Sobre la "doctrina del descubrimiento" que los indígenas criticaron ante Francisco
Mariano Delgado: "Hoy se espera que el Papa se disculpe explícitamente de esta doctrina y condene los documentos de sus predecesores"
"En estas bulas –se trata sobre todo de 'Romanus Pontifex' (8.01.1455) de Nicolás V y de 'Inter caetera' (4.05.1493) de Alejandro VI– se confieren diversos derechos a los reyes portugueses o españoles que hoy –y para los buenos teólogos también entonces– parecen 'escandalosos'"
"El papado nunca
revocó explícitamente las bulas mencionadas"
"La legitimación papal de los viajes de descubrimiento con la cesión de los derechos de dominación y señorío sigue siendo un escándalo histórico"
"La pretensión del Papado de potestad universal en lo temporal puede ser incluso herética"
Con motivo del viaje del Papa Francisco a Canadá, se habla mucho de la "doctrina del descubrimiento". Dicha doctrina se refiere al apoyo o legitimación de los viajes de descubrimiento de portugueses y españoles a través de documentos papales. En estas bulas –se trata sobre todo de "Romanus Pontifex" (8.01.1455) de Nicolás V y de "Inter caetera" (4.05.1493) de Alejandro VI– se confieren diversos derechos a los reyes portugueses o españoles que hoy –y para los buenos teólogos también entonces– parecen "escandalosos".
Así, con "Romanus Pontifex", los portugueses reciben el derecho de subyugar y esclavizar a los infieles y sarracenos en las islas, ciudades y territorios (no cristianos) de África y Asia ya conquistados y por conquistar. Y en la otra bula, los reyes de Castilla y Leon (y sus herederos) son constituidos por el Papa respecto de las islas recién descubiertas y de las islas y tierra firme por descubrir del Nuevo Mundo como "señores con plena, libre y omnímoda potestad, autoridad y jurisdicción" (aunque todavía no se sabía cómo era el Nuevo Mundo) desde cierta distancia al oeste de las Azores.
Soberanía otorgada por el Papa
La soberanía es "donada, concedida y otorgada" a los españoles por el Papa de su propio grado (motu proprio), y también significa, dependiendo de la interpretación, el derecho a someter a los habitantes de esas tierras por la fuerza si es necesario. Esta bula también impone a los reyes españoles la labor de la evangelización de los nuevos pueblos, que los españoles siempre han cumplido con sumo celo:
"Y, además, os mandamos, en virtud de santa obediencia, que, conforme ya prometísteis (…), que a las tierras e islas citadas, varones probos y temerosos de Dios, doctos, peritos y expertos para instruir a los residentes y habitantes citados en la Fe católica e inculcarles buenas costumbes, debéis destinar, poniendo en lo dicho toda la diligencia debida".
No es una forma de pensar exclusivamente católica
Hoy se espera que la Iglesia Católica a) que sea consciente de esta doctrina e investigue sus consecuencias, y b) que el Papa se disculpe o se distancie explícitamente de esta doctrina y condene o revoque los documentos correspondientes de sus predecesores.
Puritanos
Sin embargo, esta "doctrina" no es un pensamiento exclusivamente católico en la era de los descubrimientos. "Católico" es sólo que el Papa concedió tales derechos en el marco de una comprensión entonces ya obsoleta de la potestad papal. Después de que los puritanos desembarcaran en la costa este de Norteamérica en 1620, formularon la siguiente autocomprensión en 1635: La tierra pertenece a Dios Nuestro Señor. El Señor puede dar la tierra a su pueblo elegido, y quitársela a otros pueblos. Nosotros somos el pueblo elegido.
Este es el mismo pensamiento, sólo que sin el Papa. Según su propia interpretación, los protestantes recibieron aparentemente la autorización para apropiarse de los territorios del Nuevo Mundo directamente de Dios, como ocurrió con las huestes hebreas con el derecho a establecerse en la Tierra Prometida y expulsar o destruir a sus habitantes en el Antiguo Testamento. Los bóers de Sudáfrica todavía lo veían así hacia 1900. De ahí que exista un "ecumenismo del fracaso" en la historia colonial europea.
Crítica de Kant y Bartolomé de Las Casas
En lenguaje secular, Immanuel Kant se refirió indirectamente a la "doctrina del descubrimiento" hacia 1800 cuando deploró "el comportamiento inhóspito de los Estados civilizados, principalmente mercantiles, de nuestra parte del mundo... al visitar países y pueblos extranjeros (lo que consideran lo mismo que conquistarlos)". "América, los países del África negra, las Islas de las Especias, el Cabo, etc., eran para ellos, en el momento de su descubrimiento, tierras que no pertenecían a nadie; pues los habitantes no eran considerados sujetos con derechos de propiedad". Así, los europeos consideraron a los territorios y pueblos descubiertos como "res nullius" y se arrogaron el derecho de apoderarse y explotar sus recursos naturales y humanos.
Bartolomé de las Casas
En otras palabras, el fraile dominico Bartolomé de Las Casas ya había visto a mediados del Siglo XVI el motivo fundamental de la expansión europea allende los mares: "la insaciable codicia y ambición que han tenido (…), por ser aquellas tierras tan felices y ricas y las gentes tan humildes y pacientes y tan fáciles a subjetarlas".
La voluntad de poder bastaba
En su conquista del Nuevo Mundo, los europeos sólo tuvieron que seguir "la voluntad de poder" que subyace en todas las expansiones de los grandes en la historia. Cuando los franceses enviaron una expedición de descubrimiento al Atlántico Norte en 1534, tomando posesión del Québec, el enviado de Carlos V protestó ante el rey francés Francisco I, citando la bula "Inter caetera" de Su Santidad Alejandro VI, que había transferido el Nuevo Mundo a los españoles (y portugueses). Se dice que el francés contestó fríamente que el rey de España debía mostrarle el testamento de nuestro padre Adán, en el que éste había repartido el Nuevo Mundo de esta manera. No, incluso los católicos del Renacimiento ya no necesitaban al Papa como distribuidor de "feudos". La voluntad de poder era suficiente, como daba a entender Maquiavelo.
Argumentación piadosa
Pero la legitimación bíblica o papal sirvió de argumentación piadosa. Por lo tanto, es el deber de los cristianos europeos de hoy en día investigar críticamente la "doctrina del descubrimiento". La crítica a la instrumentalización de la Biblia (la toma de la "Tierra Prometida" por los antiguos israelitas en el AT o el mandato misionero en el NT) concierne a todas las iglesias, mientras que la crítica de la potestad papal en cuestiones temporales es más bien un problema católico.