El
teólogo fray Marcos Rodríguez .O.P nos
propone este pensamiento sobre
la misa que puede
cambiar lo que
hacemos allí.
El fin de
la eucaristía no es tanto
consagrar un trozo
de pan y un
poco de vino, cuando hacer
sagrado (consagrar) a todo ser
humano, identificándolo con
Dios mismo y haciéndole objeto
de nuestro servicio y adoración.
Nos empeñamos
en que en
la eucaristía el pan se
convierte en Jesús,
pero la enseñanza
del evangelio es la
contraria. Jesús se
convierte en pan.
Al celebrar
la eucaristía no tengo que convertirme yo
en Jesús, sino convertirme
yo en pan, como él
para que todos me coman.
¡Piénsenlo bien
antes de escandalizarse!