PALABRAS A VOLEO: EQUIPAJE
MARTÍN VALMASEDA
Estuve 25
años en Guatemala
y cuando llegó la hora de volver
a mi tierra;
salió el problema
de lo que podía llevar
o tenía que dejar allá... una palabra
surgía el EQUIPAJE. El
problema de a ver
que llevo, que me
haga falta y lo
que me gusta llevar,
por sentimentalismo. Pero luego
aparece IBERIA y
te hacen vaciar la maleta, sobre todo
de libros que superan
el peso. La valija
es como esa oración
"a mí me pesa pésame
Señor...
Pero ese
peso no es
solo en el viaje sino en la
vida.
Le vamos a dejar a Carmen Notario que
nos deje sus
reflexiones sobre el peso de los
"equipajes" en
nuestra vida
LIGEROS
DE EQUIPAJE
Written
by Carmen Notario
Cuando
después de celebrar la fiesta de Pentecostés, volví a leer el evangelio desde
esa perspectiva de vida nueva, de comunidad de seguidoras y seguidores de
Jesús, su llamada se me hizo novedosa, y dejando atrás la carga de tantas cosas
innecesarias, quise entrar en otra dinámica distinta a la que había vivido
hasta ahora.
Jesús
me llamaba y esta vez le entendí. ¡No me habría imaginado nunca tanta dicha,
tanta libertad! En mi ingenuidad no caí en la cuenta que lo que iba a encontrar
en el camino sería sobre todo oposición.
Primero,
de parte de los más cercanos, que se desvivían por convencerme de que lo más
importante era buscar una “seguridad económica” y un status social siguiendo lo
que habían hecho todos durante generaciones. Oposición por parte de la institución
que llama a la prudencia, a la tradición, y que sospecha de todo lo que pueda
sonar a radical, de todo lo que es diferente. Oposición o más bien indiferencia
por parte de la sociedad que juzga como absurda cualquier opción que no busque
el beneficio propio.
La
opinión de los demás sobre ese caminar es la primera mochila de la que me tuve
que deshacer para seguir a Jesús; pesaba mucho y no servía para nada.
Después la invitación fue más allá: despréndete de todo lo que no te permita viajar ligero de equipaje. Las personas que nos hemos mudado mucho de casa sabemos que hay cantidad de cosas de las que podemos prescindir; si siempre estás en el mismo lugar ni te das cuenta de todo lo acumulado… Cuando lo tienes que transportar entonces te quedas sólo con lo necesario que cada vez va siendo menos.
A
veces nos agarramos literalmente a las palabras del evangelio y su exigencia
nos suena más a carga que a otra cosa; pero fui entendiendo por experiencia que
no se refería a una bolsa, ni a una alforja, ni a unas sandalias… hasta los
peregrinos necesitan cargar con lo mínimo para llegar a la meta. Andar ligero
de equipaje es no acumular: sobre todo títulos, méritos, “medallas”, creyendo
que es todo esto lo que me hace ser una persona valiosa, que la gente me quiere
y me valora por lo que he logrado en mi vida. Si no lo aprendemos a la primera
vuelta siempre hay una segunda en lo que casi todo se cae y nos quedamos con lo
esencial.
Al
caminar de esta manera me di cuenta que lo que transmitía sin darme cuenta era
paz; esa paz que da el no desear más de lo que se tiene, esa paz de querer
transmitir ese gran tesoro a lxs demás y que también lo puedan vivir así.
[Si
entráis en un pueblo y os reciben bien, comed de lo que os pongan, curad a los
enfermos que haya y decidles: “Está cerca de vosotros el reinado de Dios”].
Lc10: 8-9
La
llamada se va haciendo concreta, entrar en la vida de los otrxs, compartir el
pan, buscar la sanación para quienes se sienten débiles y también saber dejar a
aquellos que abiertamente rechazan el mensaje. No nos toca juzgar la calidad de
la respuesta de los demás, sólo darlo gratuitamente sin “hacerle las cuentas a
nadie”.
La
libertad de cada persona para aceptar la Buena Nueva o rechazarla permanece
intacta. Un gran misterio el de la libertad personal…
Han
pasado los años y a medida que he ido recorriendo los caminos se han ido
puliendo mis intenciones, mis búsquedas, mis deseos junto con las tristezas y
las alegrías.
¿De qué me siento satisfecha? ¿Por qué me siento feliz? ¿Cuáles son los éxitos? ¿Cuántos los fracasos?
A
medida que vamos haciendo camino se van purificando las intenciones, los
motivos de la alegría. “Los setenta regresaron muy contentos y le dijeron:
–Señor, hasta los demonios se nos someten por tu nombre. –Sin embargo, no sea
vuestra alegría que se os someten los espíritus; sea vuestra alegría que
vuestros nombres están escritos en el cielo.” Lc 10, 17, 20
Este
camino de ir “soltando” equipaje es sin duda un aprendizaje fascinante en el
que lo material solo juega una pequeña parte. Dejarlo todo para seguir a Jesús
no es renuncia, sino cambio de visión, conversión a lo que es el centro de la
predicación de Jesús: el Reino. Y ese Reino solo se va entendiendo en la medida
en que vamos caminando con Jesús y lxs hermanxs en la realidad en la que nos
toca vivir.
Carmen
Notario, SFCC