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21 de enero de 2022

EVANGELIO DOMINGO 23-Enero-2022 Reflexion de J. A. Pagola

 EL PROGRAMA DE JESÚS



En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos los alababan.

Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y. desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

<<El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor>>.

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba, y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:

-Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír (Lucas 4, 14-21).

 

EL PROGRAMA DE JESÚS

Según Lucas, es el propio Jesús quién selecciona un pasaje del profeta Isaías y lo lee a los vecinos de su pueblo, para que puedan entender mejor al Espíritu que lo anima, las preocupaciones que lleva dentro de su corazón y la tarea a la que se quiere dedicar en cuerpo y alma.

<<El espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido>>. Jesús se siente <<ungido>> por el Espíritu de Dios impregnado por su fuerza. Por eso sus seguidores lo llamarán <<Cristo>>, es decir, <<Ungido>>, y por eso se llamarán ellos mismos <<cristianos>>. Para Lucas, es una contradicción llamarse <<cristiano>> y vivir sin ese Espíritu de Jesús.

<<Me ha enviado para dar la Buena noticia a los pobres>>. A Dios le preocupa el sufrimiento de la gente. Por eso su Espíritu empuja a Jesús a dejar su aldea para llevar la Buena Noticia a los pobres.

Esta es su gran tarea: poner esperanza en los que sufren.

Si lo que hacemos y decimos los cristianos no es captado como <<Buena Noticia>> por los que sufren, ¿qué Evangelio estamos predicando? , ¿a qué nos estamos dedicando?

Jesús se siente enviado a cuatro grupos de personas: los <<pobres>>, los <<cautivos>>, los <<ciegos>> y los <<oprimidos>>. Son los que más dentro lleva en su corazón, los que más le preocupan.

La Iglesia, o es de los que sufren o deja de ser la Iglesia de Jesús. Si no son ellos quienes nos preocupan, ¿de qué nos estamos preocupando ?.

Jesús tiene claro su programa: sembrar libertad, luz, y gracia. Esto es lo que desea introducir en aquellas aldeas de Galilea y en el mundo entero.

Nosotros podemos dedicarnos a juzgar a la sociedad actual y condenarla; podemos lamentarnos de la indiferencia religiosa. Pero, si seguimos el programa de Jesús, nos sentiremos llamados a poner en el mundo libertad, luz y gracia de Dios.

 

LA PRIMERA MIRADA

La primera mirada de Jesús no se dirige al pecado de las personas, sino al sufrimiento que arruina sus vidas. Lo primero que toca su corazón no es el pecado, sino el dolor, la opresión y la humillación que padecen hombres y mujeres.

Nuestro mayor pecado consiste precisamente en cerrarnos al sufrimiento de los demás para pensar solo en el propio bienestar.

Jesús se siente <<ungido por el Espíritu>> de un Dios que se preocupa de los que sufren. Es ese Espíritu el que lo empuja a dedicar su vida entera a liberar, aliviar, sanar, perdonar.

Este programa de Jesús no ha sido siempre el de los cristianos. La teología cristiana ha dirigido más su atención al pecado de las criaturas que a su sufrimiento.

<<La doctrina cristiana de la salvación ha dramatizado demasiado el problema del pecado, mientras a relativizado el problema del sufrimiento>>

Los cristianos no creemos en cualquier Dios, sino en el Dios atento al sufrimiento humano.

Al cristiano verdaderamente espiritual, se le encuentra, lo mismo que a Jesús, junto a los desvalidos y humillados.

Como ha recordado el cardenal Martini, en estos tiempos de globalización, el cristianismo ha de globalizar la atención al sufrimiento de los pobres de la Tierra.

 

EN LA MISMA DIRECCIÓN

Lucas describe con todo detalle lo que hace Jesús en la sinagoga de su pueblo: se pone de pie, recibe el libro sagrado, busca el mismo pasaje de Isaías, lee el texto, enrolla el volumen, lo devuelve y se sienta. Todos han de escuchar con atención las palabras escogidas por Jesús, pues exponen la tarea a la que se siente enviado por Dios                                                          

Sorprendentemente, el texto no habla de organizar una religión más perfecta o de implantar un culto más digno, sino de comunicar liberación, esperanza, luz y gracia a los más pobres y desgraciados. Esto es lo que. << El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor>>. Al terminar les dice: <<Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír>>.

El Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres, orientando su vida hacia los más necesitados, oprimidos y humillados.

En esta dirección hemos de trabajar sus seguidores. Esta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús, quiere imprimir a la historia humana. Los últimos han de ser los primeros en conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora para todos sus hijos e hijas.

No lo hemos de olvidar. La <<opción por los pobres>> no es un invento de unos teólogos del siglo xx ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción del Espíritu de Dios, que anima la vida entera de Jesús y que sus seguidores hemos de introducir en la historia humana.

No es posible vivir y anunciar a Jesucristo si no es desde la defensa de los últimos y la solidaridad con los excluidos.

 

BUENA NOTICIA PARA LOS POBRES

Él ha sido enviado para dar una buena noticia a los pobres: el futuro proyectado y querido por Dios les pertenece a ellos.

Tienen suerte los pobres, los marginados por la sociedad, los privados de toda defensa, los que no encuentran sitio en la convivencia de los fuertes, los despojados por los poderosos, los humillados por la vida. Ellos son los destinatarios del reino de Dios, los que se alegrarán cuando Dios <<reine>> entre sus hijos e hijas.

La única razón de su privilegio consiste en que son pobres y oprimidos. Y Dios no puede <<reinar>> en el mundo sino haciéndoles justicia. Dios no puede reinar sino defendiendo la suerte de los injustamente maltratados.

Pero no lo olvidemos. Lo que es buena noticia para los pobres resuena como amenaza y mala noticia para los intereses de los ricos. Tienen mala suerte los ricos. El futuro no les pertenece. Sus riquezas les impiden abrirse a un Dios Padre.

 

SIN ESCAPATORIA

El Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres. Esa es su primera tarea: comunicar a los pobres la Buena Noticia de que Dios quiere introducir en el mundo su justicia y su derecho, para liberarlos de la opresión de la que son víctimas.

Hay algo que los cristianos hemos de ver con absoluta claridad: no se puede anunciar ni vivir el Evangelio de Jesús si no es desde la defensa de los excluidos y desde la solidaridad con el Sur.

Los pobres son el gran reto para los que decimos seguir a Jesús. Podemos continuar discutiendo sobre la moral sexual, los preservativos o el sacerdocio de la mujer. Pero el Espíritu de Jesús nos seguirá interpelando a todos desde el sufrimiento de los parados, los pobres o los hambrientos. Solo él nos puede sacudir de nuestras fáciles <<ortodoxias>> de derechas o de izquierdas.

José Antonio Pagola

 

Colaboración de Juan de la Cruz