Dichoso el hombre (salmo 1)
Mira, no te equivoques, hombre,
no busques una felicidad barata,
no la busques por los caminos trillados que nos
pintan.
No hagas caso de los reclamos de la publicidad
ni te dejes llevar por la seducción de las cosas.
No está la dicha en tener muchas cosas,
en lucir buenas marcas,
en conseguir gran fortuna.
Ni está la dicha en los placeres de la vida
o en llegar a ser una estrella.
Esta dicha es vana, engañosa, huidiza.
La gente se mata por ella
y termina siendo desdichada.
Yo he visto la felicidad
en la cara de los pobres
pero eran libres.
Y he visto dicha en personas que lloraban,
pero con fe y abiertos a la esperanza.
No es más feliz el que más tiene,
sino el que más comparte.
No es más feliz el ansioso
que mendiga el placer de puerta en puerta,
sino el que escala la montaña de la libertad.
No es más feliz el esclavo de sus instintos
sino el esclavo del amor.
Dichoso, pues, el hombre que se abre
a los caminos del amor.
Maldito el odioso y egoísta
que hace sufrir al otro para su provecho.
Bendito el que se niega a sí mismo
para dar vida a los demás.
Los otros salmos
Colaboración de Juan de la Cruz