Tú
eres sacerdote eterno en el Espíritu (salmo 109)
Tú
eres sacerdote y no eres sacerdote, Cristo.
No
eres sacerdote de Leví,
sacerdote
separado, dedicado a lo sagrado;
templos
y tiempos sagrados,
sagradas
ofrendas y sacrificios,
personas
tan sagradas.
Tú
eres sacerdote encarnado y embarrado,
sacerdote
de la calle y el campo, de la casa y el encuentro,
del
hospital y la cárcel, de la fábrica y el surco,
de
la escuela y el laboratorio,
sacerdote
de la vida.
No
eres sacerdote del Dios Altísimo o lejanísimo,
ni
del Dios justísimo y santísimo.
Eres
sacerdote del Dios cercano y compasivo,
del
Dios que tiende la mano,
que mira con cariño al hombre.
Sacerdote
que viene a romper los velos del Templo,
a
expulsar a los mercaderes del Templo,
a
destruir ciertos templos,
y
a construir otros templos,
como
tiendas vivas en medio del pueblo.
Allí
no hay sacrificios, hay amistad y fiesta,
hay
banquete de vida y amor,
las
ofrendas que a Dios agradan.
Allí,
todos sacerdotes, como Cristo,
ofreciendo
el trabajo y el dolor de cada día,
la
dicha y la esperanza de cada día,
la
vida y la muerte de cada día,
como
Cristo, Sacerdote eterno,
según
la Ley del Espíritu.
LOS
OTROS SALMOS
Colaboración de Juan de la Cruz García