Texto de Roger Garaudy, comunista francés que quiere a Jesús y se queja de que lo acaparemos los cristianos.
Devolvednos a Jesucristo
La exclamación de R. Garaudy: "Hombres de Iglesia ¡devolvednos a Jesucristo!" tendríamos que hacerla nuestra. Es muy importante recuperar la figura de Jesucristo. Cientos de millones de personas creen en él y pretenden seguir sus enseñanzas. Pero de la figura y el mensaje de Jesús se han adueñado los hombres de Iglesia, tergiversándolos gravemente. Y no sólo los hombres de Iglesia, la derecha en general se ha apoderado de la figura de Jesús de Nazaret, y la usan como apoyo y justificación de su línea política. Hungría tiene una amplia mayoría de católicos, y Orban apelando al carácter católico de su gobierno y sus leyes, ha conseguido recientemente una amplia victoria electoral. Lo mismo pasa en Polonia, donde está muy arraigado un catolicismo muy tradicional, sus gobiernos también tienen un carácter de extrema derecha.
Al llegar la Semana Santa conmemoran la muerte de Jesús de Nazaret con una gran exhibición de riqueza y lujo en procesiones y monumentos. Para juzgar estas formas de conmemoración, lo mismo que los planteamientos políticos de los que se presentan como muy católicos, es necesario ir a la historia, la que nos narran los evangelios, y recordar quien fue Jesús de Nazaret. Un trabajador, nacido en una familia humilde, que en un momento de su vida se sintió llamado a proclamar un mensaje de fraternidad y de esperanza. Recorrió las ciudades y aldeas de Galilea y Judea anunciando un Reino de Dios para los pobres y sencillos.
Su condena del afán de riqueza es tajante: ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. Presenta la riqueza como el adversario de Dios: No podéis servir a Dios y a la riqueza. Por lo que los ricos están excluidos del Reino de Dios: Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reina de los cielos.
La fraternidad, la ayuda mutua es fundamental en el mensaje de Jesús: Ama a tu prójimo como a ti mismo.. Jesús escenifica el juicio final como una gran asamblea en que toda la humanidad se presenta ante Jesús. Una humanidad que es dividida por su postura ante los pobres y hambrientos con los que Jesús se identifica: Venid benditos, porque tuve hambre y me disteis de comer…. Apartaos malditos, porque tuve hambre y no me disteis de comer. Nada más alejado a los principios capitalistas de competir con afán para conseguir la mayor riqueza posible.
¿Cuál fue la consecuencia de esa predicación de Jesús? Es precisamente lo que se conmemora en Semana Santa. La oligarquía de ese tiempo no podía consentir que se difundiera ese mensaje. Apresó a Jesús y le condenó a muerte. Para que esa condena se ejecutara, presionó al poder político, Poncio Pilatos, y manipuló al pueblo para que pidiera la crucifixión de Jesús. La misma estrategia que usan las oligarquías de hoy día.
Pero la huella que Jesús había dejado en sus discípulos no pudo borrarla la crucifixión. El mensaje se extendió por el mundo y ninguna persecución pudo eliminarlo. Podía llegar a ser un peligro serio para el poder político y las oligarquías de ese tiempo. Mejor era ponerlo a su lado. Y con esa maniobra tuvieron un éxito total. La jerarquía eclesiástica cayó en la trampa y se convirtió en uno de los pilares del poder imperial.
Veinte
siglos después, en el terreno religioso cada uno puede creer lo que quiera de
Jesús de Nazaret, pero en el terreno social su mensaje no puede ser más claro:
el polo opuesto a los principios capitalistas de competir con afán para
conseguir la mayor riqueza posible. Lo cual no impide que muchos creyentes
sigan aferrados a una tradición de Jesús profundamente conservadora . Tiene, pues, pleno sentido la exclamación
de Garaudy, devolvednos a Jesucristo, su puesto está en las filas de los que
luchan por un mundo más justo y fraterno en el que todos tengan el pan de cada
día.