encuentran sitio en la convivencia de los fuertes, los despojados por los
poderosos, los humillados por la vida. Ellos son los destinatarios del reino de
Dios, los que se alegrarán cuando Dios <<reine>> entre sus hijos e
hijas.
La única razón de su
privilegio consiste en que son pobres y oprimidos. Y Dios no puede
<<reinar>> en el mundo sino haciéndoles justicia. Dios no puede
reinar sino defendiendo la suerte de los injustamente maltratados.
Pero no lo olvidemos. Lo
que es buena noticia para los pobres resuena como amenaza y mala noticia para
los intereses de los ricos. Tienen mala suerte los ricos. El futuro no les
pertenece. Sus riquezas les impiden abrirse a un Dios Padre.
SIN ESCAPATORIA
El Espíritu de Dios está en
Jesús enviándolo a los pobres. Esa es su primera tarea: comunicar a los pobres
la Buena Noticia de que Dios quiere introducir en el mundo su justicia y su
derecho, para liberarlos de la opresión de la que son víctimas.
Hay algo que los cristianos
hemos de ver con absoluta claridad: no se puede anunciar ni vivir el Evangelio
de Jesús si no es desde la defensa de los excluidos y desde la solidaridad con
el Sur.
Los pobres son el gran reto para los que decimos seguir a Jesús. Podemos continuar discutiendo sobre la moral sexual, los preservativos o el sacerdocio de la mujer. Pero el Espíritu de Jesús nos seguirá interpelando a todos desde el sufrimiento de los parados, los pobres o los hambrientos. Solo él nos puede sacudir de nuestras fáciles <<ortodoxias>> de derechas o de izquierdas.
José Antonio Pagola
Colaboración de Juan de la Cruz