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23 de junio de 2022

EVANGELIO DOMINGO 26-Junio-2022-(Lucas 9, 51-62)- REFLEXIONES DE PAGOLA


SEGUIR A JESÚS

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron:

Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?

Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino le dijo uno:

Te seguiré a donde vayas.

Jesús le respondió:

Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.

A otro le dijo:

Sígueme.

Él respondió:

Déjame primero ir a enterrar a mi padre.

Le contestó:

Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.

Otro le dijo:

Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.

Jesús le contestó:

El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios (Lucas 9, 51-62).

 


SIN INSTALARNOS NI MIRAR ATRÁS

Seguir a Jesús es el corazón de la vida cristiana. Lo esencial. Nada hay más importante o decisivo. Precisamente por eso Lucas describe tres pequeñas escenas para que las comunidades que lean su evangelio tomen conciencia de que, a los ojos de Jesús, nada puede haber más urgente e inaplazable.

Sus palabras platean en el fondo una sola cuestión: ¿qué relación queremos establecer con él quienes nos decimos seguidores suyos?

<<Primera escena>>. Uno de los que le acompañan se siente tan atraído por Jesús que, antes de que lo llame, él mismo toma la iniciativa: <<Te seguiré donde vayas>>. Jesús le hace tomar conciencia de lo que está diciendo: << Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos>>, pero él <<no tiene donde reclinar su cabeza>>.

Seguir a Jesús es toda una aventura. No ofrece a los suyos seguridad o bienestar. No ayuda a ganar dinero o adquirir poder. Seguir a Jesús es <<vivir de camino>> sin instalarnos en el bienestar y sin buscar un falso refugio en la religión.

Una Iglesia menos poderosa y más vulnerable no es una desgracia. Es lo mejor que nos puede suceder para purificar nuestra fe y confiar más en Jesús.

<<Segunda escena>>. Otro está dispuesto a seguirle, pero le pide cumplir primero con la obligación sagrada de <<enterrar a su padre>>. A ningún judío puede extrañar, pues se trata de una de las obligaciones religiosas más importantes. La respuesta de Jesús es desconcertante: <<Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios>>.

Abrir caminos al reino de Dios trabajando por una vida más humana es siempre la tarea más urgente.

<<Tercera escena>>. A un tercero que quiere despedir a su familia antes de seguirlo Jesús le dice: <<El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios>>. No es posible seguir a Jesús mirando hacia atrás. Trabajar en el proyecto del Padre pide dedicación total, confianza en el futuro de Dios y audacia para caminar tras los pasos de Jesús.

 

SEGUIR A JESÚS

<<Seguir>> a Jesús es una metáfora que los discípulos aprendieron por los caminos de Galilea. No perder de vista a Jesús; no quedarse parados lejos de él. <<Seguir>> a Jesús exige una dinámica de movimiento. Por eso el inmovilismo dentro de la Iglesia es una enfermedad mortal: mata la pasión por seguir a Jesús compartiendo su vida, su causa y su destino.

Por eso Lucas le da tanta importancia a tres dichos de Jesús.

Primer dicho. A uno que se le acerca decidido a seguirle Jesús le advierte así: <<El Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza>>. El instinto por sobrevivir en medio de la sociedad moderna nos está llevando hoy a los cristianos a buscar seguridad. La jerarquía se afana por recuperar un apoyo social que va decreciendo. Las comunidades cristianas pierden peso y fuerza para influir en el ambiente. No sabemos <<donde reclinar la cabeza>>. Es el momento de aprender a seguir a Jesús de manera más humilde y vulnerable, pero  también más auténtica y real.

Segundo dicho. A uno que le pide enterrar a su padre Jesús le dice: <<Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios>>. En la Iglesia vivimos con frecuencia distraídos por costumbres y obligaciones que provienen del pasado, pero no ayudan a generar hoy vida evangélica.

Tercer dicho. A otro le dice: <<El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios>>. Mirando solo para atrás no es posible anunciar el reino de Dios.

Cuando se controla toda novedad como peligrosa y se promueve una religión estática, estamos impidiendo el seguimiento vivo a Jesús. Es el momento de buscar, una vez más, <<vino nuevo en odres nuevos>>. Lo pedía Jesús.

 

UN CRISTIANISMO DE SEGUIMIENTO

Hemos de revisar nuestro cristianismo para ver si en la Iglesia actual vivimos motivados por la pasión de seguir a Jesús o andamos buscando <<seguridad religiosa>>.

Según el conocido teólogo alemán Johann Baptist Metz, este es el desafío más grave al que nos enfrentamos los cristianos en Europa: decidirnos entre una <<religión burguesa>> o un <<cristianismo de seguimiento>>.

Seguir a Jesús no significa huir hacia un pasado ya muerto, sino tratar de vivir hoy con el espíritu que le animó a él. Se trata de vivir hoy <<con el aire de Jesús>> y no <<al viento que más sopla>>. <<Hacer de Jesús el eje único de nuestras comunidades>>

Y esto exige no solo no dejarnos domesticar por una sociedad superficial y consumista, sino incluso contradecir a los propios amigos y familiares cuando nos invitan a seguir caminos contrarios al Evangelio.

Por eso, seguir a Jesús exige estar dispuestos a la conflictividad y a la cruz. Aceptar el riesgo de una vida crucificada como la suya, sabiendo que nos espera resurrección.

 

INVIERNO EN LA IGLESIA

En los últimos años de su vida, el célebre teólogo Karl Rahner decía que en Europa la fe se halla en <<tiempo invernal>>.

Bastantes cristianos se sienten sacudidos en su misma identidad. No están seguros de ser creyentes. Por otra parte, no parece que las Iglesias estén consiguiendo transmitir la fe a las nuevas generaciones.

Otro dato importante es la pérdida de credibilidad. La Iglesia ya no despierta la confianza de hace unos años. Al cristianismo se le piden hechos, no discursos.

El mismo Karl Rahner pedía, en primer lugar, radicalidad, retorno a las raíces. <<Es difícil saber de qué modo o con qué medios hacerlo, pero, si el cristianismo estuviera marcado por la radicalidad, surgiría la primavera en la Iglesia>>. Hoy no tenemos santos entre nosotros, o tal vez no somos capaces de reconocerlos. Este es nuestro primer problema.

La Iglesia tiene que desprenderse de falsas seguridades para acompañar a los hombres y mujeres de hoy en la búsqueda de sentido y esperanza.

Ha llegado el momento de escuchar la llamada de Jesús: <<Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar reino de Dios>>

 

DIOS NO ES VIOLENTO

Jesús no aceptó ninguna forma de violencia. Al contrario, la quiso eliminar de raíz. En el relato de Lucas, Jesús reacciona enérgicamente y reprende a sus discípulos porque desean que <<el fuego del cielo>> destruya a los odiados samaritanos, que no los han acogido.

A lo largo de los siglos, los cristianos la han considerado como algo desconectado de la fe o del comportamiento cristiano. Se ha llegado incluso a bendecir guerras, cruzadas y posiciones militaristas, sin tener conciencia de ir contra algo esencial de la adhesión a Jesucristo.

¿Dónde está la raíz de esta contradicción? Según diversos teólogos el cristianismo sigue atrapado por la idea del Dios violento de la Biblia, sin atreverse a seguir a Jesús.

Se conoce y se admira la no violencia del Maestro de Galilea, pero en la conciencia social de los pueblos <<cristianos>> sigue vivo y operante el arquetipo de un Dios justiciero y castigador que se impone a todos porque tiene más fuerza que nadie. Es este Dios el que nos lleva una y otra vez a la guerra.

Si algo quiso Jesús fue arrancar de las conciencias la imagen de un Dios violento. Para Jesús acoger el reino de Dios significa precisamente eliminar toda forma de violencia entre los individuos y entre los pueblos. Su mensaje es siempre el mismo: <<Dios es un Padre que está cerca. Solo quiere una vida más digna y dichosa para todos. Cambiad vuestra manera de pensar y de actuar, y creed en esta Buena Noticia>>.

Quienes dominan el mundo solo parecen entender el lenguaje de la guerra. Piensan <<imponer la justicia>> actuando a imagen del Dios violento de algunas páginas del Antiguo Testamento. Hay que cambiar y creer en el Dios de Jesús.

No es absurdo intentar caminos no violentos. Lo absurdo es que haya todavía alguien que siga creyendo en la guerra a pesar de tantos siglos de su bárbara inutilidad.

 

José Antonio Pagola

Colaboración de Juan de la Cruz García