INVASIÓN DE UCRANIA
José María Castillo
La
historia nos enseña, con abundancia de datos y argumentos, que la relación
entre las religiones y la violencia ha sido más frecuente y más determinante de
lo que mucha gente sospecha o se imagina. Además, es importante saber cómo se
sitúa el Evangelio ante este enorme problema. Sobre todo, en este momento, con
motivo de la guerra entre Rusia y Ucrania. ¿Qué tiene que ver la religión con
la situación tan dramática que se nos ha presentado?
Es
un hecho que religión y política han estado siempre, para bien o para mal, en
mutua relación. Porque ambas (lo digan o no lo digan) se necesitan mutuamente.
Por otra parte, yo no conozco a fondo y con las consiguientes consecuencias, la
historia religiosa de Rusia y Ucrania. Por eso, me parece más pertinente
indicar, no lo que nos divide, nos separa y nos aleja, sino – al contrario – lo
que nos tendría que unir.
Lo que más preocupa, en situaciones como la que estamos viviendo, suele ser la violencia y sus fatales consecuencias. La violencia es consecuencia de la política y la economía. Y por eso, es también consecuencia de la religión. Porque, como es bien sabido, religión y política están (como siempre han estado) profundamente relacionadas mutuamente.
Ahora
bien, estando las cosas como están, ¿el Evangelio tiene algo que ver en
situaciones tan críticas como la que estamos viviendo? A primera vista, esta
pregunta parece inútil. Porque si la violencia está condicionada por la
religión, ¿no va a estar condicionada también por el Evangelio? Esta pregunta
es inevitable. Y además es necesaria. ¿Por qué?
La
mayor desgracia que le ha ocurrido al cristianismo ha sido fundir y confundir
la Religión con el Evangelio. Más aún, lo peor de todo, ha sido no sólo la
fusión de Religión y Evangelio. Lo más grave ha sido que, en la Iglesia, la
Religión está más presente que el Evangelio. Y en la Iglesia es más
determinante la Religión que el Evangelio. Por eso, para mucha gente religiosa,
el Evangelio no es más que una lectura que se hace en la misa, el acto más
importante de la Religión.
Quienes
piensan así, no han caído en la cuenta de que fue la Religión la que se
enfrentó a Jesús y su Evangelio. Como también hay que decir que fue la Religión
la que mató a Jesús. Porque la Religión y el Evangelio son incompatibles. La
razón de fondo de lo que acabo de decir está en que el centro de la vida, que
brota de la Religión, es el “yo” (mi fe, mi observancia, mi conciencia, mi
salvación). La razón de fondo, que brota del Evangelio, está en los “demás”
(los enfermos, los pobres, los niños…). Dicho más claramente, la Religión
produce un ser humano “fijado en el propio yo” (E. Drewermann), mientras que el
Evangelio produce un ser humano “fijado en los demás”, en la paz y el bien de
los demás. De ahí que el “mandamiento nuevo”, que Jesús les dio a sus
seguidores fue éste: “que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 13,
34-35). Aquí, ya no aparece el amor a Dios. En el amor a los demás está el amor
a Dios. Por eso, en el juicio definitivo, lo que Dios nos va a decir es esto:
“lo que hicisteis con uno de éstos, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40). Tampoco
aquí, en el momento último y decisivo, aparece Dios.
Dios
que, en su trascendencia, no está a nuestro alcance, “se despojó de sí mismo y
se hizo como uno de tantos” (Filip. 2, 7). Es lo que llamamos la
“encarnación". Es decir, la “humanización” de Dios, que se realizó en
Jesús de Nazaret.
El
hombre ejemplar, que tenemos en este momento trágico, es el papa Francisco.
Porque su humanidad es ejemplar. Y con eso nos está diciendo que la guerra y la
violencia tienen una sola decisión: tomar en serio y vivir, hasta donde nos sea
posible, el Evangelio que nos centra en la paz y la bondad de todos y con
todos.
Yo
estoy convencido de que la guerra de Rusia contra Ucrania va a terminar
seguramente pronto. ¿Es una ilusión? No. Es el fruto de una convicción: la
bondad es más fuerte que la violencia.
Tomado de Religión Digital