Señor, tu tienes palabras de vida eterna
Salmo 18
Y el Señor pronunció las siguientes palabras:
Yo soy tu Dios, la fuente de la vida.
Yo no soy un gran Señor, sino tu amigo.
No soy legislador, ni juez ni policía,
sino impulso de libertad y llamada a la superación.
Yo no escribo normas en piedras o en códigos,
sino en lo más íntimo del ser.
Mis normas no son antipáticas,
ni doblegan ni traumatizan;
son pistas para conducir, escalas para ascender,
aliento para crecer.
Yo soy Dios, pero en ti y para ti.
Yo soy para que tú seas.
No quiero que sirvas temeroso,
que te pongas de rodillas como esclavo
ante ningún dios, ni en el cielo ni en la tierra,
ni ante nada ni ante nadie, ni ante mí.
Ponte en pie para servirme en el amor;
no des culto a nadie sino en amor;
vive en el amor.
No destruyas nada;
no utilices ni te aproveches de nadie;
no engañes a nadie,
porque el otro, sea quien sea;
es mi hijo, es un dios,
porque Yo soy el Amor.
Favorece especialmente a los pobres,
a los mayores, a los huérfanos,
a los extranjeros y a los indefensos,
porque Yo soy el Amor.
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