PALABRAS A VOLEO: LA MESA
MARTÍN VALMASEDA
Otra vez en nuestras palabras a voleo, nos tropezamos con el lenguaje de dos caras, como muchas ocasiones. Me refiero a palabras que al aterrizar sobre este mundo ya vienen cargadas con un doble contenido, el que podemos llamar NATURAL o SOBRENATURAL. Se van a sorprender cuando les diga que les propongo reflexionar sobre el vocablo
MESA
Seguro que en estos momentos a muchos se les pone cara de interrogante y me exigen que hable correctamente. Me dirán que lo que yo considero mesa con sentido sagrado, dentro del templo, se llama ALTAR.
Yo me pongo testarudo y digo que no; que no acepto en mi fe cristiana la palabra altar. Opino que el llamado ALTAR es otra cosa. Considero que se trata de una traición al lenguaje de la fe. Que una mesa es una mesa y un altar es un altar.
Intento explicarme. Desde que en mi infancia en las escuelas religiosas se hablaba sobre ofrecimiento de sacrificios a Dios nos entraba por los ojos de la imaginación o del catecismo el humo subiendo a lo alto y hasta casi olíamos la carne con olor a churrasco cuando el maestro o catequista nos hablaba de “holocausto” y nos contaba lo que significa en griego (holos = todo, kaustos = quemado) "quemarlo todo", todito el toro que habían despanzurrado y desangrado sobre esa gran piedra que era el altar. A nadie se le ocurría llamar mesa a la piedra de sacrificios. Bien nos explicaban que el la religión del antiguo testamento allí sí había altar y se prohibía beber la sangre, símbolo de la vida, que
se derramaba sobre las piedras.
También sentimos escalofríos cuando contaba la biblia que Abraham oyó la extraña voz de Dios que le ordenaba “sacrificar” a su hijo. (luego le dijo que era sólo una prueba, pero el susto nadie se lo quitó al patriarca ni a la criatura).
Años más tarde, cuando nos enfrentábamos en estudios de historia con otros cultos diferentes, volvieron a hablarnos de los sacrificios mayas y aztecas y de altares donde no sólo victimas animales sino humanas caían bajo el cuchillo del sacerdote.
Los invasores-conquistadores, escandalizados por esos sacrificios… los seguían ofreciendo a su modo también ellos, que adoraban al dios oro. Se llevaban los metales preciosos de América a sus catedrales europeas para enriquecer sus… ¡altares! sin el menor escrúpulo por sacrificar al pueblo indígena.
Por eso mejor dejemos de hablar de altares y sacrificios e imaginemos la celebración de ese Nazareno que en vez de sacrificios se dedicaba a los banquetes. Cuántas veces a ese tal Jesús se le encontraba sentado a la mesa, en una casa o en pleno campo compartiendo pan, pescado, dátiles, vino, cordero asado… Por eso no decían de él que era un “sacrificador” sino que era un comedor y bebedor (si no se lo creen busquen el evangelio de Mateo 11, 19) y para acabarlo de estropear, en Mateo 9,13 dice, copiando al profeta Osea, “¡misericordia quiero y no sacrificios!”. La misericordia se siente más en una comida de amigos o en un comedor de cáritas que sobre un altar humeante de animales quemados.
Pero nosotros, mujeres y hombres del siglo XXI tenemos metidas en el pellejo las costumbres y mitos de altares y sacrificios:
Hablamos del “santo sacrificio de la misa” y de acercarse al altar a presentar nuestras ofrendas. No nos imaginamos reunidos amigablemente en torno a la mesa del Señor. Desde pequeños nos fueron enseñando a hacer u ofrecer sacrificios y, cuando hicimos la primera comunión, no nos acercamos a la mesa del comedor o del banquete sino al sagrado altar. La práctica nos traiciona: la mesa es para sentarse en torno, al rededor de ella . El altar, la palabra lo indica, se pone alto y lejos.
Sólo el celebrante y los ayudantes se ponen cerca. y eso que muchos de ustedes no tienen el recuerdo (eran jóvenes) de cuando el sacerdote se ponía de espaldas al público. Ahí de mesa de reunión nada. Comparen la imagen anterior con esta:
La de la cena de Jesús con sus amigos y amigas (se supone que María y ellas, las que lo seguían , estaban también allí).
Pues ha transcurrido el tiempo y… ¿qué está pasando hoy en nuestros templos? Me van a decir que aquello de la cena de Jesús era cuando se reunían doce y algunos, algunas más. Pero hoy con los templos llenos, aunque va disminuyendo el número de los que asisten a misa, hoy no es posible reunirse alrededor de una mesa por muy grande que sea.
Yo les sugiero que hoy se puede ir buscando caminos nuevos y que el irse reuniendo alrededor de la mesa se ha conseguido ahora de distintos modos, cuando la gente que asiste no se resigna a “oir misa” sino que va a celebrar la muerte resurección de Jesús y nuestra propia muerte y resurrección. En esta foto tienen una eucaristía, fracción del pan , hoy en el siglo XXI reunidos en torno a la mesa. A esta actitud de verdaderas comunidades le acompañan muchos otros intentos de ser fieles al testamento de Jesús.
Por ejemplo hoy día se propone:
AUMENTAR LOS RESPONSABLES: No tienen por qué presidir la celebración sólo los ministros (=servidores) célibes, solteros. En muchos lugares los obispos están proponiendo personas casadas , y no sólo varones, que presidan la eucaristía. Ningún texto del evangelio lo impide.
TODOS TIENE LA PALABRA:, en la eucaristía no sólo se come el pan eucarístico, hay algo más que ” tragar”: está también sobre la mesa el alimento de la palabra. Lo dice el apocalipsis: Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel. Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre (Ap. 10:9-10) En los templos católicos se presta más atención a la comida eucarística y se pasa muchas veces sin interés el alimentarse de la palabra. Sin embargo el menú de la misa es el pan… y la palabra.
. Todos y todas pueden tomar y comunicar la palabra en las asambleas. Depende también de que la mediten y que puedan participar dialogando sin “enrollarse” (Hay personas que no suelen hablar en misa, pero el día que agarran la palabra no la sueltan; no son capaces de aportar pequeñas frases para que todo – no sólo el “padre” - participen cuando tienen algo que decir).
SENCILLEZ EN LA CEREMONIA: Tampoco son necesarios complicados hábitos y vestidos litúrgicos. Los primeros cristianos celebraban la cena del señor con su traje de todos los días.
Y COMPARTIENDO LA COMIDA DEL PAN EUCARÍSTICO: En vez de recibir esa cosita blanca,redonda, que no parece ni pan y dejar la copa que la beba el padre, puede ser que el: tomen y coman, tomen y beban, sea un pequeño banquete donde tomar y partir el el pan sea de verdad tomar en la mano, partir y pan no algo que se dice pero no se hace.
El pan y el vino se cultivan en los países en torno al mar Mediterráneo donde vivían los primeros cristianos donde se consume el trigo y las uvas pero la tierra es muy extensa y en otras partes de ella hay otros alimentos que pueden también ser signos de comunión. El maíz, el café, el cacao… Exige discernimiento para ajustar lo que se celebró en Judea a las costumbres y símbolos de otros países donde hay gente que quiere seguir a Jesús.¿y si no hay trigo o vino, ¿todo de importación?
La mesa del pan y la palabra, la mesa de la misa tiene que ir cambiando. Lo dicen muchos de los que estudian y meditan sobre la llamada “liturgia”. Pero otros se agarran a la tradición de cuando ellos eran jovencitos y hacen de la misa algo mecánico sobre un altar y si pueden se ponen de espaldas al pueblo y la dicen en latín.
¿Les parecen a ustedes muchos cambios?
No digan:” esto siempre se ha hecho así y nunca se hará de otra manera”. Piensen este poema de Bertold Bretch.
El sastre de Ulm
-¡Obispo, puedo volar!-
le dijo el sastre al obispo.
-¡Fíjate, voy a probar!-
Y con algo como alas
el sastre subió al lugar
más alto de la catedral.
Pero el obispo no quiso mirar.
- Como el hombre no es un ave,
eso es pura falsedad -
dijo el obispo del sastre
- Nadie volará jamás.-
- El sastre ha muerto - la gente
al obispo fue a informar
Fue una locura. Sus alas
se tenían que desarmar.
Y ahora yace destrozado
sobre la plaza de la catedral.
- ¡Que repiquen las campanas!
Era pura falsedad
Como el hombre no es un ave
- dijo el obispo a la gente -
¡nunca el hombre volará! -
Preguntas para reflexión:
¿Por qué muchos de los que van a misa se ponen lejos de la mesa (lo llaman altar) y separados unos de otros?
¿Hay manera de evitar que sólo el sacerdote “diga” la misa y los demás sean espectadores?
¿Se pueden encontrar modos para que la mesa en la misa sea un signo de reunión y no un altar del que las personas se sienten y se sientan lejos?
¿Se puede evitar que muchos de los llamados cristianos no quieran que nada cambie en la iglesia, o podríamos hacer lo posible por “volar”?