Habitar la Tierra: ¿Cuál es el camino para la
fraternidad universal?
Estamos
ante una triste constatación: el tipo de mundo en el que vivimos es todo menos
fraternal. Lo que predomina es el poder, que desde el inicio establece una
división entre quien tiene poder y quien no tiene poder
Sin
embargo, el anhelo humano de libertad, igualdad y fraternidad es imperecedero.
Son muchos los motivos que fundan la fraternidad
Todos
somos portadores de la misma humanidad, poco importa el origen. Todos los
seres, también los humanos, tenemos algo en común: venimos del barro de la
Tierra
Estas
raíces comunes nos invitan a vivir en fraternidad universal e ilimitada. Es el
gran sueño de Francisco de Roma, el Papa actual, que ha escrito una valiente
encíclica Fratelli tutti como respuesta a un mundo globalizado
La
fraternidad puede ser una actitud permanente, un modo de ser, un espíritu que
impregne todas las relaciones entre las personas a condición de renunciar al
poder-dominación y de tener humildad
Este
libro 'Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal'
quiere traer a debate la urgencia del amor social y de la fraternidad universal
Ante
las graves amenazas que pesan sobre la Madre Tierra superexplotada y la ruptura
del tejido social de las naciones, la fraternidad sin fronteras, como un nuevo
tipo de presencia en el mundo, nos podrá salvar
30.01.2022
Leonardo Boff
Estamos
ante una triste constatación: el tipo de mundo en el que vivimos es todo menos
fraternal. Lo que predomina es el poder, que desde el inicio establece una
división entre quien tiene poder y quien no tiene poder. Se trata del
poder-dominación, político, económico, ideológico, mediático, también familiar,
y otros. De esta división nacen toda suerte de desigualdades: unos imponiéndose
a los demás, la mayoría situada en el piso de abajo y unos pocos en el piso de
arriba.
La
desigualdad significa injusticia social, que éticamente es inaceptable. Para
las personas de fe, la injusticia social es un pecado contra el Creador porque
le ofende a Él y a sus hijos e hijas. Por lo tanto, estamos en una situación que
no nos agrada a nosotros y tampoco agrada a Dios.