La
sinodalidad es el futuro de la Iglesia
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Fraylalo
(SDN.
CELAM/ Paola Calderón Gómez). - <<No
tengamos miedo de sentarnos a la mesa con los que piensan diferente, las voces
diferentes nos enriquecen, eso es sinodalidad>>, esta fue una de las reflexiones
del Padre Luis Miguel Modino, miembro del Centro para la Comunicación del Celam
e invitado al ciclo de conversatorios del Servicio Pastoral de la Comunicación (SEPAC) de las hermanas Paulinas en Brasil,
este 5 de enero.
El camino de la Asamblea Eclesial
de América Latina y el Caribe, fue el tema central del
encuentro virtual que cada semana analiza diversas cuestiones relacionadas con
el mundo de la comunicación.
Moderado
por la hermana Joana Puntel, el encuentro analizó desde diversas perspectivas la trascendencia de la Asamblea Eclesial; tomando
como punto de partida la doble
experiencia del Padre Luis Miguel, un misionero con un amplio conocimiento
de la realidad de los pueblos de la Amazonía y periodista al servicio de
diversos medios de comunicación en América y Europa.
Trayendo a la memoria la rueda de prensa final de la asamblea Eclesial en la que el presidente del Celam Monseñor Miguel Cabrejos, explicó que estamos ante algo que no tiene vuelta atrás por su carácter inédito e histórico; el Padre Luis Miguel Modino recordó que la historia de este proceso se remonta a 1955, pues la iglesia de América Latina y el Caribe desde antes del Concilio Vaticano II ya había iniciado sus reflexiones y debates respecto al itinerario que debía seguir, razón suficiente para la realización de cinco conferencias generales del episcopado, cada una con objetivos precisos y una búsqueda común: la Evangelización del continente.
Las búsquedas de la Iglesia latinoamericana
Al
respecto, el consagrado resumió la historia de estas conferencias
que ahora son antecedentes del proceso de transformación y búsqueda de sinodalidad
de la Iglesia continental respondiendo a la llamada del Papa Fransisco.
La
primera conferencia realizada en Río de
Janeiro en 1955 se asocia con la
fundación del Celam. Trece años después en 1968
la sede fue Medellín, allí se dio
prioridad a las realidades del continente y las disposiciones del concilio
vaticano II. En 1979, el turno fue
para Puebla en México, asumiendocomo
base de análisis la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi del Papa Pablo
VI.
De
la misma forma el Padre Modino recordó que
la década de los 90 llegó con la
IV Conferencia de Santo Domingo,
centrada en la necesidad de emprender procesos de Nueva Evangelización y
trabajar por la promoción humana y la cultura cristiana. La última Conferencia
se realizó en 2007 en Aparecida y
dejó como impronta la realización de una misión continental lo que para el
sacerdote es un acontecimiento de vital importancia en la historia de la
iglesia brasileña.
De lo episcopal a lo eclesial
Sin
embargo, -anota el misionero- cumplido el tiempo para convocar otra asamblea, el Papa Francisco, hace esta convocatoria a
una asamblea Eclesial, en la que se incluye a todo el pueblo de Dios, un encuentro más allá del contexto
episcopal. Se trata de una clara invitación
a sentarse a la mesa en actitud de escucha y voluntad de aprender, entendiendo
la necesidad de discernir juntos, porque solo de esta forma somos iglesia.
Así
el Padre Luis Miguel Modino aseguró que desde
cualquier tipo de consagración estamos desafiados a construir nuevos caminos, a
escuchar con atención, despojados de los preconceptos o prejuicios que condicionan
y le restan legitimidad a la escucha de otro.
Prueba
de ello fue la reciente experiencia de
la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, donde más de mil
personas se unieron desde la virtualidad o la presencialidad en la casa Lago,
sede del episcopado mexicano; para experimentar con cada actividad que era
grandiosos sentarse en unidad, superar todo tipo de fronteras para discutir
juntos y buscar el menor camino.
Sin
desconocer que la Iglesia está acostumbrada a hablar y no a escuchar, el
misionero indicó que la Iglesia tiene
que estar preparada para escuchar y hablar con parresía, para responder
cada vez mejor a las necesidades
pastorales de las comunidades.
Sin
olvidad que la Iglesia no puede ser solo episcopal, que la prioridad
fundamental es acogerlos a todos, darle
voz a los que históricamente han sido excluidos, como los pueblos
originarios, las mujeres y los jóvenes entre otros colectivos.
Escucha activa
¿Realmente estamos dispuestos a
escuchar al Pueblo de Dios? Cuestionó el Padre
Modino, porque tiene la certeza de que este tipo de procesos pueden incomodar,
pero si no se emprenden con valentía no se podrá avanzar en los desafíos de la
Iglesia de cara al momento histórico que estamos viviendo.
Citando
un ejemplo de este proceso, habló de los
jóvenes y de la necesidad de incluirlos, más allá de las tareas, porque,
así como la manifestaron en la Asamblea Eclesial, desean hacer parte de las
decisiones, los procesos y as acciones que determinan; mucho más cuando son ellos los líderes en temas como el
cuidado de la casa común, la defensa de las víctimas de injusticias sociales y
eclesiales y que de no ser escuchados pueden colocar en riesgo la experiencia
de la sinodalidad.
Los desafíos
Superar las actitudes del
clericalismo, unirse al discernimiento con el pueblo de Dios,
abandonar los discursos elaborados con lo que la Iglesia está preparada para
responder son menospreciar el aporte del diferente, escuchar activamente con un
corazón abierto y disponible como sería el de Jesús. Estos en opinión del
sacerdote son los mayores desafíos porque la
Iglesia no puede ignorar la realidad, su misión es responder desde Dios a
los clamores de la gente.
Finalizada
la asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, el Padre Luis Miguel Modino
advirtió sobre la importancia de cuestionarse sobre aquello que debe pasar en
las parroquias, las comunidades para promover
esa necesaria escucha del pueblo de Dios, para que los documentos no se
queden en las bibliotecas como las exhortaciones, las cartas encíclicas y otros
documentos de Magisterio, para ello asegura será necesario trabajar, para que la comunión, la participación y la
misión no sean el slogan de un sínodo sobre la sinodalidad que representa
la siguiente etapa de la asamblea Eclesial para el caso de América Latina y el
Caribe.
La esperanza es que las Conferencias
Episcopales den continuidad al proceso y que cada uno de los creyentes estén dispuestos
a abrir camino, a llevar esperanza como fruto de la conversión
del corazón, porque de lo contrario las Iglesias seguirán vacías y el número de
jóvenes inquietos por escuchar la voz de Dios en el corazón será aún menor.